hay ocasiones en las que no basta con utilizar el mando a distancia para quitar el canal que no te gusta. Lo de Conexión Samanta con Farruquito de la madrugada del viernes no se olvida con pasar a DEC, Sálvame de lux o al Boxeo Izarrak. Es necesario apagar el invento. Sacar al perro o salir a fumarse un pitillo al raso del balcón. Samanta con Farruquito es un ejercicio que se ajusta a la ley como documento pero que peca de inoportuno y que habrá llevado la indignación a muchos y el dolor al entorno de la persona que falleció atropellada y sin ser auxiliado por el bailaor. El protagonismo de este documental no le ha quitado ni pizca la sensación social de que su acción ha pasado por algún agujero bien gordo de los que de vez en cuando se hacen en los pasadores de la ley. No creo que nadie le niegue a Farruquito su derecho a rehacer su vida, pero no a costa de aprovechar su lado oscuro como el morbo necesario para que este reportaje sea visto. Y es que da miedo que esto siga adelante. Ya sé que la responsabilidad no es la misma pero ¿se imaginan al psicólogo Yllanes en televisión dentro de un par de años hablando de Nagore? Qué asco. Algo así nos aguarda. Esta semana apareció Veo7 una entrevista a Soares de Gamboa etarra del Comando Madrid, el entrevistador era el dueño de la tele, Pedro J. Ramírez, a quien el mismo Gamboa quiso asesinar en 1985. Si este tipo de personajes necesitan el dinero de la televisión para salir adelante, desde luego los que les pagan lo que estarán alentando es un género nuevo, además de un monstruo repugnante. Si la televisión se convierte en herramienta de financiación y lavado de identidad de asesinos y delincuentes, supongo que estarán empujando al espectador a salir a la calle a pasear su perro o a morirse de frío en los balcones. Cualquier cosa antes que soportar esas pesadillas.
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