Ya forma parte del vocabulario de muchas personas, pero ¿sabría dar una definición precisa de qué es un producto kilómetro cero? ¿Cómo puede saberlo una persona cuando va a hacer la compra?
Los productos de kilómetro cero son aquellos que se producen y comercializan en un entorno geográfico próximo al consumidor, reduciendo la distancia entre el lugar de producción y el de consumo. Su venta está regulada por el Decreto 51/2024 de Gobierno Vasco. ¿El objetivo? Reducir el transporte, acortar los canales de distribución y fomentar la economía local.
Ahora bien, ¿cómo puede una persona de a pie identificar que el alimento que tiene en la mano es realmente de aquí? La respuesta está en las etiquetas, los sellos y los puntos de venta.
Sellos y etiquetas
Empecemos por el sello Eusko Label. Se trata de una marca pública de calidad que garantiza el origen vasco del producto, así como unas características superiores en cuanto a elaboración o condiciones de producción. Hazi Fundazioa gestiona y certifica estos productos, otorgándoles un sello de calidad K como distintivo. Lo podemos encontrar en patatas de Álava, cordero lechal, pollo de caserío, huevos, miel o leche, entre otros.
Otro identificador importante es Euskal Baserri, centrado en frutas, verduras y hortalizas cultivadas en explotaciones vascas. Su objetivo es visibilizar en puntos de venta convencionales los productos frescos que realmente proceden del entorno. Por ejemplo, una lechuga o unas acelgas con este sello indican cultivo local certificado.
También es útil mirar el etiquetado general. La normativa europea obliga a incluir el país de origen, y en muchos casos también la comunidad autónoma o provincia.
Mercados y ferias
También existen canales específicos donde la cercanía es la norma. Es el caso de los mercados de productores o ferias como Villanueva de Valdegovía, Agurain o Aramaio, donde agricultores y ganaderos venden directamente al público.
Tiendas de barrio, carnicerías, fruterías y panaderías de confianza también juegan un papel importante. Muchas trabajan con proveedores locales y lo comunican activamente al cliente. Frases como 'producto de aquí', 'producto local' o 'de nuestra tierra' no son meros reclamos si están acompañadas de información contrastable.
Cada vez más cadenas de distribución incorporan en sus estantes carteles que indican "producción local”. Esto facilita que el consumidor pueda distinguir qué artículos apoyan realmente la economía del territorio.
No se trata solo de comer mejor, sino de decidir a quién se apoya con cada compra.