La creciente preocupación por el cambio climático, junto con el aumento constante de las tarifas eléctricas, ha llevado a muchos a reconsiderar sus hábitos de consumo energético. No se trata solo de un acto de responsabilidad ambiental, sino también de una necesidad económica. Pequeños cambios de hábitos y la tecnología pueden hacer del hogar un espacio más verde y amigable con el bolsillo.

Pequeños gestos los que marcan la diferencia

Antes de elegir qué medida aplicar, es recomendable revisar el tipo de contrato con la compañía eléctrica para averiguar qué franjas horarias son las de mayor y menor consumo y qué tipo de tarifa y potencia se ha contratado.

Control de la temperatura

Es recomendable adaptar el horario de la calefacción a tu actividad en el hogar, evitando dejar la calefacción encendida cuando no hay nadie. La mayoría de los termostatos se pueden programar. Lo ideal sería que se conectase un poco antes de levantarse o de volver del trabajo. Es una medida muy sencilla que solo requiere programar el termostato. 

Se recomienda una temperatura entre 20 a 21 grados durante el día y los 15 a 17 por la noche. Si hay menores o personas mayores, habrá que adaptar la temperatura, pero es necesario recordar que, por cada grado que aumente, el consumo energético aumentará entre un 7 o un 10 por ciento. 

Aprovechar la luz natural

La orientación de la vivienda puede ser una ventaja para aprovechar la luz natural. Se puede aprovechar mejor la luz natural y el calor, colocando mesas de estudio o lugares de lectura en aquellos espacios donde la luz entre más tiempo. Cuando llegue la noche, usa cortinas o persianas para aislar la vivienda del frío.

Cambiar a electrodomésticos eficientes

Comprar un electrodoméstico con una etiqueta energética superior puede suponer un ahorro en el consumo de electricidad y de agua. Los nuevos electrodomésticos también son más silenciosos, algo que se agradece mucho en viviendas pequeñas. La incorporación de programas variables, dependiendo de la carga que tengan, permite realizar su función de manera más eficiente y ecológica y, además, alargan la vida del electrodoméstico.

Es recomendable, elegir el electrodoméstico que más consuma y sustituirlo por uno más eficiente. Un ejemplo: un frigorífico puede suponer el 31% del gasto total de todos los electrodomésticos. 

Cambiar a bombillas de bajo consumo

En España solo se fabrican bombillas de bajo consumo desde 2012. Hay 3 tipos de bombillas de bajo consumo: las LED, las halógenas y las fluorescentes. Dependiendo de la estancia y de su uso, conviene un tipo u otro. Para los focos conviene usar las LED o halógenas y para el resto se suelen emplear las fluorescentes.

Un factor a tener en cuenta es que el polvo acumulado en bombillas puede reducir su luminosidad y también su vida útil. Limpiarlas cada pocos meses puede alargar la vida de la bombilla y evitar que tu lámpara o foco pierda luminosidad.

Eliminar el stand-by

A final de año, dejar los electrodomésticos o aparatos electrónicos en modo stand-by puede suponer el 11% de la factura, lo que podría suponer algo más de 50 euros al año. Las regletas con interruptor son una manera fácil y relativamente económica para controlar el gasto de esos aparatos. Hay regletas, más caras, que detectan cuando el consumo ha descendido a modo standby y apagan el electrodoméstico. Una tercera opción es emplear temporizadores para mantener un horario de apagado.

Instalar domótica

La tecnología actual permite no solo automatizar una vivienda sino también optimizar su gestión energética. Desde programar la calefacción o aire acondicionado, adaptar la iluminación según la luz del sol o si la estancia está vacía o no, controlar la puesta en marcha de electrodomésticos, programar el riego del jardín o gestionar el caudal del agua de los grifos, el uso de persianas y toldos o controlar el consumo que se realiza desde los distintos electrodomésticos…

Mejora el aislamiento térmico

Intervenir en este aspecto puede ser relativamente barato o llegar a requerir una inversión, pero las ventajas serán inmediatas: ahorro energético, menor contaminación, menor ruido exterior, menor posibilidad de que aparezcan humedades, y recuperación de la inversión en un plazo de 2 a 3 años.

Hay diversas opcioness para mejorar tu aislamiento térmico, desde poner espuma para tapar los lugares por donde entra el aire del exterior, cambiar las ventanas por otras que ofrezcan un mayor aislamiento (como puede ser PVC o aluminio), pasarte al acristalamiento doble con una mayor cámara de aire, o mejorar el puente térmico.

Se puede averiguar por dónde se escapa el calor (y el dinero) con un termómetro infrarrojo para superficies que indicará en qué puntos exactos tu vivienda pierde calor. 

Uso óptimo de los electrodomésticos

Evita poner el lavavajillas, lavadora o secadora a media carga si no tienen un programa específico para ello. Reducir el uso del horno si es posible, favoreciendo el del microondas. El gasto es sensiblemente inferior. Así mismo, se debe evitar dejar la puerta del frigorífico o congelador abierta por un tiempo prolongado o guardar contenedores con comida caliente. En caso de hacerlo, el frigorífico deberá generar más frío (y consumirá más electricidad). 

Aplicaciones de seguimiento

Una manera de comprobar que el consumo energético va disminuyendo es mediante el uso de aplicaciones de domótica o de móvil que controlan el gasto que se está realizando o hacer un seguimiento del precio de la luz para aprovechar los momentos en que está más barata.