En Lekeitio el día amanecía lluvioso pero al ir al encuentro de mis amigos José Félix y Raúl el líquido elemento ha desaparecido. De tal forma que no lo íbamos a ver más en todo el día.

La sorpresa me la ha dado Raúl que ha traído a su perro Goonie, que también ha hecho integra está etapa de hoy hasta Gernika.

Después de visitar el precioso faro de Santa Catalina llegaba la parte más dura de todo el día, o por lo menos nos eso pensábamos nosotros. La subida a Otoio, previo pago por el mirador de Talaia, es exigente. Las rampas no bajan nunca del 10% con piedras y senderos estrechos. Y cuando se ancha el camino y desaparecen las piedras la rampa se inclina todavía más, al 20 o 25%.

Hacemos cima y bajamos rápido a Ispaster. Aquí dos opciones, la de la costa o la del interior, está última algo más corta. Decidimos ir por la de la costa para seguir viendo los fantásticos acantilados de Euskadi. Error grande, este tramo de apenas cuatro kilómetros y sin mucho desnivel se convierte en el peor trozo de todo el reto.

Han metido máquinas para la tala de árboles y por eso la gente no viene por el. Eso y la lluvia abundante de los últimos más el paso de las máquinas hacen el camino impracticable. Barro, mucha maleza, muchas agua. Todo unido hacen nuestro avanzar muy lento, pero finalmente, con más esfuerzo del deseado llegamos a Ea. Allí se une Guipu, un chaval fantástico que colabora con AEFAT, con Adela Euskalherria, Montes Solidarios o en marchas y carreras marcando el recorrido. Un fuera de serie

Reponemos fuerzas y toca buscar dos de las playas más bonitas de Bizkaia. Una es Laga a la cual llegamos tras pasar por Ibarrangelu y Elantxobe. La otra es la de Laida.

En cuanto accedemos a está última, el paisaje se abre bruscamente ante nosotros. Toda la ría de Urdaibai de muestra con grandeza, Mundaka, Bermeo, la isla de Izaro, Busturia, Kanala… Todo es de una belleza apabullante. Las marismas bañadas por el sol van describiendo curvas que primeramente vemos desde las alturas para bajar a ellas antes de llegar al castillo de Arteaga, otro lugar único.

El final de recorrido es una pasarela de madera por medio de toda la biosfera de este entorno espectacular.

En la llegada a Gernika toca sorpresa. Allí está Coral, la mujer de Raúl, con un avituallamiento suculento para todos.

Solo dar las gracias a mis acompañantes y a Fernando de Montes Solidarios que se ha acercado a tomar algo con nosotros.

Se acaba la etapa cinco, ahora ya restamos muchos kilómetros de esta aventura mezcla de sentimientos y locura a partes iguales. Seguir luchando y recaudando fondos para la lucha contra la ataxia telangiectasia me da la fuerza siguiente para terminar con las dos que quedan. Cómo me han dicho ya muchos, bendita locura.

Donativos

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