Esther vive una realidad de la que muchas personas no han oído ni hablar. Ella es una paciente ostomizada. Es decir tiene un orificio en el abdomen, realizado de forma quirúrgica. En su caso, la ostomía se realizó porque sufría un cáncer de vejiga y ahora elimina la orina en una bolsa que lleva adherida al cuerpo. Pero en otros casos también puede tratarse de heces. “Hay cánceres de vejiga que están más localizados, pero aquí no había forma de abordarlo si no era llevándose la vejiga entera”, aclara Inma Reinoso, enfermera estomaterapeuta en el hospital de San Eloy, donde se encargan de atenderla con mimo.

“Tengo que ir enfajada con pantalón ancho, con mi faja de patita, aunque en verano esté sudando todo el día”

Esther es una barakaldesa fuerte que asume su problema con naturalidad. “Todo lleva un periodo de adaptación, pero lo asumo. Dije; menos mal que no me ha pillado con 30. Me iba a apuntar a Tinder, a ver si me echaba un novio, pero si ya antes lo tenía difícil y no ligaba, ahora menos”, comenta en plan de broma, intentando normalizar una vida dura. Porque la bolsa le ha obligado, por ejemplo, hasta a reaprender a vestirse. “Tengo que ir enfajada con pantalón ancho, con mi faja de patita, aunque en verano esté sudando todo el día”, explica coqueta. Y eso que, con su cuidada apariencia y su perfecta imagen corporal, resulta difícil adivinar lo que sufre. “Tengo que vivir con una bolsa pegada a la tripa. Pero el otro día, en el monte, me vino de maravilla”, sigue bromeando, pese a ser plenamente consciente de su problema.

Esther convive además con otra preocupación; la alerta por el desabastecimiento de bolsas de orina o de ostomía ante la dificultad de los fabricantes de satisfacer la demanda, y la ausencia de la mercancía en stock. Y eso que son productos vitales para garantizar la salud de miles de personas que tienen dificultades para controlar sus esfínteres o que padecen enfermedades que afectan al aparato urinario o digestivo.

“Llevamos con problemas desde el verano pasado. Dicen que se va a solucionar, pero cada vez está peor. Sobre todo el suministro que está fallando es el de las bolsas más grandes, las que se usan por la noche”

“Yo, de momento, vengo aquí al hospital y me suministran las bolsas, pero claro, ¿hasta cuándo?, se pregunta Esther alarmada. “Llevamos con problemas desde el verano pasado. Dicen que se va a solucionar, pero cada vez está peor. Sobre todo el suministro que está fallando es el de las bolsas más grandes, las que se usan por la noche”, destaca Andrea Vivanco.

Esther muestra gráficamente cómo se pone el disco en el abdomen y se pega, y cómo se engancha la bolsa. “Tiene que quedar bien cerrado y bien sellado, ¡eh! Luego, tú vas notando cómo la bolsa se te hincha con la orina y debes acudir al baño para vaciarla”, explica, aclarando que la bolsa se cambia una vez al día y el disco, aproximadamente cada tres días. “Y por la noche te pones la que es más grande, enganchada de aquí”, dice señalando su abdomen.

"Psicológicamente es durísimo porque no sabes si aquello te va a aguantar cinco minutos o tres horas, y yo pedía al ambulatorio dodotis para poder salir a la calle”

Ella sabe que Osakidetza le ha dado una nueva oportunidad. “Al principio necesitas mucho de estas chiquillas (habla de las enfermeras) porque tienes bastantes problemas. En mi caso, el principal era que no se me adaptaba el disco. Tampoco se me adhería bien. Entonces se producen fugas y la orina te quema la piel. Encima de los dolores por la intervención, tienes la quemadura... Psicológicamente es durísimo porque no sabes si aquello te va a aguantar cinco minutos o tres horas, y yo pedía al ambulatorio dodotis para poder salir a la calle”.

Estos pacientes necesitan de la figura de enfermeras especializadas que deben realizar cursos para tener las mejores herramientas para tratar a los afectados

A juicio de Reinoso, “lo más importante es encontrar el dispositivo adecuado a cada persona porque tienes un abanico enorme y esto es un mundo aparte en la medicina ya que es totalmente desconocido. Por eso se necesita una persona experta que conozca este tipo de cuidados”. Por ello estos pacientes necesitan de la figura de enfermeras especializadas que deben realizar cursos para tener las mejores herramientas para tratar a los afectados. “Esther ha comentado el temor a sufrir fugas y la necesidad de buscar alternativas para salir de casa. Pero a alguna gente la ostomía le incapacita hasta el punto de no salir”, indica Reinoso. En este sentido, los pacientes reclaman baños adaptados, espacios adecuados, cómodos y con la suficiente intimidad para realizar su higiene y vaciar sus bolsas.

Poco después de esta intervención, Esther remató su mala suerte con un pequeño cáncer de pulmón. “Trato de tomármelo con filosofía pero todo esto te va dejando el cuerpo hecho polvo. Entre una cosa y otra me han caído 20 años encima”, se lamenta esta barakaldesa, empeñada en hacer visible la ostomía.

En corto


20 años. Desde hace más de 20 años, la OSI Barakaldo-Sestao cuenta con una consulta de ostomías en el hospital de San Eloy, donde las enfermeras expertas mejoran la calidad de vida de los pacientes durante todo el proceso, antes de la intervención, en planta y al alta hospitalaria.