Nuestra sociedad envejece y en unos años las enfermedades neurodegenerativas alcanzarán una prevalencia de enormes dimensiones. Sobre estas enfermedades habla Javier Ruiz, neurólogo del Hospital Donostia, con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.
¿A qué escenario nos enfrentamos con las enfermedades neurodegenerativas?
–El envejecimiento, ahora mismo, es uno de los mayores problemas de salud para cualquier sistema público. Esto es algo de lo que se lleva hablando tres o cuatro décadas. Cuando nos referimos al envejecimiento hablamos de una serie de enfermedades neurológicas asociadas. Hablamos principalmente de las demencias, con la enfermedad de alzhéimer a la cabeza, y de otras enfermedades neurodegenerativas de gran prevalencia, como el párkinson.
¿Y va a más?
–Vamos a diagnosticar más casos porque va a haber más personas de más edad. Como son enfermedades asociadas al envejecimiento, se van a necesitar más recursos para diagnosticarlas y tratarlas pronto. Hay más esperanza de vida que hace unas décadas y hay que pensar en un recurso sociosanitario para cuando sean personas muy dependiente. Esto engloba a toda la sociedad y es algo complejo.
“Cuando hay una repercusión funcional a causa de los errores de memoria no podemos considerarlo envejecimiento normal ”
¿Las enfermedades neurodegenerativas dan pistas?
–Son enfermedades que dan la cara un poco tarde, empiezan antes de manifestarse con síntomas. Comienzan con un proceso celular, de pérdidas neuronales, que en sus inicios podría hipotéticamente ser reversible o al menos frenable. Pero cuando llega ya estamos en un proceso avanzado. Por ejemplo, en la enfermedad de Parkinson hay bastantes tratamientos sintomáticos y fármacos que ayudan a frenar los síntomas, no la enfermedad, porque el proceso neurodegenerativo sigue.
El diagnóstico precoz importa.
–Siempre es importante tener un diagnóstico muy precoz, porque aunque a día de hoy no tenemos un tratamiento que pueda frenar estas enfermedades, somos optimistas y pensamos que sí lo habrá. Contar con un diagnóstico muy precoz nos pondrá en la tesitura de tratar a la población de forma precoz, evitando que esto avance al nivel que avanza a día de hoy. Tiene que ser de una manera sostenida y no excesiva, porque a una persona sana no la tenemos que convertir en paciente, no tenemos que crear mucha angustia en la búsqueda de un diagnóstico muy precoz, más tomando en cuenta que hoy por hoy no tenemos un tratamiento que aplicar. Es más una apuesta a futuro.
¿Qué peso tiene el componente genético?
–La carga genética está en todo. Lo vemos en pacientes oncológicos. En el cáncer en un alto porcentaje exista una tendencia, una predisposición. Existe también en la patología cardiovascular. Y en las enfermedades neurodegenerativas, sin duda. Se dan formas hereditarias en las que una mutación hace tener riesgo en un alto porcentaje. No es muy habitual en las enfermedades neurodegenerativas, pero ya hay un porcentaje de gente que tiene alguna forma hereditaria. En la enfermedad del Parkinson puede ser entre el 15 y el 20%. También existen los factores de riesgo genéticos, que sí que son bastante prevalentes. Hay marcadores genéticos que te ponen en una situación de más riesgo de padecer la enfermedad. Se dice que son enfermedades de origen multifactorial, porque son muchos los elementos que influyen para que se unan los astros.
¿Es el alzhéimer la enfermedad neurodegenerativa más prevalente?
–Sin ninguna duda, y la segunda es la enfermedad de Parkinson. Las dos son enfermedades de alta prevalencia pero tienen características distintas. En el alzhéimer la sintomatología más dominante es la cognitiva, ir perdiendo de manera progresiva capacidades cognitivas, no solo la memoria. En la enfermedad de Parkinson la movilidad es la que más se va a ver más afectada. Luego se va sumando la parte cognitiva. Ambas enfermedades son muy prevalentes que podríamos considerar que van a ser una epidemia en los próximos años. Todos los países están alerta porque el gasto sanitario se va incrementando como consecuencia del seguimiento y cuidado de estas personas. Porque, especialmente en la enfermedad de alzhéimer, tienen necesidad de un recurso sociosanitario potente.
“En las enfermedades neurodegenerativas hay un porcentaje de personas que tiene alguna forma hereditaria ”
Con frecuencia nos levantamos con noticias que nos hablan de grandes avances en la investigación pero, en la práctica, no se ven tantos cambios.
–Investigación hay muchísima, a nivel público y privado. Ahora mismo todos los grandes centros de investigación tienen líneas para las enfermedades de Parkinson o alzhéimer. Pero son enfermedades asociadas a la edad y revertir la influencia del envejecimiento es muy complejo. Son muchos los factores que se unen para que ocurra esto. Hay mucho avance, aunque de cara al usuario no se vea. De momento, es cierto que el tratamiento no está a la vista, pero estamos más cerca. Hay lineas prometedoras en productos para frenar un cúmulo proteico que en muchas enfermedades es la base del daño que deriva en pérdidas de neuronas y el desarrollo de la enfermedad. En eso hay avances. También es cierto que hay otros avances que lamentablemente se han caído, tratamientos que se aprobaron y luego fueron un fracaso... Pero se ha hecho un aprendizaje de cada fracaso. Las grandes farmacéuticas están detrás de conseguir un tratamiento que logre frenar ambas enfermedades.
¿De alguna forma se puede engañar al alzhéimer para que tarde más en desarrollarse?
–El primer objetivo es curar. El segundo, si no se llega a ese, sería intentar frenar o modular la enfermedad para que sea más benigna y el tercero, que es en lo que estamos (muy poco en el alzhéimer, pero sí en el párkinson) es trabajar en el tratamiento sintomático. En el alzhéimer no tenemos ninguna de las tres vías totalmente establecidas. Quizá puede mejorarse algún síntoma que es muy limitante y traumático para el entorno, como alguna alteración de la conducta de la persona que se frena con diferentes fármacos, pero eso influye poco en que el paciente vaya a estar mejor, el paciente sigue con su proceso.
¿Y en el párkinson?
–En el párkinson el tratamiento de los síntomas está mucho más desarrollado, permite que el paciente tenga una buena calidad de vida durante unos cuantos años y que su esperanza de vida sea la del resto de la población. Pero sí hay unos hábitos que está demostrado que tienen influencia. Si tienes alzhéimer y eso va a seguir su curso, al menos no lo alimentes con otros problemas como la patología vascular. Si tienes colesterol o diabetes, cuanto más controlados los tengas, menos impacto tendrá la enfermedad. Si tus hábitos no son sedentarios, si se socializa, si tienes la estimación cognitiva activa... Todo eso beneficia, modestamente, pero lo hace.
“Hay definiciones de párkinson estándar, precoz, juvenil e incluso de párkinson infantil. Puede afectar a personas muy jóvenes ”
¿Qué diferencia hay entre el alzhéimer y la enfermedad de los cuerpos de Levy?
–La enfermedad de los cuerpos de Levy es también bastante frecuente. En demencias, tras el alzhéimer es la segunda junto a la demencia vascular. De manera un poco esquemática, aunque no sea del todo cierto, la demencia de cuerpos de Levy compartiría cosas del alzhéimer y del párkinson. Hay un trastorno del movimiento similar al párkinson y alteraciones cognitivas similares al alzhéimer. Aunque hay muchas diferencias, está a caballo entre ambas enfermedades. Tiene lo malo de la parte motora del párkinson y lo malo de la parte cognitiva del alzhéimer.
¿A diferentes demencias, diferentes formas de aviso?
– Sí, aunque a veces son bastante parecidas. Hay pacientes que empiezan con diagnóstico de enfermedad de Parkinson, pero en un plazo no muy corto, cuando habría que esperar que una persona con esa enfermedad estuviera en una situación estable, las cosas cambian. En un plazo de menos de un año, dos como mucho, esa persona no tendría porqué desarrollar un cuadro cognitivo en una enfermedad de Parkinson típica. Te vas dando cuenta que toma un ritmo diferente y que toma más el rumbo de una demencia de cuerpos de Levy.
No me acuerdo el nombre de una persona, no me viene el título del libro que leo... ¿Me preocupo?
–Es la pregunta del millón. ¿Me tengo que preocupar mucho, poco o nada por estas cosas que asumo que me pueden traer la edad? ¿Dónde pones el límite? Aceptas que al hacerte mayor hay algunas cosas que te van a pasar, un envejecimiento normal del cuerpo. También asumes que no tienes la misma capacidad que antes y que te cuesta más memorizar. Pero, ¿cuándo nos hallamos ante una pérdida lógica por la edad y cuándo nos tiene que generar cierta preocupación? A veces es difícil establecer un límite. Hablamos de cantidad de fallos y de calidad de fallos. Habitualmente es muy difícil determinarlo en una primera consulta, pero con el seguimiento sí lo vas viendo.
¿Cómo?
–Los errores de memoria aislados van avanzando en una línea en paralelo a la edad y generalmente no te tienen que limitar a nivel funcional. Tu forma de funcionar ha de ser la misma en tu casa, en tu trabajo, en tu vida cotidiana. Cuando ya ves que las líneas se separan, la del envejecimiento sigue como tiene que ser pero la otra es mucho más intensa, tienes que pensar que es algo diferente. Ya no se maneja con la medicación y hay que ordenarle el pastillero, se equivoca de parada de autobús, estando en casa duda si está en la del pueblo... Cuando hay una repercusión funcional no podemos considerarlo envejecimiento normal y hay un deterioro cognitivo, un grado de demencia que puede estar en diferentes estadios.
El párkinson puede afectar a personas muy jóvenes.
–Es una enfermedad que tiene esa peculiaridad. El alzhéimer, salvo casos muy concretos, no se da en gente joven. El párkinson sí, por eso hay definiciones de lo que es párkinson estándar, precoz, juvenil e, incluso, párkinson infantil. En el párkinson la carga genética está más demostrada, existe el componente multifactorial, pero cuanto más baja es la edad es más frecuente que el componente genético sea más potente. El factor ambiental ha tenido menos tiempo para actuar. Si se hace un estudio genético a personas en las que la enfermedad ha empezado antes de los 50 años, es muy probable que se encuentre una alteración genética. Existen personas con párkinson que debutan con menos de 50 años pero también con menos de 30, 20, e incluso hay personas que nos dicen que los síntomas empezaron siendo niños y hay fotos en las que se ve que tenían claros rasgos de párkinson. Otra cosa es que con una evolución lenta no se manifieste hasta décadas después. Michael J. Fox empezó con 27 años.
¿La evolución es diferente?
–Nunca es bueno tenerla, claro está. Si se le diagnostica la enfermedad a una persona de menos de 50 años es lógico que piense que no le toca por edad, pero tiene un cerebro más sano. Una enfermedad neurodegenerativa es mejor en un cerebro sano que en uno afectado por la edad o factores vasculares. Ese cerebro sano te permite también una respuesta mejor a diferentes tratamientos, desde fármacos convencionales a terapias avanzadas que se puedan plantear, como la cirugía. Tienes por delante muchos años, pero también muchas alternativas terapéuticas. Nuestra labor también pasa por demostrarles que se puede vivir con la enfermedad.
¿Cuando a una enfermedad se le pone el apellido de neurodegenerativa también se le pone el de incurable?
–Las palabras neurodegenerativa, progresiva, incurable... tienen una carga muy negativa. No la utilizamos con el paciente porque conllevan estigma. Hay enfermedades que son para toda la vida. Una persona asmática se supone que lo es para siempre, quien ha tenido un problema cardíaco tiene que estar en adelante muy atento, en oncología hay que vigilar por si el cáncer se reproduce... En medicina siempre hay esa cronicidad latente en todo. La palabra curación muchas veces no existe en medicina, excepto en las infecciones, cuando combatimos una bacteria y le ganamos con un antibiótico. Tenemos que hacer ver que existe el nacimiento, la enfermedad y la muerte y que con la enfermedad se puede vivir.
En estas enfermedades no se puede hablar de prevención.
–Los hábitos tóxicos son malos para todo. Para hacer neuroprotección lo no tenemos que meter tóxicos. Una cosa es el consumo moderado de alcohol, socializar... Pero cuando notas algo, hay que evitar todo eso al 100%. La hipertensión, la diabetes, el colesterol elevado... son factores de riesgo que tienes que asegurarte de tener controlados. Pero es cierto que no hay nada en prevención que esté totalmente demostrado. Es verdad que quienes han tenido una vida más sedentaria están en más riesgo. Y a las personas con este tipo de enfermedades hay que inculcarles que, en la medida de lo posible, estén activas. La actividad física tiene un efecto protector, porque mejora desde el punto de vista cardiovascular y lo que es bueno para el corazón lo es también para el cerebro. Pero lo cierto es que la neurodegeneración continúa su proceso, todavía no hay un fármaco o una dieta neuroprotectora a ese nivel.