La sanación ocupa un lugar central en el proceso de reconciliación tras un conflicto armado; es el camino para cicatrizar las heridas. Guatemala, que sufrió una guerra durante 36 años en la que se utilizó la violencia sexual de forma sistemática contra las mujeres indígenas, es un país de referencia en la utilización de la sanación para acompañar a las mujeres víctimas en la superación de sus traumas.

“Hemos ido recuperando el cuerpo a través de ejercicios, terapias corporales y energéticas, danza, meditación y elementos de sanación desde la cosmovisión maya y otras cosmovisiones”, explica Elsa Rabanales Vázquez, integrante de la colectiva feminista Actoras de Cambio, en una entrevista durante una visita a Bilbao invitada por la ONG Mugarik Gabe. El grupo comenzó su andadura en 2004, ocho años después de la firma de los acuerdos de paz, con el objetivo de romper el silencio en torno a la violencia sexual que se vivió durante la guerra y recuperar la memoria histórica.

“Romper el silencio ha sido un paso que marca la vida de las mujeres, el momento en que nos posicionamos públicamente a hablar de violación sexual, las voces se expanden a otros espacios y otras mujeres, y ahí es donde vemos también que no estamos solas”, señala esta mujer maya mam. Así, a través de procesos de sanación, de empoderamiento, de reconstrucción de la memoria histórica y de lucha por la justicia, Actoras de Cambio pretende que las mujeres sobrevivientes de violencia sexual durante la guerra logren salir del dolor. “No queremos nombrarnos víctimas, la expresión ‘sobreviví, estoy aquí y estoy viva’ tiene mucha fuerza. La memoria ha sido muy importante, poder hablar y recordar, pero no queremos quedarnos en el dolor. El dolor hay que vivirlo y transitarlo, pero hay que soltarlo. Es un trabajo muy profundo del cuerpo, hacia adentro”, subraya.

Actoras de Cambio celebra desde 2008 festivales nacionales, en los que se ha hablado de la violencia sexual sufrida. “Cuando se rompe el silencio vienen otras mujeres y dicen: a mí también me pasó. Ahora ya no me siento sola, hay una red de mujeres que me acompañan”, explica. Pero el objetivo no solo es recuperar la memoria histórica de la guerra, sino la no repetición de estos crímenes, porque el silencio y la impunidad siguen alimentando la violencia sexual contra las mujeres hoy en día en Guatemala.

“La impunidad es el nexo entre la violencia sexual de ayer y los asesinatos de hoy”

Elsa Rabanales - Integrante de Actoras de Cambio

La comisión para el Esclarecimiento Histórico -la comisión de la verdad y la reconciliación de Guatemala- documentó 42.275 casos de violaciones a los derechos humanos, 1.465 de ellos de violencia sexual (3,4% del total). De estos últimos, solo se pudieron verificar 285. Hoy en día, la impunidad en torno a los casos de violencia sexual ronda el 90%. Para Elsa Rabanales Vázquez, “la justicia penal no es justicia”.

“Nosotras hemos llegado a la conclusión de que el Estado no nos repara, no nos hace justicia. Todo lo contrario, el Estado nos reprime, nos revictimiza y nos invisibiliza. Cuando hacemos una denuncia de violación sexual ya sea en la guerra o en la actualidad se pone la presión sobre la mujer, tenemos que demostrar que hemos sufrido una agresión sexual y las preguntas que nos hacen nos vuelven a victimizar”, señala. “La justicia para mí es este grupo de mujeres que me escucha, que me ve, que me acuerpa, me protege, me acompaña, donde puedo llorar sin miedo, sin vergüenza, sin sentir culpa y, sobre todo, sin sentirme juzgada”, concluye.

Reconciliación

La sanación es uno de los cuatro instrumentos de los procesos de reconciliación, los otros tres son la justicia restaurativa, las comisiones de la verdad y las políticas de reparación. Durante ese proceso, las partes implicadas deben reconocer sus responsabilidades en los crímenes, se debe conocer la verdad y es necesario que pidan perdón. Sin embargo, en el proceso de paz de Guatemala, la mayoría de los casos de violencia sexual quedaron no solo en la impunidad, sino bajo un manto de silencio. Para Actoras de Cambio, este silencio y esta impunidad está relacionada con la violencia que se vive hoy en el país.

“Esta violencia brutal desatada contra las mujeres a través de la destrucción de sus cuerpos en la etapa post-conflicto nos recuerda que las causas estructurales de la misma siguen vigentes. La cultura misógina, racista y clasista sigue marcando las relaciones sociales. Además, ilustra que la impunidad es uno de los nexos entre la violencia sexual de ayer y los asesinatos de hoy”, señalan en la investigación Tejidos que lleva el alma. Y es que los procesos de reconciliación, llevados a cabo mayoritariamente por hombres sin tener en cuenta la voz de las mujeres víctimas, apenas han incorporado una dimensión de género en la experiencia de la guerra.