Con un 2022 batiendo récords de mortalidad, hay más hipótesis que certezas sobre los motivos, y ninguna autoridad científica o sanitaria ha sido capaz de ofrecer causas objetivas. El epidemiólogo Enrique Peiró, jefe de Programas de Salud Pública de Osakidetza, intenta arrojar luz sobre este controvertido asunto, apelando a la prudencia. “Admitiendo que hay varias posibles causas, -asegura-, hay que relativizar mucho las estadísticas de mortalidad porque hay que hacer progresos en cuanto a la codificación y en cuanto a adjudicar esa defunción una determinada patología”, afirma. 

Las estadísticas del MoMO, el sistema de monitorización de la mortalidad que realiza el Instituto de Salud Carlos III, dan por sentado que hay un exceso de fallecidos en todas las comunidades. 

Es un tema que debemos abordar con mucha cautela porque tampoco ha habido tiempo para evaluar los eventuales impactos de la pandemia, o de un verano 2022 especialmente caluroso. Una evidencia objetiva porque hay una serie de días que se batieron máximos de temperaturas de la serie histórica. El problema es cuando nos movemos en cuestiones que son estimaciones o suposiciones.

El MoMo acaba de actualizar la situación a fecha 4 de enero. ¿Qué dice el informe? 

Está comparando desde el 1 de enero de 2020 hasta la actualidad. En ese periodo, el MoMo ha identificado en el País Vasco 6.678 exceso de defunciones por todas las causas y 289 defunciones atribuibles a la temperatura. Afirman que el exceso de mortalidad ha disminuido en un 34% en muertes debidas a todas las causas. Mientras que la mortalidad atribuible a la temperatura en ese mismo periodo se ha duplicado.

"Lo que es objetivable es que se ha producido un exceso de muertes debido al calor porque ha sido un año extremadamente cálido"

Pero hay otro informe anterior, centrado en comparar el 2022 con el 2021, en el que no salimos tan bien parados. 

Ese dice que el exceso de mortalidad por todas las causas en el País Vasco aumentó en un 11,4% mientras que a nivel estatal creció un 15%, mientras que la mortalidad atribuible a la temperatura se cuadriplicó. Pero todo esto es para cogerlo con pinzas. Es hacer una interpretación cualitativa de lo que no deja de ser un informe cuantitativo basado en estimaciones.

El 34% de disminución parece directamente atribuible al coronavirus, mientras que el 11% de aumento hace sospechar algo más.

Ellos centran mucho su interpretación en el calor. Porque de hecho, el MoMo nace en 2004 a raíz de la primera ola importante de calor del siglo XXI en Europa, la de 2003, que afectó sobre todo a Francia. Una de las consecuencias de aquella ola y sus potenciales repercusiones en salud fue la aparición de este organismo. 

Y en 2022 ha vuelto a hacer muchísimo calor.

Ese sí es un dato objetivo. En el verano de 2022, las temperaturas han sido especialmente elevadas, mucho más que en años anteriores. Eso es algo indiscutible.

¿Usted cree que el calor está detrás de todo este exceso de muertes? Es lógico pensar que existen otros factores.

Estoy convencido de que es multicausal, de que no hay un solo factor sino de que son varios. Lo que creo también es que no vamos a poder conocer con garantías y certezas las causas de esto hasta que pase un tiempo. Para determinar el peso de un factor o de otro hay que disponer de un periodo de seguimiento significativo. Necesitaremos una década larga para valorar y afinar el por qué del potencial exceso de muertes. ¡Qué menos que diez años para tener un periodo de seguimiento suficiente! Es muy arriesgado hacer interpretaciones sin tener la certeza de que los datos de mortalidad que manejamos están optimizados. Ellos dicen, referido al calor, que podría haber causado la descompensación de las patologías de personas mayores frágiles, en estratos vulnerables desde el punto de vista sociosanitario... y que eso podría haber impactado más en la mortalidad.

Recientemente el consejero de Sanidad asturiano atribuyó la gran cantidad de defunciones a la mayor vulnerabilidad de las personas contagiadas de covid para sufrir ictus o accidentes cardiovasculares.

Cada uno es responsable de sus afirmaciones pero yo no me atrevería a hacer una valoración de ese tipo. Ha habido manifestaciones relacionadas con enfermedades cardiovasculares y con ictus, manifestaciones relacionadas con retrasos diagnósticos, con vacunas... Lo que sí me atrevo a decir es que la edad es un gran factor de riesgo. Al igual que cualquier causa que genera disminución de las defensas de tu organismo, desde tratamientos farmacológicos a procesos oncológicos. Todo lo que sea tener comprometido el sistema inmunitario es una causa indiscutible. Es un terreno que predispone a la gravedad.

"Todo lo que sea tener el sistema inmunológico comprometido también puede ser una causa indiscutible de muerte"

¿Hasta qué punto pueden tener que ver los retrasos, por ejemplo, en cribados, en los diagnósticos de tumores o en los tratamientos de patologías graves como consecuencia de la pandemia?

Todo ha podido contribuir. Es evidente que en los momentos más duros de la pandemia, los profesionales sanitarios han tenido que priorizar pero siempre han tenido en cuenta la gravedad y han antepuesto lo urgente. Una cosa es que tú priorices y que, se puedan producir retrasos en determinados procesos asistenciales, pero también entiendo que aquello que es más urgente o más vital no se ha demorado. ¿Me atrevería a afirmar que no ha habido un cierto nivel de retraso que haya podido condicionar un eventual exceso de mortalidad? No, no lo haría. Pero me parece muy difícil cuantificar eso de una manera real. Saber cuál ha sido su peso junto a, por ejemplo, una sobrecarga de los sistemas asistenciales, es casi imposible.

Algunas teorías alimentan a los movimientos antivacunas porque barajan como hipótesis que el exceso de muertes obedezca a los efectos secundarios de las vacunas.

Ahora mismo en que aquellos países en los que la mayor parte de su población se encuentra protegida con las vacunas ARN mensajero la mortalidad ha descendido sustancialmente y la repercusión asistencial de esta pandemia también. Es un hecho que la mortalidad es muy superior en poblaciones que no han recibido la vacuna. Y otro hecho constatable es que las reacciones adversas reconocidas y documentadas han sido leves. Porque no se tiene constancia de problemas graves asociados a la administración de vacunas. Por eso digo que, en algunos casos, se realizan manifestaciones no contrastadas.

Hablamos siempre de fallecimientos de personas muy mayores ¿verdad?

En cuanto a la edad de los fallecidos, en el informe MoMo, que hace referencia a 2022, la mortalidad es máxima en los grupos de edad de mayores de 75 años, dicen, donde se concentra el 85% de los excesos por todas las causas y también de las atribuibles a la temperatura.

¿Podemos extraer alguna enseñanza de todo esto? 

Sí, que es fundamental la higiene de vida y el llevar unos estilos de vida saludables para poder garantizar y preservar el sistema inmunitario. Pensando en positivo, habría que potenciar todos los programas de prevención, y especialmente los relacionados con el aumento de temperatura porque en los últimos años se están produciendo demasiados episodios de temperaturas excesivas.