“Curamos más y curamos mejor”. Es una afirmación suya. ¿Es así?
-Es así. En cánceres de mama, en particular, y en otros también. Curamos más porque las tasas de supervivencia son mayores. A día de hoy podemos decir que la inmensa mayoría de las mujeres con cáncer de mama se curan y cada vez curamos más, pero no solo es eso. Se trata de curar mejor en el sentido de impactar menos en la vida de la paciente con nuestros tratamientos. Por ejemplo, el paradigma es la utilización de la quimioterapia y cada vez la utilizamos menos para curar. Esto es importante porque es el tratamiento que más toxicidad tiene. Cada vez somos más capaces de distinguir mejor a qué pacientes necesitan o cuáles no necesitan quimioterapia. Eso por un lado y por otro, los nuevos tratamientos que se están desarrollando y llegan a nuestras consultas ya casi ninguno son de quimioterapia como la de antes. Son tratamientos biológicos que son más eficaces, pero sobre todo son menos tóxicos. Eso es por lo que decimos que es un pronóstico no solo de vida, sino de reincorporación al trabajo, de recuperación de la vida normal, afectiva y social.
¿Esta bajando la media de edad de las mujeres en las que están apareciendo el cáncer de mama?
-No hay un gran cambio. Es una pregunta recurrente porque da la sensación de que cada vez hay más casos jóvenes. En realidad, lo que ocurre es que los casos jóvenes son como mucho más llamativos y tienen mucho más impacto. Pero la media del diagnóstico en el cáncer de mama está alrededor de los 60 años y se mantiene ahí. Sí es verdad que está bajando un poco, pero no tanto para decir que cada vez hay más casos en gente joven. Eso es porque la gente joven ya no tiene miedo a decir que tiene cáncer y además porque tiene más impacto social muchas veces.
Aunque, como usted dice, haya bajado un poco, ¿se contempla que se empiecen a hacer mamografías a una edad más temprana o incluso hacer cribados entre la población más joven?
-A día de hoy se empiezan a hacer a los 50 años excepto si tienes antecedentes, que se empiezan a hacer a los 40, y tenemos que mejorar esto. Pero no pensamos que la mejoría principal de los programas de diagnóstico precoz vaya a ir por aumentar la edad, sino por personalizar el programa de seguimiento. Es decir, a día de hoy, a todas las mujeres se les hace cada dos años. Lo que pensamos que pueda ocurrir es que seremos capaces de hacer grupos de riesgo donde haya mujeres que igual se puedan hacer mamografía una vez cada cinco años, u otras técnicas si salen, y otras que igual se la tienen que hacer cada año porque tienen más riesgo. En lo que están avanzado los programas de diagnóstico precoz no es tanto en aumentar las edades y ya está, sino en hacerlos mejor, más adaptados al riesgo porque hay veces que algunas se nos escapan, se diagnostican tumores de intervalo que decimos entre mamografía y mamografía, y eso es porque en general son pacientes de más riesgo y necesitarían un seguimiento más intensivo, mientras que a otras, con una mamografía cada cinco años les hubiera bastado.
¿Hay alguna razón por la que esté bajando esa media de edad?
-En cuanto a razones externas de estilo de vida y demás, aunque barajamos muchas, sabemos que hay influencia de algunos agentes externos en cuanto al riesgo del cáncer de mama. Se ha de decir que la mayor parte de los cánceres de mama no tenemos una causa que lo explique. Muchas veces explico a las pacientes que, desgraciadamente, lo que mejor explica el porqué lo ha tenido es la mala suerte. Dicho lo cual, hay factores ambientales como la exposición a estrógenos, la exposición a determinados factores tóxico ambientales, la tardanza de tener el primer hijo... Cosas del estilo de vida que sí que pueden hacer que aumente el riesgo, pero el impacto es bajo. No hay que ponerse muy nervioso y decir: Si no tengo hijos hasta los 40, voy a tener cáncer de mama. No. Aumenta un poquito el riesgo si lo tienes más tarde, pero eso no quiere decir nada. Lo dicho. Sí que puede haber cosas del estilo de vida como la obesidad, los estrógenos que pueda haber en productos plásticos o en otros productos tóxicos, o la tardanza en tener el primer hijo que pueden influir un poquito en la disminución en la edad de diagnóstico, pero es muy menor. No hay que tenerlo muy en cuenta.
¿Qué relación hay entre un embarazo tardío y el cáncer de mama?
-El embarazo no produce cáncer de mama. Por lo que nosotros sabemos, el embarazo no es un factor de riesgo para el cáncer de mama. Eso sí, las mujeres que no tienen hijos o los tienen muy tarde, tienen un poco más de riesgo de las que los tienen antes. Durante el embarazo es más difícil el diagnóstico del cáncer de mama. El impacto es tremendo que una mujer que acaba de tener un hijo tenga un cáncer de mama. Estos casos generan mucho revuelo y sonoridad. Que nosotros sepamos, la alteración hormonal que produce el embarazo no produce cáncer de mama. Lo que pasa es que tiene mucho impacto. Para reducir el cáncer de mama hay que tener hijos y tenerlos pronto.
¿Alguien que padece cáncer de mama puede parar el tratamiento para poder ser madre?
-La situación más frecuente en el cáncer de mama es que a una paciente se le diagnostica el tumor, se le opera y hace tratamiento de cinco o diez años con tratamiento hormonal. Son tratamientos para reducir el riesgo de recaída. Esos tratamientos los paramos durante un tiempo, si la mujer es joven, porque hay que pararlos para tener hijos. En algunos casos lo podemos parar para dar a la paciente la posibilidad de tener hijos. En lo que sabemos hasta ahora, no parece que hacerlo aumente el riesgo de recaída. Hay investigaciones en curso y siempre informamos muy bien a las pacientes. Eso no es igual que una paciente con un cáncer de mama metastásico, que rara vez se interrumpe.
¿Qué impacto ha tenido la pandemia en el cáncer?
-El efecto a largo plazo, que es lo que importa, que es que si ha habido más gente con cáncer y se ha curado menos, eso no lo vamos a saber a día de hoy. Pensamos que en el cáncer de mama no va a tener mucho impacto, porque el programa de screening se ha parado muy pocos meses porque no se han dejado de hacer tratamientos oncológicos. Han sido una prioridad. Se han parado otras cosas, pero esto no. Se han modificado cosas nuestras del día a día en cuando al acceso de los pacientes a la consulta, sí que hemos visto casos de pacientes que llegaban con el tumor más avanzado porque les daba miedo, entre otras cosa, ir a consultar... Han sido casos que tienen su importancia, pero que no son muchos y no han cambiado radicalmente. Como resumen, sí que ha cambiado el día a día, pero pensamos que en cuanto a las tasas de mortalidad y de curación no va a tener una gran trascendencia.
¿Cómo se puede cambiar la mentalidad de la gente en cuanto a los ensayos clínicos?
-Poco a poco y gracias al trabajo de todos, de los profesionales sanitarios y de los medios de comunicación. Antes se hacía muy poca investigación clínica y solo se hacían cuando no había alternativa. Ahora, por suerte, en nuestro ámbito, en Euskadi, en España, se hace mucha investigación. Es uno de los países donde más investigación clínica se hace y eso hace que la hagamos en todas las situaciones del cáncer, también en las del curable. Poco a poco, los pacientes van sabiendo que el hecho de que te ofrezcan un ensayo clínico es una buena noticia y que un hospital que haga ensayos clínicos es un hospital de calidad. Tenemos que insistir en el mensaje de que si alguna vez te ofrecen un ensayo clínico es una buena noticia. Es más, sistemáticamente los pacientes deberían de pedir, preguntar sobre la posibilidad de ensayos clínicos. Cuando uno tiene un cáncer debería preguntar sobre esto porque es una alternativa muy buena.