- Las familias de los 21 muertos en el hundimiento el pasado 15 de febrero del arrastrero gallego Villa de Pitanxo en aguas canadienses exigieron ayer una vez más en una nueva protesta bajar al pecio con el objeto de ver si hay cuerpos dentro del barco, hallar pruebas y, sobre todo, “no tapar la verdad”.

Son una docena los cadáveres que no han sido encontrados y María José de Pazo, hija del jefe de máquinas Francisco, uno de los doce, volvió a ejercer de portavoz desde la alameda de Marín (Pontevedra) para recordar a todos los fallecidos en el naufragio de Terranova con un “mensaje claro”: retomar la búsqueda con medios técnicos, que no humanos.

“Estamos diciendo siempre lo mismo. El apoyo de la gente, de toda la sociedad, nos da aliento para seguir”, ha expresado De Pazo junto a cartelería con fotografías de los que faltan y pancartas en las que se podía leer Búsqueda. Verdad y justicia o Pedro Sánchez: cumple tu promesa de continuar la búsqueda del Villa de Pitanxo. No más mentira.

María José de Pazo insistió en la idea de que tratar de dar con aquellos a los que el mar engulló es “nuestro legítimo derecho y nadie nos puede quitar reivindicar eso”, menos demandar esa localización con robots y drones subacuáticos.

“No con buzos. Que ya bastante desgracia hubo”, subrayó. “Vamos camino de dos meses y no se ha hecho nada”.

Compartió con todos los presentes esta mujer, ahora huérfana de padre, que el pasado viernes llegó a ellos un escrito del Ejecutivo central, sin firma, “un papel de folio y medio” en el que se les venía a decir que era “inviable” llegar al pesquero de grandes dimensiones y que por tanto su petición se daba por desestimada.

“Pienso que nadie lo ha firmado porque les daba vergüenza. Si se baja y no se puede acceder, no diremos nada más”, destacó, pero mientras no se callarán, “por los veintiuno y por todas las gentes del mar”.

Se quejó María José de que nadie les pueda concretar tampoco, un mes y 19 días después, el punto del hundimiento ni a qué profundidad está el Villa de Pitanxo.

“Ya está bien de darnos con la puerta en las narices. Nos duele este abandono, este desamparo”, afirmó.

Urgió, hastiada, una reacción antes de que acabe el verano. También porque “para tener información y demostrarla hay que bajar al barco; no se sabe cómo está, cómo tiene el aparejo. Muchos no quieren que se haga justicia. He ahí el problema”, dejó caer, sin alusiones expresas.

Porque pese a estar “cansados”, aseguró que están siendo “ejemplares”, “no insultando nunca a nadie”; pero lo que no pueden consentir es que a la gente del mar se la vuelva a “menospreciar”.