El CIC biomaGUNE acaba de cumplir 15 años e inicia una nueva etapa con una mujer en la dirección investigadora. Una excepción que Cortajarena (Bilbao, 1974) aspira a superar con el fin de dar un impulso a su centro, asentado ya a nivel internacional.

¿Qué es BiomaGUNE y qué supone este cambio en la dirección investigadora? ¿Cuál es su reto?

-Nuestro enfoque de investigación está centrado en el área de los biomateriales y los bionanomateriales, llevándolos a aplicaciones principalmente biomédicas, de nuevas terapias y nuevos diagnósticos. La misión del centro es hacer investigación de frontera de primer nivel, investigación fundamental, pero a la vez tenemos esta misión de hacer traslación, de llevar estos conocimientos que generamos más allá, hasta sus aplicaciones.

Me resulta chocante la palabra 'materiales' junto a lo bio. ¿De qué materiales hablamos? No son chapas de hierro, ¿verdad?

-Biomateriales pueden ser materiales hechos de biomoléculas. También hablamos del campo de bionanomateriales, donde podemos tener materiales inorgánicos, como nanopartículas de óxido de hierro, por ejemplo, nanopartículas de oro.

Explíqueme eso bien.

-Cuando trabajamos en esa nanoescala lo interesante es que emergen nuevas propiedades en los materiales. Un ejemplo muy claro que está en mente de todos hoy en día es, por ejemplo, el oro macroscópico: cuando pensamos en un anillo, pues el oro tiene esas propiedades de brillo, ese color dorado. Cuando vamos a un oro a escala nanométrica las propiedades cambian completamente y, por ejemplo, una solución de partículas de oro tiene ese color rojizo que hoy vemos en esos test de antígenos; esas líneas rojas son partículas de oro funcionalizadas con anticuerpos que van a reconocer esos antígenos. Ese color rojo viene del oro coloidal.

Vale, vale.

-Intentamos aprovechar esas propiedades emergentes de la materia en la nanoescala para generar esas herramientas de diagnóstico y de terapia. Este es el concepto de biomaGUNE.

¿Cuántos investigadores tienen?

-En BiomaGUNE somos 160 personas actualmente, de los cuales más de 120 son investigadores e investigadoras dedicadas 100% a la investigación; y tenemos contribuciones, personal de más de 20 países diferentes.

Usted llegó en 2016 y había estado antes en EEUU e Israel. ¿Por qué vino y cómo estamos en este campo en relación al resto?

-Cuando decidí venir, como investigadora, me ofrecía las garantías y el contexto que considero que son necesarios para poder llevar a cabo una investigación de primer nivel. El centro ha logrado posicionarse muy bien a nivel internacional por su investigación fundamental en esa área de bionanomateriales. El reto es mantenernos ahí, que siga siendo un centro atractivo para prácticamente cualquier investigador de nivel mundial, que no es fácil, porque la ciencia es un entorno muy cambiante y más hoy en día.

Gipuzkoa ha apostado por la biotecnología, con centros como Biodonostia, empresas como Viralgen, ViVeBiotech y ustedes, que llevan aquí quince años. ¿Qué podemos esperar de esto?

-Hay una apuesta firme localmente por esta área de investigación. El contexto a nivel de inicio, yo veo que es un buen inicio. Lo que he visto fuera es que necesitas una muy buena investigación fundamental, una masa crítica de gente, que yo creo que lo estamos consiguiendo; no un grupo aislado en un sitio aislado. Pero es verdad que necesitas ir más allá. Nosotros con esta misión de traslación, luego necesitas un contexto de empresas, esa especie de hervidero, de inversión.

Y supongo que esas empresas también les plantean retos y desafíos a ustedes.

-Efectivamente, plantean retos desde la aplicación a la investigación fundamental, y son capaces también, en la otra vía, de absorber y llevar más allá todo ese conocimiento de frontera y todas esas tecnologías que están emergiendo de centros como el nuestro. Ahí todavía hay camino por recorrer.

¿En qué podemos mejorar?

-La masa crítica de empresas biotecnológicas es relativamente limitada, las inversiones en estos aspectos son limitadas. De hecho, creo que nos falta un poco esa cultura del riesgo que supone la inversión en biotecnología. Tienes que invertir en 100 pequeñas empresas para que cinco o diez sean exitosas y eso revierta. Y aquí, hasta que no tengamos esos números, esa masa crítica, esa inversión, ese movimiento, yo creo que esto está muy en sus inicios y que va a ser uno de los retos a abordar a nivel local.

¿Cuánto duran estas aventuras?

-Son aventuras largas para las que hay que tener paciencia y dedicación. Hablamos de años, décadas o incluso más en algunos ejemplos. Los esfuerzos que estás poniendo durante mucho tiempo pueden ser fructíferos o pueden no serlo. O igual no parecen fructíferos en su momento e igual dentro de cinco o diez años otro grupo de investigación o empresa coge esa tecnología o conocimiento que se ha desarrollado y se utiliza para algo importante.

Póngame algún ejemplo de cosas que estén haciendo.

-Por ejemplo, un investigador nuestro está desarrollando un gas marcado radioactivamente para hacer imagen PET, que se inhala y se va a usar en principio para ver la ventilación de los pulmones.

¿Una radiografía de pulmón?

-Es un marcaje de grado de ventilación pulmonar directo a través de imagen de PET, pero está utilizando las capacidades de investigación fundamental aquí, en las instalaciones de radioquímica, porque hoy en día no hay una buena forma de ver esa imagen. Es un proyecto que se está impulsando hacia la posible creación de una empresa para que coja esa tecnología y lo lleve a un producto real.

Interesante.

-También estamos trabajando en tecnologías similares, donde en lugar de nanopartículas usamos nanoclústeres, que son todavía partículas más pequeñas metálicas; tienen unas propiedades de fluorescencia y con ello podemos desarrollar sensores más rápidos, para diagnóstico. También tenemos ciertas moléculas de ese tipo que las estamos usando para intervención en fibrosis cardiaca; de hecho, se han hecho estudios en animales donde vemos que lo que hemos desarrollado en el laboratorio inhibe la fibrosis cardiaca, que es un daño que no se regenera después de un infarto y no hay tratamiento.

La gran preocupación de nuestra sociedad se puede decir abiertamente que es el cáncer. ¿Qué tienen que ver ustedes con esto?

-Ahora que lo dices, pronto es el nanodía mundial contra el cáncer y es cómo se aborda esta enfermedad desde la nanomedicina, que puede ser un ámbito desde el que trabajamos nosotros. Estamos haciendo esfuerzos, desde esos nanomateriales que pueden tener propiedades de calentamiento. Se usan tratamientos de nanopartículas que calienten localmente el área del tumor; si somos capaces de direccionar esas partículas al tumor, podemos calentar específicamente esa área y destruir los tumores. Ese tipo de investigación se está llevando a cabo aquí; a través de impresión 3D de células para estudiar el cáncer y ver cómo los nanomateriales que generan pueden interactuar con las células y regularlas. Interferir a nivel terapéutico, pero también incluyendo otros sensores que nos van a dar información de cómo es ese microentorno de las células. El cáncer es uno de los grandes problemas hacia el que orientamos nuestra investigación.

¿Qué podríamos esperar de los tratamientos oncológicos a 20 años vista? ¿Dejará de existir el cáncer?

-Es más fácil hacer la reflexión en retrospectiva. Las terapias que hoy en día se aplican de rutina, como la inmunoterapia para el cáncer, son uno de los grandes hitos. Esos tratamientos hace 20 años no estaban y hoy se aplican en la clínica. Pero todavía queda mucho por hacer.

¿En qué punto estamos?

-Se ve cada vez más la complejidad del problema: que el cáncer no es el cáncer, sino que cada cáncer es un mundo y hay muchos tipos. Y se está abordando ese problema de forma más global; de cómo interaccionan las células de cáncer con el sistema inmune. Me parece importante cuando empezamos a ver los problemas de una forma compleja y empezamos a ver que hay muchos elementos.

¿Estamos viendo el cableado que antes no veíamos?

-Sí. Yo espero y creo que se puede hacer mucho desde campos como el nuestro; toda la gente que trabaja en la biología del cáncer entiende bien el problema e intenta abordarlo con una visión de mayor complejidad que sí nos va a dar un salto cualitativo, pero es muy difícil prever el futuro.

¿Son buenos o malos estos tiempos de covid para la investigación?

-Por un lado, la pandemia ha puesto en relevancia a nivel social la importancia de la ciencia; y que si hay interés y financiación, se pueden resolver problemas muy complejos de forma relativamente rápida. Se ve en la respuesta que ha habido, por ejemplo, con las vacunas. Yo también hago hincapié en que esto se ha podido hacer porque había muchos grupos de investigación de campos muy diferentes que han estado desarrollando conocimiento y herramientas para que de repente salte este problema y podamos abordarlo muy rápido. Por ese lado, puede ser un buen momento. Por otra parte, a nivel de financiación, con los fondos de regeneración, esperamos que no sea algo puntual.

Hay gente que esperaba una solución mágica y ya no se fía.

-Parte de la cosa bonita que estamos viendo es cómo funciona la ciencia a nivel real. Cómo la ciencia aborda un problema, plantea una solución que es la mejor en ese momento, y luego la valida y es buena; vale seis meses, y luego tenemos que mejorar, y después tenemos más datos y vemos dónde estamos, que es básicamente el método científico. A mí me gustaría que en lugar de negativo, sea educativo para la sociedad de qué es la ciencia. Tendemos a querer respuestas dogmáticas, pero tenemos que asumir que las realidades son cambiantes y que si como sociedad nos enfrentamos al futuro con esa perspectiva avanzaremos mejor.

"Tenemos unas 120 personas de 20 países dedicadas al 100% a la investigación de nanobiomateriales y somos reconocidos a nivel mundial"

"Hay nanomateriales con propiedades de calentamiento. Si somos capaces de direccionar esas partículas al tumor, podríamos destruirlo"

"Nuestra investigación se centra en los biomateriales, llevándolos a aplicaciones principalmente biomédicas: nuevas terapias y diagnóstico"

"Los materiales cambian en la nanoescala; ese color rojizo que vemos hoy en los test de antígenos son partículas de oro"