Grandes instituciones privadas de crédito de 45 países se comprometieron a financiar masivamente la descarbonización mundial para mitad de siglo, aunque la presidencia de la COP26 avisó de que esa promesa no reemplaza a los fondos que las grandes economías adeudan a los países en desarrollo.
El compromiso suscrito por 450 entidades como HSBC, el Banco Santander, Deutsche Bank, Morgan Stanley, BVVA, J.P Morgan, Grupo Financiero Banorte, Mitsubishi UFJ, Bancolombia o Bank of America asciende a 130 billones de dólares (112 billones de euros), que "es más de lo que se necesita para la transición global", según el responsable de finanzas climáticas de la ONU, Mark Carney.
"El dinero está aquí. Pero el dinero necesita proyectos alineados con las cero emisiones", agregó Carney, para señalar que ahora es necesario que proliferen los proyectos sostenibles donde canalizar esas inversiones anunciadas a través de la Alianza Financiera de Glasgow hacia las Cero Emisiones Netas.
Además, esa promesa tendrá que ir acompañada de mecanismos para medir y comprobar que ese dinero cumple efectivamente su objetivo.
"Los inversores necesitan tener tanta claridad y confianza en el impacto climático de sus inversiones como tienen en las métricas tradicionales de beneficios y pérdidas", dijo el ministro británico de Economía, Rishi Sunak.
El Reino Unido -país anfitrión de la conferencia del clima en la ciudad escocesa de Glasgow y uno de los grandes centros financieros internacionales- anunció también este miércoles que obligará a las empresas cotizadas e instituciones financieras que operan en su territorio a diseñar planes sobre cómo piensan descarbonizarse, que serán evaluados por una agencia independiente.
"Estoy de acuerdo en que todos tenemos que hacer más", dijo la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, quien recordó que EE.UU. ha anunciado que "cuadriplicará" su ayuda climática a los países en desarrollo.
Yellen aseguró que Washington creará nuevos mecanismos "innovadores" para atraer 500.000 millones de dólares al año en financiación climática (432.000 millones de euros).
PROMESAS INCUMPLIDAS
Esa ingente cantidad de capital privado que pretende contribuir a evitar que las temperaturas no suban más de 1,5 ºC a final de siglo respecto a los valores preindustriales no cierra la grieta de 20.000 millones de dólares (unos 17.300 millones de euros) que los Estados ricos adeudan a los países en desarrollo, según los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París de 2015.
En aquella gran cita climática, los gobiernos de las grandes economías del planeta se comprometieron a destinar anualmente a los países en desarrollo 100.000 millones de dólares (unos 86.400 millones de euros al cambio actual) entre 2020 y 2025 para ayudarles a acometer la transición energética.
Pero en 2020 solo se llegó a los 79.600 millones (68.800 millones de euros), según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y no se espera que ese agujero se cierre antes de 2023, reconoció el presidente de la COP26, Alok Sharma.
El presidente del Grupo de Países Menos Desarrollados, Sonam P. Wangdi, declaró que la coalición de 46 Estados a los que representa, donde habitan 1.000 millones de personas, necesita "solidaridad global".
"Somos los que menos hemos contribuido al problema del calentamiento global. Representamos menos del 1 % de las emisiones globales y aún así sufrimos desproporcionadamente (...). Nuestras vidas dependen de las decisiones que se tomen aquí en Glasgow", dijo el butanés.
Reclamó "más apoyo a la adaptación de esos países" y, en concreto, dinero para "pérdidas y daños porque la gente está sufriendo" y "el progreso aquí hasta ahora es decepcionante y, de alguna manera, espeluznante".
Solo en 2017, los huracanes atlánticos Harvey, María e Irma generaron daños por más de 224.000 millones de dólares (193,5 millones de euros) y Naciones Unidas estima que los países vulnerables precisan de 300.000 millones de dólares (259.000 millones de euros) al año para financiar su adaptación al cambio climático.
ECOPOSTUREO
Las grandes organizaciones ecologistas se han mostrado escépticas ante las nuevas promesas. Greenpeace, por ejemplo, ha criticado que los bancos que se han adherido a la iniciativa rechazaran el mes pasado una hoja de ruta diseñada por la Agencia Internacional de la Energía para detener la financiación de nuevos proyectos de gas, petróleo y carbón.