- Las protestas contra la obligación de mostrar el certificado sanitario para acceder al puesto de trabajo en Italia recorrieron ayer el país, en el primer día de su implantación, aunque sin llegar a pararlo, solo con algunas manifestaciones en puertos y ciudades.
Mario Draghi, primer ministro pero ante todo economista, no quiere que el coronavirus frene la recuperación este nuevo otoño pandémico y por eso ha obligado a todos los trabajadores, del sector público y privado, a presentar el certificado para entrar a sus puestos.
Desde ayer, para trabajar en una oficina, un restaurante o un taller italiano es preciso mostrar antes el conocido como Green Pass, que atestigua que su portador ha sido vacunado contra la covid-19, ha pasado la enfermedad o tiene una prueba negativa.
La medida, férrea y pionera en el continente europeo, ha sido aceptada por la inmensa mayoría de los empleados del país, pero también ha suscitado la indignación de muchos, que ayer protestaron aunque sin llegar a detener Italia como prometían.
La protesta que más preocupación causaba era la de los estibadores de puertos estratégicos como Génova (noroeste), cerca de la frontera con Francia, o el de Trieste (noreste), puerta de acceso y salida para los camioneros y transportistas de Europa del Este.
En este último, donde se esperaba la mayor manifestación, unos 3.000 trabajadores se movilizaron pero no obstaculizaron el paso de quienes no quisieron sumarse a la huelga, con lo que la actividad de su puerto transcurrió con normalidad, solo con algún retraso. Únicamente su dársena Cuatro permaneció clausurada porque es donde tenía lugar la protesta de los empleados, que seguirá hasta que no se revoque la medida, según anunció el líder de los trabajadores del puerto de Trieste, Stefano Puzzer.