- El derrumbe de un edificio de apartamentos en Peñíscola, que deja dos fallecidos -un menor de 14 años y una mujer- tiene noqueado a un pueblo que se agiganta en agosto por la llegada de turistas y veraneantes y donde ahora se mezclan sensaciones encontradas de angustia, suerte, solidaridad y esperanza.
Los equipos de emergencias, que forman un dispositivo de más de 140 personas, trabajan sin descanso desde última hora de la tarde del miércoles, con minuciosidad y con todos los medios técnicos a su alcance ante la mirada de numerosos medios de comunicación y de vecinos del propio inmueble siniestrado, que se preguntan cuándo podrán entrar a recoger algunas de sus pertenencias.
Los bomberos localizaron a las 18.15 horas de ayer el cuerpo sin vida de la mujer de origen cubano que permanecía desaparecida desde que cayó el edificio de tres plantas de altura. Unas horas antes -ayer por la mañana-, los efectivos sacaron de entre los escombros el cuerpo de un niño de 14 años -hijo de la pareja de la otra víctima- procedente de la localidad castellonense de Morella, pero residente junto a su familia en el edificio siniestrado. El mismo miércoles por la noche su hermanastro, de 26 años, pudo ser rescatado con vida por los servicios de emergencias y ayer permanecía ingresado, estable, en la UCI del Hospital de Vinaròs.
Ambos jóvenes convivían con la mujer fallecida y su pareja, el padre del menor muerto, de manera permanente en este complejo de viviendas; el hombre recibe atención psicológica tras haber salido ileso, al abandonar el inmueble antes del colapso. Al igual que otros muchos de los 300 vecinos que fueron desalojados del inmueble y que reconocían sentirse afortunados de no haber estado dentro de las viviendas cuando la estructura colapsó por causas aún desconocidas.
El edificio de 55 apartamentos fue construido en 1989 y se inauguró en 1991, según explicó una de las vecinas cuya casa se derrumbó, junto con otras 17 viviendas, sobre las 19.30 horas del miércoles en la urbanización Font Nova, situada en la zona sur de Peñíscola, en el bello enclave de la Serra d’Irta.
Esta propietaria, Arantxa, que es vecina de Iruñea, salió junto a su pareja el domingo hacia su ciudad natal dejando en el apartamento familiar a su hijo, Adrián, a quien podía la emoción junto al lugar del derrumbe y agradecía la suerte de que en el momento del accidente se encontrara disfrutando de una de las calas del parque natural.
Otra vecina, Maite, se acercó a la zona junto a sus dos hijos para saber si podía acceder a su vivienda, ya que, si bien está en el mismo edificio siniestrado, su apartamento no colapsó. Maite y sus hijos pasaron la noche del miércoles en casa de una desconocida, que ya no lo es, que salió en ayuda de los vecinos afectados, envió a sus hijos a casa de un familiar en el casco urbano de Peñíscola y alojó en sus habitaciones a otro vecino afectado por el derrumbe, al que tampoco conocía, a Maite y sus dos hijos, que salieron con lo puesto y solo tienen entre sus pertenencias las llaves de su apartamento.
El resto de vecinos acudió a casa de familiares y conocidos y la concejalía de Servicios Sociales buscó alojamiento a nueve familias, unas treinta personas, en hoteles de este municipio turístico que se encuentra casi al completo de su ocupación -con más de 100.000 personas- aunque la respuesta fue “ejemplar” e inmediata, según expresó el alcalde, Andrés Martínez, quien no ha abandonado el lugar del siniestro.
Se trabaja también en buscar una solución habitacional más a largo plazo para aquellas personas realojadas, según el conseller de Vivienda, Rubén Martínez Dalmau, ya que tras el rescate de las víctimas, se evaluará el estado del edificio.
Los equipos de emergencias trabajaron ayer durante muchas horas para localizar a la mujer, a la que en principio se buscó en un punto indicado por los testigos presenciales y que finalmente se pudo hallar por el sonido de su movil. También fue necesaria la ayuda de una grúa para la retirada de grandes placas de hormigón apiladas sobre el lugar de búsqueda. Los perros de rescate han sido determinantes en la localización de las personas atrapadas, y los bomberos tuvieron que trabajar con sumo cuidado ayudados por un láser de detección de movimiento para evitar nuevos derrumbes.