"VIVIR en el epicentro mundial de la pandemia es durísimo". María Contel, profesora navarra afincada en Nueva York, no exagera. "Han muerto varias personas de mi centro de trabajo, así como vecinos y una profesora del colegio de mis hijos. Todo el mundo conoce a gente afectada y muchas personas han perdido el empleo y, con él, el seguro médico", esboza la catástrofe y recuerda cómo, en pleno pico, "se oía una ambulancia cada dos minutos. No paraban. Era desesperante".

Fosas comunes, cadáveres apilados en camiones de mudanza, una enfermera que denuncia "negligencias" con pacientes afroamericanos y latinos... Las noticias resultan alarmantes. "Todo me ha impresionado. Esas son las personas con las que convivo, ya que trabajo en una universidad pública a la que acude la gente con menos recursos. Buena parte de nuestros estudiantes trabajan a tiempo completo y como personal sanitario. Me afectó mucho que dos personas de mi centro, de unos treinta años, fallecieran cuando decían que solo moría gente muy mayor y muy enferma", lamenta.

El suicidio de la jefa de urgencias de un hospital de Manhattan, tras confesar a sus familiares que no soportaba ver morir a tanta gente, deja entrever lo que se vivió de puertas para adentro. "Un amigo enfermero de un hospital privado me dijo que estaban echando a los lobos al personal sanitario y que no me podía ni imaginar cuál era la situación. Se le veía estresado y daba la sensación de que ir a trabajar era una auténtica tortura", se hace eco Luis Koitz Foncillas, periodista y fotógrafo navarro que lleva 25 años viviendo en Nueva York. "Ha sido muy difícil para todos, en particular, para este sector, que se ha enfrentado a la falta de previsión, de mascarillas y de equipos de protección", denuncia.

En Nueva Jersey, "a dos kilómetros del punto cero de la pandemia", Julen Abio, regidor de televisión vizcaino, corrobora que también están "muy afectados". "Han muerto algunos amigos y unos cuantos conocidos", afirma. De ahí su temor a que su hija se reincorpore a su empleo después de dar a luz. "Hace fisioterapia ??y es un trabajo de mucho riesgo?. Tengo miedo por ella".

Tras destacar lo "triste" que es que "las familias no puedan ver a sus seres queridos después de muertos ni despedirles en un funeral", Julen admite que le ha "impactado ver los camiones frigoríficos llenos de cuerpos y las fosas que han hecho en los cementerios públicos para apilar los féretros en unas cantidades y de una manera que yo nunca había visto".

EL COVID MATA MÁS A LAS MINORÍAS "AQUÍ LA SANIDAD NO ES UN DERECHO, ES UN NEGOCIO"

Confinada desde mediados de marzo con sus hijos de 9 y 10 años, ya que su marido es bombero y sale a diario de casa, María cree que la ausencia de un sistema de salud público ha contribuido a la propagación de la pandemia en Estados Unidos, siendo los afroamericanos e hispanos los más perjudicados. También ha influido, apunta, "el hecho de que la gran mayoría de personas de esos colectivos tienen trabajos sin derecho a paro, por lo que tienen que salir a la calle a ganarse la vida. En Estados Unidos mucha gente tiene mala salud porque no puede ir al médico o coger una baja, así que algunos ya tenían complicaciones o patologías", explica.

Recluido con su marido, diseñador de interiores, Koitz tampoco alberga ninguna duda de que el covid-19 se ha ensañado más con las minorías por su dificultad para acceder al sistema sanitario. "La gente con pocos recursos ha tardado más en ir a los hospitales. Además, había mucho miedo en la población y solo acudían cuando la situación era desesperada", señala. Sobre la posibilidad de que, pasada la crisis, "el país se replantee el acceso a una sanidad universal" no se muestra optimista. "En EE.UU. la sanidad no es un derecho, es un negocio y eso complica mucho las cosas", censura. Respecto a la denuncia de discriminación racial realizada por una enfermera, quiere "creer que se trata de un caso aislado". "No he escuchado quejas por el trato recibido en los centros sanitarios, más bien al contrario. Todos agradecen el trato profesional y humano. Otro asunto será cuando empiecen a recibir las facturas y no puedan pagarlas. Ahí se verá cuál es la verdadera división por cuestión de razas y me refiero a la división económica y de clase".

Recién retirado de su trabajo, en la cadena ABC, Julen supone que "a los famosos y a la gente con dinero y mejores seguros se les tratará algo mejor, pero aquí a nadie se le niega servicio en un hospital aunque no haya un sistema de salud público", defiende. No obstante, confirma que "las noticias hablan a menudo de que están muriendo más afroamericanos e hispanos. No sé si es porque les tratan peor en el hospital, cosa que dudo, o porque tienen problemas de salud??? previos que hacen que el covid les afecte más", especula. Quizás también haya tenido algo que ver en la estadística la espantada de los ciudadanos con mayor poder adquisitivo. "Al principio se oía que mucha gente de perras se iba de la ciudad", recuerda Julen.

CALLES DESIERTAS Y UN DURO ENCIERRO "PARECÍA QUE VENÍA UNA BOMBA ATÓMICA"

Menos tráfico, viandantes con mascarillas, tiendas, escuelas y parques cerrados... El Brooklyn al que se asoma María una vez por semana resulta "muy triste", aunque le ha ofrecido una experiencia inédita. "Las colas en los supermercados son muy largas, pero una vez dentro es increíble el no hacer la compra en un sitio abarrotado como antes", comenta. Por gratificante que resulte ni de lejos compensa. "Soy muy activa y ahora tengo que teletrabajar y a la vez estar al tanto de la educación de los niños en línea. Al principio fue muy duro. Echo de menos caminar, ir a correr, hacer planes con los amigos... Me ha salvado el hacer ejercicio en familia todos los días", reconoce y aclara que no es la única a la que el encierro le pesa. "La gente está muy cansada de estar en casa porque los apartamentos en Nueva York son pequeños", justifica. Como contrapunto, ensalza la solidaridad. "Hay muchos grupos comunitarios ayudando a la gente, llevando comida, cuidando a niños del personal sanitario... También hay mucho activismo para cambiar el sistema".

Lo que más le sorprendió a Koitz la primera vez que, en plena pandemia, puso un pie en la calle fue el silencio, roto solo por las sirenas. Nada que ver con la ciudad "ruidosa y llena de vida" a la que estaba acostumbrado. Ahora que "la gente sale más", le llaman la atención quienes actúan "como si nada hubiese cambiado: algunos no llevan máscara, no guardan las distancias, salen a los parques€ Sorprende la falta de responsabilidad y solidaridad, si bien es cierto que son solo una minoría". Dado que por su "densidad de población o la necesidad de ir en transporte público Nueva York ha sido la ciudad más afectada", Koitz apenas sale dos días por semana a comprar y dar un paseo. "Cada vez se me hace más duro. Echo de menos a mis amigos, salir a cenar..., pero aun así me considero un privilegiado", aclara.

Julen no pisa Nueva York desde principios de abril. "Daba miedo la falta de gente en las calles. Parecía que habían anunciado que venía una bomba atómica y todos se habían fugado", imagina. Ahora sale casi todos los días a hacer ejercicio por Nueva Jersey y a las siete de la tarde se suma a la cacerolada para agradecer su labor a su vecino médico. "Cuando no está en el hospital sale para acompañarnos", relata y confiesa que echa de menos su trabajo "en un programa de televisión donde estaba en contacto con artistas, actores y músicos famosos de EE.UU.". Aunque no sean celebrities, también añora a sus compañeros, al tiempo que teme "una segunda ola de coronavirus ahora que empiezan a abrir ya los comercios".

TEMOR A LA HUIDA DE COMPAÑÍAS "AFECTARÁ MÁS A LA BOLSA Y A LA ECONOMÍA QUE EL 11-S"

Convencido de que "esta pandemia afectará mucho más a la bolsa y a la economía que el 11-S", debido, entre otras cosas, a que "el miedo" perdurará en el tiempo, Julen augura que "muchas tiendas no sobrevivirán" por más ayudas que les brinden, mientras que "ciertas compañías, como Facebook, Amazon o Neftlix, están resultando beneficiadas y manteniendo la bolsa en ciertos niveles".

La preocupación que le ronda a María es que las grandes compañías y entidades financieras se vayan de la ciudad. "Al cerrar y trabajar en línea pienso que ya no volverán porque los gastos son muy altos. Por tanto, no pagarán los impuestos que contribuyen a sostener la ciudad y su sistema público de educación, transporte y servicios sociales. Además, generaban puestos de trabajo y dinero en comercios y restaurantes", expone y reitera que le "aterra contemplar la posibilidad de una gran pérdida de la población y el empobrecimiento general de los que se queden". "Aquí se está notando la crisis de forma muy dramática. La enfermedad y la muerte están afectando a los más pobres y la crisis económica también. En mi universidad han comenzado a cortar presupuestos y a no renovar contratos. Lo mismo se espera en escuelas y centros sanitarios. Es terrible", denuncia.

Koitz ha visto cómo la falta de trabajo se ha cobrado la vida de un amigo, fallecido recientemente por un ataque al corazón. "Tenía un negocio de transportes y desde febrero apenas trabajaba. Estaba muy estresado y se le estaban agotando sus ahorros. No murió por el coronavirus, pero sí por un motivo relacionado con la pandemia", interpreta Koitz, para quien "los países ricos saldrán mejor parados, pero se avecinan años difíciles para todos".

CRÍTICA A LA GESTIÓN DE TRUMP "INTERESADO SOLO POR SER REELEGIDO, HA MENTIDO"

"Interesado solo por su índice de popularidad y por ser reelegido", Donald Trump "ha mentido a la población desde el primer día", critica Koitz, a quien le gustaría que "saliera derrotado", si bien no las tiene todas consigo. "Bret Stephens, del Times, asegura que cuenta con grandes ventajas sobre su rival: dinero, su presencia en redes sociales y el hecho de que ser presidente le permite un acceso a la prensa y unas oportunidades que otros no tienen. También es cierto que la situación va cambiando debido a la penosa manera en la que está dirigiendo la crisis sanitaria y económica".

Aunque Julen admite que el presidente de EE.UU. "podía haber manejado mejor la crisis" y que "el 60% de la población ve muy mal la manera en la que está reaccionando", opina que, "haga lo que haga Trump, siempre hay quien le critica. Cuando cerró la entrada de vuelos de China le llamaron racista. Después le criticaron por no cerrar los de Europa antes".

Además de no saber "ver la urgencia de la situación y actuar demasiado tarde", María le reprocha a Trump haber "ignorado los consejos de científicos y autoridades en salud pública" y los recortes realizados en esta materia. "En Nueva York la mayoría espera que no gane, pero su electorado le es fiel y considera que ha hecho una buena labor, ya que está instigando a abrir negocios y no dar visados de trabajo o permitir el asilo", argumenta.

ESPERAN CAMBIOS TRAS LA CRISIS "APRECIAREMOS MÁS EL CONTACTO HUMANO"

A falta de bola de cristal, María cree que esta crisis "nos va a hacer revaluar el sistema económico y social". A su juicio, "este sistema capitalista, extremo en EE.UU., y la globalización no son sostenibles", por lo que confía en los jóvenes y espera que haya "cambios radicales, que requerirán tiempo y revueltas sociales".

Algunas novedades, opina Julen, han llegado para quedarse, como las mascarillas, que "nos ayudarán a paliar la gripe", o el teletrabajo. También, aventura, "apreciaremos más la conversación diaria, el abrazo y el contacto humano, que se estaba perdiendo porque estábamos mejor conectados con nuestro móvil que con nuestros amigos y familiares".? Convencido de que "esta no será la última pandemia", espera que "el mundo esté mejor preparado" para la próxima y "tome medidas para controlar antes la situación". Un deseo que, de momento, habrá que poner en cuarentena.