VITORIA- No han sido muy duraderos ni tampoco muy largos, pero los paseos que han permitido este domingo a miles de niños vascos volver a salir de nuevo, tras más de cuarenta días confinados, han supuesto un soplo de aire fresco que ha "punteado" de esperanza infantil las, hasta ahora, tristes y vacías calles de Euskadi.
Algunos provistos de mascarillas, casi ninguno con guantes, y todos ellos incómodos con las protecciones, han ido saliendo de sus casas a cuentagotas y sin madrugar, desde las nueve de la mañana, para redescubrir un mundo que intuyen distinto por "el coronavirus" y que la mayoría no entiende aún muy bien en qué ha cambiado.
La impaciencia acumulada durante más de seis semanas de encierro en las que no han salido para ir al colegio, hacer deporte ni acudir a sus actividades extraescolares ha podido con el día tristón y nuboso que ha amanecido este domingo en Euskadi y, poco a poco, han ido saliendo a la calle con muchas cautelas, previamente aleccionados por sus familias sobre "qué se puede hacer y qué no".
Los progenitores y las personas que han ejercido de supervisoras han tenido en cuenta para ello el llamamiento al "sentido cívico" realizado por la Ertzaintza, que ha recomendado a las familias "autodisciplina y conciencia del peligro" de eventuales comportamientos de riesgo para "la salud de todas las personas".
Una advertencia con la que la ha querido promover, "de forma pedagógica", que los ansiados paseos de los niños se lleven a cabo "adecuadamente", para que los agentes se vean obligados a intervenir sólo "como último recurso", en "casos de flagrante y reiterativo incumplimiento de las condiciones establecidas".
Ajenos a "estas cosas de mayores", los niños han disfrutado de su primer día al aire libre: los más pequeños con chupetes y aferrados a muñecos, siempre de la mano de sus padres; con patines, bicis y otros juguetes los medianos; y un poco separados, "haciéndose los mayores", los "cuasiadolescentes".
Entre cortas carreras, saltos y algún "sobresalto" en forma de caída, todos ellos han apurado su "horita de escapada", con algún furtivo vistazo a los columpios de los parques clausurados y, por el momento prohibidos.
Los gritos infantiles, tímidos todavía, también han regresado hoy al centro de Gasteiz, por cuyas calles transitan desde esta mañana patinetes de todo tipo y tamaño. En la capital alavesa la mañana ha amanecido nublada y el sol se ha hecho de rogar a lo largo del día pero eso no ha impedido que los más pequeños se lanzaran a las calles de la ciudad con sus bicis, patinetes o a la carrera para disfrutar del paseo permitido por las autoridades. En función del barrio se han congregado en mayor o menor número pero en general, la jornada no ha dejado imágenes de gran confluencia de menores y padres al cuidado de éstos.
En Donostia una de las zonas más "concurridas", guardando las distancias eso sí, ha sido el paseo del río Urumea, donde los menores, muchos de ellos con patinetes y cascos, han compartido sus recorridos con "sillitas", "carritos" de bebés y dueños de mascotas que paseaban a sus perros.
Los jardines de Alderdi Eder, frente al Ayuntamiento, también han sido bastante "demandados", en este caso, con el aliciente añadido de tener a la vista la bahía de La Concha, cuya extensa playa en marea baja permanece por el momento vacía hasta nueva orden.
En Bilbao, donde según el último censo, viven 40.749 niños, los más madrugadores e impacientes han pisado la calle poco después de las nueve, la mayoría padres que paseaban a sus bebes en la sillita de ruedas y pequeños de entre 3 y 4 años, principalmente, nerviosos y deseosos de pisar asfalto.
A las diez de la mañana, en el parque del centro de Bilbao, una patrulla de la Policía Municipal estacionada en las cercanías del estanque de los patos, vigilaba, de forma discreta, las evoluciones de los pequeños que, a esa hora, compartían espacio con los adultos que habían sacado a sus perros a pasear.
No es un domingo como otro cualquiera previo al confinamiento, pero sí muy diferente al anterior. Sin aglomeraciones, algunos niños han llevado balones, bicicletas y patines a las zonas próximas al ensanche de la ciudad, aunque la mayoría han optado por estirar las piernas y andar por una Gasteiz en la que los saludos a distancia entre familias han roto el silencio de días pasados.
La hora permitida oficialmente para estas "escapadas" seguro que se ha hecho muy corta a más de uno, al igual que el perímetro de un kilómetro alrededor de sus domicilios en el que se han podido mover, bajo las miradas de sana envidia de sus vecinos adultos que, a partir de hoy, suman la observación del paseo de los niños al repertorio de actividades de balcón con el próximo día 2 en el horizonte, jornada que esperan "como agua de mayo" para poder salir también ellos a estirar las piernas.