l pasado 18 de marzo, Leyre saludó al mundo en el hospital de Basurto. Un motivo para sonreír en medio de la crisis sanitaria que se vive actualmente. Leyre es hija de Adela y Alfredo, padres primerizos. Ella es de Barañain, y trabaja como médico endocrino en el hospital bilbaíno donde dio a luz. Él, tarraconense de Reus pero iruindarra de adopción, es profesor de Matemáticas en Secundaria.
Cuando hace nueve meses supieron que iban a ser padres no podían imaginar que se iban a encontrar en medio de una pandemia el día que iban a dar a luz a su hija. Leyre pesó 2 kilos y 550 gramos al nacer, y apenas estuvo 48 horas en el hospital antes de que les diesen el alta hospitalaria a su madre y a ella. "Cuanto menos estuviese Leyre en el hospital con la situación actual, mejor", asegura Adela. Pero el de su hija no fue un parto normal. A la 1.00 de la madrugada del día 18 comenzaron las contracciones y a las 4.00 acudieron al hospital. Como medida de protección, nada más acceder al complejo de Basurto, tanto a Adela como a Alfredo les facilitaron sendas mascarillas, les tomaron la temperatura y fueron cuestionados sobre si podían tener síntomas del coronavirus. Ya que Adela en esos momentos padecía un leve resfriado, como medida de prevención fueron trasladados a una sala y no al paritorio, aislados del resto de pacientes, donde dio a luz a Leyre a las 11.00 de la mañana. "Me sentí un poco extraña. Desde que entramos en el hospital y durante todo el parto tuve que estar con la mascarilla puesta", relata Adela. Hasta ocho horas más tarde, y sometidas a constantes mediciones de temperatura tanto madre como hija, no les llevaron a una habitación del área de Maternidad.
Dos días más tarde Leyre, Adela y Alfredo salieron del hospital en dirección a su casa de Bilbao, en la que se encuentran estos días sin poder recibir visitas de sus seres queridos para conocer a la nueva integrante de la familia. "Salgo solo yo de casa para ir a comprar al supermercado y a la farmacia, pero intento que sea lo menos posible. Mi mujer se queda en casa cuidando de la pequeña", afirma Alfredo.
Una situación que obliga a Adela y Alfredo a pasar los días enviando fotos y haciendo videollamadas para presentar a Leyre en sociedad.
"Los abuelos, las tías y los tíos. Todos tienen ganas de conocerla, pero de momento tenemos que limitarnos a hacer videollamadas y mandar fotos a todos", lamenta Alfredo, quien reconoce que "a veces es complicado pensar en todos ellos y ver que no pueden venir a visitar a Leyre, pero en cuanto mejore la situación, lo primero que haremos es ir a Pamplona para que conozca a sus abuelos y que ellos puedan disfrutar de su nieta, ya que además, para los abuelos y abuelas es la primera".
"Con mis padres hablo todos los días, aunque sea solo cinco minutos, ya que así pueden ver cómo evoluciona todo este tiempo en el que no la pueden ver. De esas llamadas diarias vamos aprovechando para que también mis hermanos puedan verla y hablar un rato con nosotros", confiesa Adela. Alfredo por su parte también es consciente de la ilusión que supone en su familia el nacimiento de Leyre y espera que, dentro de poco, todos puedan conocerla. "Leyre tiene tres bisabuelas, dos abuelas, dos abuelos y con mis dos hermanos y los seis de Adela son ocho tíos. Cuando todo esto acabe tendremos que organizarnos bien para ir a verlos a todos", manifiesta Alfredo.
Tanto Adela como Alfredo coinciden en que, de cierta manera, para ellos también es un poco de alivio. "Al ser padres primerizos, el tener que dedicarnos exclusivamente a nuestra hija nos permite adaptarnos a nuestra manera y a nuestro ritmo, pero se echa de menos tener el calor de tu gente", asegura Alfredo, pero tanto él como su mujer reconocen que toda esta situación les ha cambiado el planteamiento que tenían para cuando Leyre naciese, pese a que igualmente el día gira alrededor de ella.
"Lógicamente todo ha cambiado desde que nació nuestra hija. El día a día gira alrededor de Leyre y de sus necesidades. Nosotros tenemos que ir adaptándonos a ello. El problema de estar en cuarentena es que no tenemos ni balcón en casa y no podemos sacar a pasearla, así que va a ver poco la calle en sus primeros días de vida. Echamos en falta poder salir a tomar el aire, tanto nosotros como ella", declara Adela, quien también vive una situación excepcional como médico, por lo que no le faltan palabras de apoyo para sus compañeros de profesión, sobre los que reconoce, "me gustaría poder estar ayudando". Sin embargo, sabe que ahora es Leyre la que depende de ella y de su labor como madre.
Ambos son conscientes de que la situación no es la ideal y aseguran que habrían preferido que su hija llegase en un momento mejor. Pero están convencidos de que el nacimiento de Leyre es un hilo de esperanza dentro de todo el sufrimiento que ahora mismo se vive en el mundo con la crisis sanitaria provocada por el coronavirus.