a solidaridad, ese instinto natural que nos empuja a ayudar a las personas que lo necesitan en situaciones difíciles, es algo cotidiano pero en momentos extremos como esta pandemia, la solidaridad se vuelve contagiosa y su capacidad de infección es igual o mayor a la del coronavirus que la ha desencadenado, apuntan los expertos.
Solo hay que echar un vistazo alrededor y ver cómo se ha disparado: taxistas que trasladan gratis a personas vulnerables, jóvenes que hacen la compra para los mayores que están solos, profesores que cuelgan clases de zumba o pilates para sobrevivir al confinamiento decretado por el Gobierno para tratar de frenar la expansión del coronavirus, o expertos en nutrición que nos dicen cómo y que comer en una situación así.
"Todos ayudan como pueden. Eso es lo bonito de situaciones como esta: que esta solidaridad es total y compartida", explica Manuel Armayon, profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC).
Pero ¿cuándo y en qué condiciones se activa la solidaridad? "La solidaridad se activa cuando somos capaces de ponernos en el lugar del otro y, por lo tanto, no depende del sexo ni la edad ni ningún otro condicionante, sino de que aquello que despierta nuestras ganas de ayudar sea algo cercano. No hace falta más", explica Guillermo Fouce, presidente de la Fundación Psicología sin Fronteras y profesor de la Complutense de Madrid.
Y aunque todos somos capaces de ser solidarios, en situaciones extremas como esta pandemia, "nos quitamos esa especie de corsé psicológico que llevamos puestos y nos unimos al grupo y a sus necesidades porque la solidaridad es horizontal y sucede entre personas que aunque no se conozcan se ven y se reconocen como iguales", relata Armayon. En la base de este pensamiento está la vulnerabilidad, "pensamos que lo que le está ocurriendo al otro nos puede pasar a nosotros, y esa reciprocidad es la que nos pone en marcha" y que nos recuerda que "estamos todos juntos y remamos en el mismo sentido", asegura el psicólogo e investigador de la UOC.
Ese sentimiento es el que hace que cada día a las ocho de la tarde todos nos asomemos a la ventana a aplaudir y agradecer la labor de los sanitarios, porque se produce un alineamiento total entre los ciudadanos que estamos atravesando una situación adversa, puntualiza.
Pero ¿somos todos capaces de ser solidarios? Pues aunque, según Fouce, no hay gente negada por naturaleza o incapaz de sentir este impulso, lo cierto es que la solidaridad se entrena y se educa y, cuanto más lo seamos en el día a día, más fácilmente lo seremos en situaciones adversas como esta.
De hecho, la solidaridad puede ser puntual y surgir en un momento concreto, con una acción determinada, pero también hay solidaridad "organizada" y personalizada en las organizaciones no gubernamentales que aprovechan este sentimiento para ayudar a las personas necesitadas, recuerda Guillermo Fouce.
Sin embargo, para Armayon, aunque no se puede hablar de incapacidad natural para la solidaridad, hay personas "tan enfadadas consigo mismas y con el mundo que no son capaces de ser solidarias" y que, incluso, se aprovechan de otras: "Individuos como los que lanzan las noticias falsas o bulos o que tratan de hacer negocio con la situación. Son simplemente malas personas", concluye. "Insolidarias son también las personas que no respetar las normas que están dictando las autoridades sanitarias y que anteponen sus necesidades a las de la propia sociedad. Son los que se saltan el confinamiento por gusto cuando hay 47 millones de personas obligadas a estar en su casas pero contra esos individuos la solidaridad también se activa a través de quienes les increpan por ser insolidarios y no respetar esas normas. Es un alineamiento total entre los ciudadanos que, en conjunto, estamos haciendo un gran esfuerzo", subraya.
Aún así, este experto avisa: el confinamiento produce fatiga y con los días el nivel de motivación irá bajando y entonces la solidaridad será aún más necesaria porque "estamos al inicio de una maratón y no debemos desfondarnos, tenemos que dosificar los esfuerzos, también la solidaridad. Además, harán falta campañas de buenas noticias, que nos recuerden que todo esto tiene sentido para que la gente no quiera saltarse las normas y aguante hasta el final este confinamiento".