El confinamiento regala todos los días situaciones con las que robar alguna sonrisa en esta situción excepcional por la que atravesamos todos a consecuencia del coronavirus. Real y natural como la vida misma.
En un caserío en el barrio de Ipiñaburu, en Zeanuri, Pedro, un baserritarra ha tenido que ir al lavadero a limpiar la ropa como antaño porque la lavadora ha decidido para su actividad: "Se me ha estropedo la máquina de lavar la ropa y el técnico me ha dicho que no viene por ese coronacojones de la leche", dice con tono socarrón el afectado.
En un barreño y con un artilugio con una barra larga y forma de desastacador de fregaderas el baserritarra ha puesto todo su empeño en golpear con mucho ritmo la ropa para limpiarla con jabón Chimbo. "No puedo tener la ropa sucia. Sino viene el técnico no pasa nada, al río a limpiar la ropa", dice el baserritarra. No está solo. Sus animales, ovejas y cabras le animan en sus tareas en el lavadero. Es una manera más de pasar el tiempo durante el confinamiento en las faldas del Gorbea.