Fátima - Se acerca la hora del ángelus y cientos de fieles se concentran en la basílica del Santuario de Fátima. El culto avanza como cualquier otro día, pero no hay agua bendita, la comunión se entrega en mano y se recomienda evitar los abrazos y el contacto directo con desconocidos. Son las medidas de prevención contra el coronavirus que desde esta semana se aplican en Fátima, uno de los mayores centros de peregrinación mariana, en el corazón de Portugal, golpeado en estos días por la caída del turismo.
El Santuario, que recibe cada año a unos seis millones de fieles de todo el mundo, empieza a acusar el impacto. Y no sólo por los cambios en el culto. En los últimos días han cancelado sus visitas 13 grupos, en su mayoría procedentes de Corea del Sur e Italia, dos de los países más afectados por la enfermedad. Cancelaciones que explica la portavoz del Santuario, Carmo Rodeia, no constituyen, por el momento, un elemento de preocupación. "Registramos con normalidad nuestro ritmo de presencias habituales en esta época del año", asegura. "Incluso en el pico de la crisis, los peregrinos no desisten de venir al Santuario".
"Acompañamos la situación con mucha tranquilidad y mucha normalidad". No obstante, admite que tienen su propio "plan de contingencia" por si la situación se agrava. Aunque prefiere no revelarlo.
En los hoteles de la ciudad, los números no cuadran. La caída de las visitas de peregrinos asiáticos e italianos preocupa. El Santuario es el alma de Fátima y su motor económico. "Estamos teniendo impacto de cancelaciones", reconoce Alexandre Marto Pereira, director del grupo Fátima Hoteles, que engloba diez establecimientos de la zona. "Tuvimos cancelaciones fuertes en febrero y ahora la gente está wait and see, esperando para ver", continúa Marto. Las reservas, estima, han caído un 15% pero el golpe no es dramático porque Fátima está en temporada baja. "El problema será a partir de mayo, junio, julio, pero es una incógnita total".
Luisa Sosa no oculta su inquietud. Trabaja en una tienda de venta de objetos religiosos próxima al Santuario. Las ventas, dice, han caído entre un 20 y un 30%. Pero no pierde la esperanza: "estamos en temporada baja todavía". "Va a ser un año duro", se sincera Marto. Pero lo importante, dice, no es cómo empieza sino cómo termina.
Medidas de choque Ante esta situación, los gobiernos se disponen a tomar medidas. Italia aprobó ayer una partida de 7.500 millones para afrontar el coronavirus. La postura de Roma es que "no es solo una emergencia sanitaria sino también económica" por el impacto que tiene en las zonas del Norte más afectadas, motor económico del país, pero también en otros sectores como el del turismo.
También Gobierno español prepara su particular batería de medidas. La secretaria de Estado de Turismo, Isabel María Oliver, reconoció que "estamos preparando una serie de medidas entre todos los ministerios para intentar paliar en la medida de lo posible efectos de esta situación el perjuicio sobre el turismo está empezando a evidenciarse, un sector sensible a la inseguridad y que está experimentando una situación "muy complicada" por la extensión global del covid-19 y el gran desconocimiento sobre este nuevo coronavirus. "Muchas personas están repensando sus reservas o posibles reservas y muchas permanecen en sus países", indicó Oliver, que reconoció que "hay reservas canceladas y menos reservas".