Bilbao - El ictus es la primera causa de muerte para las mujeres y también el principal detonante de incapacidad, tanto para hombres como para mujeres, por eso se debe incidir en la importancia de conocer y valorar los síntomas para poder recibir atención lo más rápido posible. “El ictus no duele, pero tiene unas consecuencias muy dolorosas”, destacó la doctora Mari Mar Freijo, especialista en Neurología en el hospital de Cruces.
Ayer, en la víspera del Día Mundial del Ictus, la consejera de Salud, Nekane Murga, se reunió con mujeres que trabajan en Osakidetza en las áreas de prevención, cuidado, tratamiento e investigación del ictus. Todas ellas coincidieron en la importancia de la concienciación y la necesidad de conocer mejor la enfermedad, así como de que los ciudadanos sepan identificar sus señales. Según destacó la consejera, el mal conocimiento que se tiene sobre el ictus y sus síntomas incide en gran medida en la respuesta sanitaria y las repercusiones posteriores. “El ictus tiene un gran impacto en nuestra sociedad, no solo por su elevada mortalidad, sino también por la discapacidad que puede generar. Conlleva costes de todo tipo, con un esfuerzo no solo de los servicios sanitarios, sino también por el sufrimiento que puede generar en las personas, sus familias y entorno, así como necesidades de rehabilitación, cuidados o soporte para actividades de la vida cotidiana”, indicó Nekane Murga. Al abordar la importancia de la concienciación, la consejera destacó que las mujeres tardan más que los hombres en acudir a las urgencias sanitarias cuando notan los primeros síntomas, un comportamiento que posiblemente -apuntó la consejera- esté motivado por multiplicidad de roles y tareas que llevan a cabo en su vida diaria.
Idoia Revilla, responsable de Emergencias de Osakidetza en Bizkaia, confirmó que, según diversos estudios, las mujeres postergan la alerta cuando sufren alguno de los síntomas de estar sufriendo un ictus y puntualizó que este comportamiento se observa también en otras patologías, como los infartos agudos de miocardio. Al hilo de la importancia de avisar con rapidez ante la sospecha de un ictus y de dar una respuesta inmediata, la doctora Revilla recordó que en la CAV “llevamos muchos años trabajando con un protocolo unificado para todos los servicios de emergencias” y que los resultados, tanto en términos de reducción de la mortalidad como de atención a los pacientes, han mejorado sustancialmente. “Cuando entra una llamada y detectamos que pudiera ser un ictus, automáticamente va con carácter preferente al médico coordinador que, si confirma los síntomas, moviliza la ambulancia más cercana; los profesionales desplazados hacen una primera valoración y trasladan al paciente de manera inmediata al centro de referencia prealertando para que se aplique el código ictus”, explicó Revilla.
La doctora Freijo reconoció los grandes avances registrados en la respuesta que el sistema sanitario vasco da a los casos de ictus, pero incidió en que “el reconocimiento de los síntomas es importante porque todavía gran parte de la población no los conoce bien o no es capaz de valorar su trascendencia”. “Ignorar cosas como que de repente no puedas mover un brazo o una pierna puede suponer que a partir de ese momento tengas una discapacidad severa para el resto de tu vida. Hay que concienciar a la población sobre los síntomas y la importancia de llegar pronto al hospital, porque decimos que el tiempo es cerebro. Cuánto más tarde llegues al tratamiento, el beneficio es menor y los riesgos, mayores”, señaló Mari Mar Freijo.
La doctora Carmen Tricio, coordinadora de los Puntos de Atención Continuada (PAC) de la OSI Barrualde-Galdakao, hizo hincapié en la importancia “de no minimizar unos síntomas que, aunque no son dolorosos, pueden alertar de algo grave y en el control de los factores de riesgo del ictus, en especial la hipertensión”. Desde su experiencia en la atención primaria fuera de los horarios de apertura de los ambulatorios, Tricio señaló que pese a la mayor información, aún hay pacientes que acuden al PAC “después de horas de evolución” de alguno de los signos del ictus.
Casos. Cada año se producen en España 120.000 casos; se prevé que esa cifra aumente un 35% en 2035; en Europa mueren al año cerca de 650.000 personas por esta causa; según la SEN, una de cada seis personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida.
Código. En Euskadi las muertes a consecuencia de un ictus se han reducido y estabilizado, gracias al establecimiento del código ictus, los avances clínicos y la atención en las cinco unidades especializadas.