Pamplona - La Asociación de personas traductoras, correctoras e intérpretes de la lengua vasca Eizie celebró recientemente su asamblea anual en Pamplona, en la sede de Euskaltzaindia, con objeto de hacer balance del año 2018, analizar y debatir las líneas de actuación a lo largo de este año y para la renovación de la junta directiva. Tras el acto, Itziar Díez de Ultzurrun, tomó el testigo de Idoia Gillenea al frente de una entidad a la que pertenecen 350 profesionales del ámbito de la traducción, corrección e interpretación. Esta traductora pamplonesa de 52 años acumula una larga experiencia tanto en el ámbito lingüístico como en el del compromiso social. Su apuesta personal y profesional se basa en la idea de tender puentes desde lo local a lo global. En este sentido su trabajo diario en el ámbito de la traducción es una buena metáfora de esta filosofía que conecta a personas y cosmovisiones diferentes por encima de fronteras.

30 años de asociación... El colectivo de traductores siempre ha sido un poco como el patito feo de la cultura: su trabajo es tan importante como discreto pero, cuántas veces el mundo ha podido cambiar por un malentendido o una mala traducción o se ha echado a perder una obra maestra...

-Bueno, más que el patito feo ha sido el gremio de los patitos invisibles. Nuestro oficio es muy discreto a pesar de que nuestra labor es imprescindible en infinidad de ámbitos como el editorial o el de la producción audiovisual, por citar ejemplos en los que dicha relevancia es evidente. Se trata de un trabajo esencial para las relaciones entre comunidades lingüísticas ya que nos permite acceder a contenidos concebidos en lenguas distintas a las nuestras. La traducción trae el mundo a nuestra lengua y a la vez la ensancha, y las traducciones de obras producidas en nuestra lengua enriquecen las lenguas que las reciben. Lo triste es que la traducción se haga visible solo cuando da lugar a un malentendido o cuando echa a perder una obra maestra, cuando la realidad es que nuestro mundo globalizado funciona gracias al buen hacer de infinidad de gente muy profesional que se dedica a este oficio.

Hablando de mundo, el euskera es una lengua pequeña en un panorama globalizado pero precisamente por eso tender puentes entre comunidades lingüísticas distintas puede ser lo que de sentido a una profesión supongo que muy sufrida y con gratificante... ¿Cómo es esa conexión entre lo local y lo universal a través de las letras? ¿Son mediadores entre los diferentes a través de la palabra?

-El euskera es una lengua cuantitativamente pequeña en cuanto a número de hablantes en comparación con las lenguas más habladas en el mundo y con las dos lenguas con las que comparte su espacio vital, pero no es tan pequeña entre las pequeñas, que son las que conforman el grupo mayoritario de lenguas. Yo creo que sí, que lo que da sentido a nuestra profesión es tender puentes que sirvan para abrirnos a aquello que se crea fuera de nuestro entorno lingüístico-cultural, no para que reemplace la creación local, sino para que la complemente. Para saber si lo diferente nos interesa o nos aporta algo, lo primero es poder comprenderlo, acceder a ello en una lengua que entendamos. Sin esa posibilidad no es posible el diálogo intercultural. A mí me gustaría que se tendiesen más puentes hacia comunidades no hegemónicas globalmente, que tradujésemos más obras no escritas originalmente en inglés, por ejemplo.

El futuro de este mundo y también de la literatura se juega en Internet. Atxaga es quizá uno de nuestros autores con mayor proyección internacional y más traducido a otras lenguas aunque otros como Kirmen Uribe, entre otros, han seguido sus pasos. No hace mucho en una charla el autor de Obaba recomendaba para conservar el euskera que los cientos de traductores dedicaran sus horas a traducir al euskera la Wikipedia en lugar de miles de hojas del BON y otras normativas...

-Sí, recuerdo aquella entrevista en la que Atxaga hizo dicha afirmación. Estoy de acuerdo con él en que Wikipedia es muy importante, es la enciclopedia de referencia hoy en día, pero la normativa también lo es. Creo, además, que no hay por qué elegir. Son herramientas diferentes que sirven para diferentes objetivos. La Wikipedia en euskera tiene menos contenido del que quisiéramos, pero es un síntoma de vitalidad lingüística que en euskera contemos con más de 330.000 artículos gracias a la dedicación y el esfuerzo de múltiples wikilaris. Además, la Wikipedia vasca cuenta con su propia Txikipedia, la enciclopedia pequeña y libre en euskera que ya cuenta con más de 1.500 artículos. Sus contenidos son muy bien valorados por la comunidad educativa.

Esa faceta de traducción de textos legales o hasta manuales de instrucciones puede que sea una de las más monótonas de su profesión, pero como dice garantiza los derechos lingüísticos de la ciudadanía...

-A eso me refería al decir que la función de esas traducciones era otra. Las personas vascohablantes tenemos derecho a que la legalidad que nos afecta esté en nuestra lengua y también, claro, a que lo estén las comunicaciones que recibimos desde la administración. El fin de la traducción en ese ámbito es la garantía de los derechos lingüísticos de la ciudadanía, por eso mismo se traducen al castellano todas las normas de la Unión Europea.

Aunque supongo que todo traductor estará deseando que caiga en sus manos la traducción de una obra literaria... ¿Un reto difícil? ¿Cuál es su experiencia? ¿Y la más aburrida?

-Así es, la traducción literaria es un reto difícil, pero muy atractivo. Mi experiencia es que da vértigo pero, al mismo tiempo, me ha ayudado a ganar confianza como traductora, ya que sirve para percatarnos de todo lo que aprendemos sin darnos cuenta al traducir día a día textos administrativos. A mí me ha servido también para cultivar la paciencia y no caer en el desánimo cuando te has dado cuenta de que llevas dos horas con la misma frase. Yo creo que a traducir literatura se aprende también leyendo buenos libros y leyendo literatura traducida por otras personas. En euskera contamos con una buena colección de títulos traducidos con excelencia. A través de la colección Literatura Unibertsala, de Eizie, por ejemplo, se ha traducido un amplio abanico de obras representativas de la literatura universal. Por otro lado, en Navarra existen varias editoriales que están trayendo obras muy interesante al euskera, también de literatura infantil y juvenil: Denonartean, Igela, Katakrak, Pamiela y Txalaparta. En cuanto a alguna experiencia aburrida, afortunadamente, de momento, no he tenido ninguna. De lo que me he aburrido alguna vez es de la fase de correcciones, pero para eso lo mejor es contar con alguna persona del gremio que te ayude y supervise. En eso los traductores somos muy generosos y siempre contamos con alguien que nos ayuda en esa fase. De hecho, nuestro oficio es, por un lado, solitario, pero, por otro, colaboramos y nos ayudamos mucho. Nuestra asociación Eizie sirve también para facilitar esa labor colaborativa, para tejer redes, ofrecer asesoramiento, ofertar formación, vehicular nuestros intereses...

En este campo las manos de un traductor pueden ser una buena piedra de toque para calibrar la calidad de la literatura que se produce en esta tierra... ¿Cómo estamos de salud literaria en el mundo euskaldun?

-Yo creo que contamos con una muy buena salud, tanto en calidad como en cantidad. Es cierto que la mayoría de los escritores en lengua vasca no tienen gran proyección internacional, ni siquiera estatal, ya que hay todo un sistema que invisibiliza todo aquello que no se crea en las lenguas hegemónicas. Sin embargo, todos los años salen títulos de una calidad notable, tanto en ficción como en ensayo y tanto en prosa como en poesía. Hay mucha y muy buena literatura más allá de Uribe y Atxaga, escritores ambos que leo y admiro. Algunas de esas otras voces interesantes (o algunas de sus obras) solo están accesibles en euskera y ese es uno de los lujos de ser bilingüe en esta tierra, y lo digo a pesar de que, como traductora, también me gustaría que dichas obras estuviesen traducidas.

Recientemente leí en alguna artículo que había en el mundo una serie de conceptos prácticamente intraducibles de un idioma otro, que recogen toda una cosmovisión de una comunidad cultural de hablantes, al estilo de tiam en arsi (Quedarte despierto hasta tarde pasando un buen rato con los amigos) o cafune en portugués (El acto de acariciar con ternura el cabello de la persona que amas)... ¿Hay alguna expresión en euskera que recoja algún esanahia similar? ¿Cuál es su palabra preferida en esta lengua?

-Bueno, nuestro tiam aquí se llama gaupasa, ¿no? Nuestra gaupasa también nos debe parecer un poco intraducible, ¿no crees? y por eso la utilizamos tanto cuando hablamos en castellano. En euskera la expresión más popular podría ser auzolan. El hecho de que haya pervivido en el habla de muchos pueblos a pesar de haberse dejado hace tiempo de hablar euskera en ellos, indica que la gente entendía que era un concepto al que no encontraban un buen equivalente en castellano. Hay otra que a mí me gusta mucho, que se usaba aquí en la Cuenca y es bagurrin, que podría traducirse como el refrescante aroma de haya que nos trae el viento norte las calurosas tardes de verano. Luego hay palabras fácilmente traducibles pero que pierden parte de su esencia al cambiar de idioma. La palabra vasca harreman (relación) esta compuesta hartu (recibir) y eman (dar); la reciprocidad que está presente en el vocablo vasco se pierde en la palabra castellana. Harremanak, en plural, es una de mis palabras favoritas, y otra es laztana, por su doble significado: caricia y querido o querida.