madrid - El suicidio asistido de la enferma terminal María José Carrasco, de 62 años, con la ayuda de su marido, Ángel Hernández, y la detención posterior de este en su domicilio de Madrid han reabierto el debate sobre la despenalización de la eutanasia, una cuestión que ha quedado paralizada en el Parlamento por el anticipo electoral. Durante tres décadas con esclerosis múltiple, patología que le fue diagnosticada en 1989, con 32 años, Carrasco había expresado a su marido “muchas veces” su deseo de morir y poner fin al sufrimiento causado por esta enfermedad degenerativa, para la que en la actualidad no existe cura.

Hace 23 años, Hernández evitó que su esposa acabara con su vida, según informó Fernando Marín, el vicepresidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), organización a la que el detenido pertenece. Precisamente, la organización acudió a su casa hace años, a petición de Carrasco, para que le explicaran qué opciones tenía para poder morir, ya que llevaba años siendo totalmente dependiente y “no podía ni coger un vaso”, expuso Marín.

Este martes, Hernández, de 69 años, filmó cómo preguntaba a su mujer si seguía “con la idea de suicidarse”, ante lo que ella, con la mirada perdida y mucha dificultad, le respondió que “sí”. “Sabes que te tengo que ayudar yo”, le expuso el hombre, ante lo que Carrasco respondió que “sí, cuanto antes mejor”, ya que la mujer no tenía otra forma de quitarse la vida. No obstante, el pasado octubre reveló que esta decisión le hacía sentir “miedo por él”. Finalmente, el miércoles el matrimonio grabó el suicidio asistido de su mujer, quien dejó claro en la cinta su firme decisión de morir, para lo que fue imprescindible la ayuda de su marido, quien para ello compró en el mercado negro pentobarbital sódico. Dicho producto se bebe y tarda una media hora en hacer efecto.

Además del vídeo, Hernández escribió el pasado 10 de marzo una carta en la que relataba el sufrimiento de su esposa, y anunciaba su decisión de ayudarla a morir.

“Es evidente que el deseo de María José, a fin de que se cumpla, necesita que se la ayude por su incapacidad a realizarlo por ella misma y, como es una constante en ella demandar ese auxilio, no habrá más remedio que proporcionarle esa ayuda para que su deseo se cumpla”, explicó el marido en la misiva, que la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) publicó ayer.

carta En esta, el hombre detalla los motivos que les han llevado a tomar esta decisión, y se dirige a los “negacionistas” de la eutanasia para pedirles que sean conscientes “del dolor que ocasionan a todos aquellos que, como María José y su familia, sufren por su actitud”. Asimismo, pide a los legisladores que evolucionen hacia posiciones menos contrarias a la eutanasia, para evitar que alguien que lo necesite tenga que transitar por el mismo camino que ellos.

Hernández afirma en la carta que los cuidados paliativos “no son una alternativa a la eutanasia, sino que los dos deben coexistir, y por libre elección decidir por uno de ellos”. “Somos defensores de que la eutanasia sea considerada como un derecho de libre elección de toda persona que arrastre una enfermedad irreversible en la que le produzca una existencia de dependencia y sufrimiento que no desea”, añade.

En el mismo sentido se ponunció el presidente de DMD, Javier Velasco, quien ve “injusto que se impute penalmente a este hombre por un “acto de ayuda y respeto a la voluntad de su mujer”. A su juicio, “defender el derecho a la vida no justifica obligar a una persona a vivir una vida deteriorada, con un sufrimiento inadmisible y que ya no desea”. Asimismo, desde la asociación consideran que “el acto de Hernández de ayudar a morir a su mujer, a la que ha cuidado durante décadas, sólo puede entenderse como un acto de amor que no debería recibir ningún reproche penal”.

Desde la muerte de Ramón Sampedro hace 21 años, han sido varias las ocasiones en las que el debate de la eutanasia ha saltado a la palestra, como tras la condena en 2016, a dos años de prisión, al joven Ignacio Sánchez Olaso por ayudar a su madre enferma a suicidarse. - Efe/E.P.