florida - “La pena de muerte es la negación de la ética de la segunda oportunidad, que es la ética en la que necesariamente se deben basar los países democráticos”. Jonan Fernández, secretario general de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco, se muestra, una vez más, contrario a la pena de muerte por ser “una vulneración del derecho a la vida, que es el derecho supremo en el territorio de los derechos humanos”. Asimismo, considera que la cadena perpetua, la otra de las opciones a las que se enfrenta Pablo Ibar en Estados Unidos, “es una pena de muerte prolongada en el tiempo”, “Igualmente va en contra de la ética de la segunda oportunidad”, destaca.
Jon Mirena Landa, catedrático de Derecho Penal de la UPV/EHU, explicó, por su parte a DNA, que el principal referente normativo es el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de 1966. “Este pacto no prevé, en un principio, la abolición de la pena de muerte, pero a finales de los 80 se añade un protocolo facultativo en el que se abre la posibilidad de abolir la pena de muerte al que se han adherido a día de hoy 86 países, por ejemplo, todo el espacio europeo”, apunta el también director de la Cátedra de Derechos Humanos y Poderes Públicos de la UPV/EHU.
“En el espacio europeo tampoco estaba previsto en la Convención Europea de Derechos Humanos, pero se incorporó posteriormente y a día de hoy no hay posibilidad de adherirse a la convención sin abolir la pena de muerte”, continúa.
LA PENA DE MUERTE EN EL MUNDO Según Landa, el mejor faro para analizar la evolución de la pena de muerte en el mundo es Amnistía Internacional, que cada año emite un informe con los países que aplican la pena de muerte. “Hay cierta estabilidad, no hay un repunte en la aplicación de la pena de muerte, lo que sí hay es un contexto generalizado de rearme de las penas, hay un rearme punitivo. El liderazgo moral de algunos países del primer mundo de ir hacia una humanización progresiva de las penas parece que está ahora en punto muerto porque hay un repunte de las exigencias de penas más duras y más largas. Hay un contexto ideológico generalizado que parece apuntar a que esto puede estar en peligro a medio plazo”, analiza. Un diagnóstico con el que coincide Jonan Fernández. “Hay un avance en la conciencia social del mundo en relación a estas cuestiones y una mayor sensibilidad, pero no podemos dejar de subrayar que, al mismo tiempo, se está produciendo la emergencia de corrientes ideológicas y políticas que plantean una vuelta al ojo por ojo y diente por diente. Por lo tanto es muy importante fijar posiciones muy firmes desde el punto de vista ético y de los derechos humanos para no retroceder en ninguna de estas áreas”, subrayó el secretario general de Derechos Humanos.