donostia - Controla las 120 estaciones meteorológicas que hay en Euskadi, prevé el impacto que puede tener el tiempo en la sociedad y admite que hace 20 años era un escéptico sobre el cambio climático. Como buen amante de los datos y las mediciones que es, este ingeniero agrónomo tuvo que cambiar su perspectiva: “Se ve clarísimamente. No hay duda”. José Antonio Aranda, responsable meteorológico de Euskalmet, asegura que existe “una presión muy fuerte” de la sociedad para que los meteorólogos trabajen lo mejor posible.

Un invierno con mucho frío, poca lluvia y muy poca nieve. ¿Es solo una sensación o los datos lo avalan?

-Llevamos un periodo relativamente seco, prácticamente desde el verano no hemos tenido muchas precipitaciones, pero el inicio ha sido bastante cálido. El año pasado se puede considerar como húmedo, porque en invierno llovió una auténtica barbaridad. Lo que llevamos de invierno ha resultado muy seco y previsiblemente cambiará en breve.

Vamos, que el resto será lluvioso...

-Sí, nos esperan precipitaciones, veremos cuánto es lluvia y cuánto es nieve, pero sí. Da la sensación de que viene cambio ya.

¿A cuántos días es totalmente fiable una previsión?

-Depende, hay situaciones en las que a pocas horas es dificilísimo saber lo que va a ocurrir. Por ejemplo, si pasa un borrasca muy profunda justo por encima nuestro. Ese pronóstico nos cambia drásticamente a poquísimas horas y tenemos esa incertidumbre de qué va a pasar. Hay otras situaciones en las que existe una estabilidad altísima y se pueden hacer predicciones a bastante largo plazo, incluso a una semana o en ocasiones a más. La predicción se puede dar con un índice de acierto superior al 80% los dos o tres primeros días.

A partir de ahí, ¿baja el nivel de acierto?

-Clarísimamente. Hasta una semana o diez días se puede hacer una tendencia con un 50% de probabilidades o más de acertar. A más de diez días, lo normal es que el índice de aciertos sea inferior al 50%. Entonces, ¿merece la pena dar un pronóstico?

¿Los avances tecnológicos han hecho que se puedan realizar pronósticos con mayor antelación?

-No. En la meteorología, como en muchas cosas de la sociedad o de la humanidad, funciona la teoría del caos. Es decir, cosas infinitamente pequeñas o de muy poca importancia a lo largo del tiempo se van amplificando y pueden influir en sistemas mucho más grandes. Un ejemplo: ir conduciendo, que te llame una persona y mirar el móvil te puede cambiar la vida. Que haya sonado ese teléfono depende de millones de factores. Cada una de nuestras acciones termina influyendo en nuestra vida día a día, cambia la historia a largo plazo. Eso también está pasando en la meteorología. ¿Qué significa desde el punto de vista más físico? Que al cabo de un tiempo todas esas cosas pequeñas pueden amplificarse o no, y esas amplificaciones finales cambian drásticamente el tiempo, por lo que tenemos un desconocimiento de lo que va a pasar en periodos más largos.

¿Qué retos tiene la predicción meteorológica en la actualidad?

-Hay una cosa muy importante, que es saber lo que está ocurriendo ahora mismo. Si no, difícilmente podremos saber lo que va a ocurrir en el futuro. Toda esa parte está mejorando de una forma espectacular. Otra de las cosas que está haciendo que mejore muchísimo la predicción es Internet. Hay sistemas de comunicación que hace 20 años no existían. Y los ordenadores, porque hace falta hacer millones y millones de operaciones. El cuarto factor es que cada vez comprendemos un poco mejor cómo funciona la atmósfera. Pero hay un problema: estamos en un sistema caótico en el que no podemos medir cada centímetro del terreno. Es inviable, tenemos que simplificar y eso lleva también a una serie de errores. Estamos llegando a una especie de “: se mejora un poco, pero esa mejora cuesta cada vez más. Estamos prácticamente en ese horizonte en el que ya casi no se puede mejorar.

Según la Dirección de Emergencias, en 2018 hubo 274 avisos en Euskadi, más de uno cada dos días. Parece una constante situación adversa...

-En casi todas las zonas del mundo, el sistema de avisos meteorológicos depende de unos factores fijos. Si hay más de tantos centímetros de nieve damos alerta naranja. Eso a la gente le importa muy poco, lo que le interesa es cómo le va a afectar. Por eso la Dirección de Atención de Emergencias y Meteorología lleva mucho tiempo trabajando en dar un sistema que esté basado en impactos esperables en la población.

¿Este sistema de avisos constantes no puede causar una cierta banalización en la opinión pública?-Es que no debemos confundir los avisos con las alertas, ni con las alarmas rojas. Estas últimas son situaciones en las que hay mucha presión, mucha tensión, porque de lo que se trata es de que los daños se minimicen como sea.

La población, ¿se toma en serio estas alertas?

-Hay un porcentaje que sí es consciente y hay otro que dice bah, si siempre dicen lo mismo, siempre alarmando a la población. Es importante dar a cada cosa el peso que tiene.

¿Cómo valoraría la tecnología con la que cuenta Euskalmet? ¿Echa usted algo en falta?

-Como todo en la vida, los recursos son finitos. Me encantaría que hubiese más gente trabajando en este área, tener disponibilidad de dinero para hacer muchísimas más cosas, tener una meteorología aún mejor. Aún así creo que es buena, que está muy orientada al impacto y que damos un servicio decente. ¿Qué es mejorable? Infinitamente. ¿Qué nos gustaría que fuese muchísimo mejor? Clarísimamente, pero la meteorología a cada vasco nos cuesta un euro al año y son decenas o centenares de euros los que se ahorra por ese euro invertido. El mero hecho de que la gente sea consciente de la autoprotección ahorra un dineral impresionante.

¿Hay algún país al que envidie por sus avances?

-En temas de impacto hay muy pocos en el mundo que estén realmente trabajando de lleno. Somos bastante punteros. Tenemos una ventaja grandísima, que somos un país muy pequeño, nos conocemos bastante bien, no hay distancia y tenemos una cultura meteorológica bastante amplia. Actuamos muy rápido, medimos bastante bien, tenemos 120 estaciones en toda Euskadi que cada diez minutos nos están mandado un dato. Como conocemos muy bien la problemática que ocurre sabemos bastante bien el impacto que tenemos. Y luego hay algo muy bueno: una presión de la sociedad muy fuerte para intentar acertar, para forzar que se trabaje lo mejor posible.

Euskalmet, ¿está pendiente del cambio climático?

-Hacemos de continuo la medición de toda la atmósfera de lo que está ocurriendo en Euskadi y se ve clarísimamente, como en el resto del mundo, que está habiendo un cambio climático. No hay duda. Se está calentando la atmósfera y no solo eso, también el mar, que es más problemático. Calentar un metro cúbico de aire es muy fácil, lo hacemos con un mechero en pocos segundos, pero para calentar un metro cúbico de agua necesitamos un lanzallamas durante mucho tiempo. Estamos viendo cosas extrañas en la atmósfera. Este año hemos tenido una cantidad de tormentas llamativas, unas lluvias muy intensas en invierno que son rarísimas, efemérides (sucesos meteorológicos relevantes) que no habíamos tenido nunca, que no habíamos medido nunca. El colmo es que en estos últimos cuatro años hemos tenido dos tornados que nunca se habían medido en Euskadi. Son cosas que no conocemos. ¿Que van a ocurrir más en el futuro? Pues seguro, si han ocurrido una vez, volverán a ocurrir.

¿Cuáles son las mayores afecciones que se prevén en Euskadi?

-Todos estamos afectados por el calentamiento de la atmósfera y del mar. Veremos un aumento de granizos, de la intensidad de vientos, de oleajes en la mar, tendremos más afecciones en los temporales, también en la pérdida de playas, en la primera línea de costa. Esto se une a otro tema: la sociedad, cuanto más desarrollada es, piensa que depende menos de la meteorología y es justo lo contrario: la ropa que vestimos, el tipo de transporte, las actividades que hacemos, la programación de las empresas... metemos en todos esos ajustes la predicción meteorológica para optimar la producción y minimizar los gastos. Cada vez se nos exige más precisión.

¿Cómo de pesimista es con respecto al cambio climático?

-Hace 20 años pensaba que esto tenía poquísima importancia. Entraban tantas variables en juego que dudaba de si esa subida de temperatura era real o no. Hubo un detalle que hizo que me preguntara: ¿y si es verdad? De pequeño cuando buceaba veía un tipo de algas en la costa vasca que desapareció. Luego veraneé en Santoña, vi esa flora marina y desapareció. Posteriormente, he ido a pasar veranos al norte de Galicia, también vi ese alga y desapareció. ¿Por qué está desapareciendo si estos sitios son relativamente naturales, apenas tienen influencia humana? Me puse a hablar con antiguos pescadores en Galicia, decían que había cambiado mucho, que antes existían ciertas algas y peces y ahora hay otros. ¿Por qué cambia algo que es tan estable como el mar? ¿Cuáles son los máximos extremos de temperatura que puede tener? Hablamos de entre nueve a 25 grados. Son pocos y, sin embargo, han cambiado las especies, tanto de flora como de fauna. Entonces es cuando dices algo está pasando. Está ocurriendo un cambio climático y todo indica que es la propia humanidad la culpable.

¿Hay tiempo para cambiar la tendencia?

-Podemos mitigarla, pero en los próximos decenios, siglos, tendremos muchas dificultades.

Hay una ingente cantidad de páginas web que informan sobre el tiempo, ¿hasta qué punto tienen fiabilidad? ¿Cuál recomendaría?

-Yo tengo que recomendar la nuestra, pero hay páginas web y aplicaciones muy buenas y hay otras menos buenas. La meteorología vende, cuesta muy poco darle a un par de botones y que te diga qué va a hacer dentro de diez días a tal hora en tu pueblo, pero no tiene ningún sentido. El que da eso es porque le da igual dar cualquier cosa. Nosotros queremos ser honestos, por lo que no informamos de lo que ocurrirá dentro de seis días en un sitio determinado.

La cuenta de Twitter de Euskalmet tiene 111.000 seguidores. ¿Requiere la sociedad información sobre el tiempo?

-Twitter se ha convertido en algo fundamental para nosotros: una forma rápida de llegar a la población para darle información, especialmente en una situación adversa. Tiene otra ventaja: el feedback. Hay determinadas personas en las que tenemos confianza porque siempre nos han dado una información muy buena. Ya no son los ojos de Euskalmet, son los ojos de la sociedad vasca.

Muchas veces existe la sensación de que no ha habido verano o de que el invierno ha sido horroroso, pero luego los datos echan por tierra estas impresiones. ¿Tiene la sociedad poca memoria sobre el tiempo?

-Alguna vez, especialmente cuando se va alejando en el tiempo. Si mucha gente dice menudo verano de porquería hemos tenido, normalmente tiene razón. Suele ser cierto, especialmente en periodos cortos. Si empezamos a tirar ya para atrás se nos van olvidando las cosas. Podemos decir barbaridades y para eso es bueno tener datos. Medir lo máximo posible, porque lo que no se mide no se sabe.