Ya están aquí las fechas navideñas, días de reuniones familiares en torno a una mesa. Aunque, poco a poco, va imponiéndose la convicción de que hay que comer y beber con moderación, son éstas unas jornadas en las que se acostumbra a cometer excesos, aunque después se pague con una doble sesión de gimnasio y un par de meses de pechugas de pollo a la plancha. Pero hay personas que esos días dirán que no al turrón, al cordero, al vino, al cava, a los mazapanes y a los langostinos y lo harán por fuerza mayor, unas obligadas por algún problema de salud y otras porque no pueden permitirse el lujo de ganar peso, ya que su profesión o vocación se lo impide. Algunas de estas personas ya están acostumbradas pero para otras ésta será la primera Navidad en la que tendrán que cerrar la boca.

Kontxi López, por ejemplo, asegura que no le costará pasar unas navidades frugales. Hace mes y medio le dio “un pequeño ictus” que, según le explicaron, podría estar motivado “por el azúcar en sangre, que estaba algo descontrolado”. Siendo diabética ya vigilaba previamente su alimentación, pero las restricciones han aumentado. A la ya habitual de no ingerir azúcares de ninguna clase se le ha sumado “una dieta limpia en grasas y sin alcohol. No bebo, pero me lo han dejado claro por si en estas fechas me surgía la idea”, añade animosa. Tiene una estenosis, “un estrechamiento en la arteria”, y la ingesta de grasas puede conllevar que se le entapone. “Toca cuidar la alimentación”.

Respecto al menú, la solución que ha hallado es “poner la comida más limpia. Pero no es solamente por mí, es bueno para todos”, explica Kontxi, que subraya lo importante que para ella está siendo el apoyo de la familia que le secunda en su dieta. “Este año no comeremos cordero asado, comeremos algo a la plancha con unas verduritas en vez de con patatas”. “Tengo que cocinar de forma limpia para evitar nuevos sustos. Tengo claro que ni una excepción, no siento ni la más mínima preocupación por no comer ciertas cosas o no beber”, añade.

Cuando vaya de invitada pedirá que los demás no se priven. “Siempre va a haber cosas que no voy a poder comer”, reconoce, pero su familia está atenta y apañará el menú para que disfrute. Si no, lo arreglará ella misma. “Si veo que hay calamares rebozados, les quitaré el rebozado y me comeré el calamar y en vez de turrón comeré mandarinas o macedonia de frutas”. Lo importante es la actitud.

La periodista Conchi Roussell cuenta su experiencia cuando todavía está hospitalizada con unos dolorosos divertículos, que le diagnosticaron tras descartar una apendicitis. El dolor es tal, “me ha venido a la mente el del parto y sé de lo que hablo porque tengo tres hijos”, que de momento lo que menos le importa es pasar hambre. Estas navidades toca tener mucho cuidado con lo que come, porque su patología solo se combate con “mucho reposo, dieta y antibiótico”.

“Estos días de ingreso probé un plato de paella y me sentó fatal. Te vuelves súper prudente. La dieta me costará muy poco hacerla por no pasar esos dolores”, afirma Conchi. Y eso que la dieta es más que frugal: “Calditos, cremas de verduras, yogures bífidus y algún batido de proteínas”. Le queda probar “una pechuga a la plancha o una tortilla francesa para ver si la tolero bien”.

lo que se pueda Ante las fiestas, dice, “ayudaré lo que pueda”, pero asegura que será su madre “la que esté más en forma para organizar las mesas y hacer que todos disfruten”. “A mí me tocará ir cambiando de sofá, pero no pasa nada. No hay mal que por bien no venga. Espero que tras todo esto esté más sana que una manzana. Además, igual hasta adelgazo”, señala viendo el lado positivo de las cosas.

Las satisfacciones no le llegarán a Conchi estas Navidades por la vía gastronómica. “La alegría es estar en casa, y disfrutar con la familia. Además tal vez así aprenda a comer de forma ordenada y a poquitos, que es lo que me conviene”.

Los motivos por los que Xabier Mikel Azparren tiene que hacer dieta son muy diferentes. Este joven ciclista tiene claro que para responder al nivel deseado resulta obligado cuidarse, y mucho. Su dieta la establece la nutricionista con la que empezó a trabajar el pasado año. “Nosotros tenemos el invierno para perder peso y coincide con Navidad”, lamenta Azparren, que explica que es “el momento del año en que más peso tienes que perder”. No comerá cordero, sí algo de pollo y pescado blanco, “mucha ensalada y verdura”. “El día 31 me da un poco más de libertad, pero con control. De fritos y cosas que tengan azúcar, ni hablar. Tendré que tomar yogur de postre”, afirma el joven deportista.

Tiene 19 años y aunque el deporte es su pasión, su tono se alegra cuando dice que el día 31 “saldrá y podrá beber algo”, con moderación. Lleva un mes sin salir por la noche, para cumplir con todo lo establecido, y asegura que hasta verano no probará el alcohol. “Siento un poco de envidia al ver a mis amigos por ahí. A mí me gusta salir. Pero tengo claro que para andar en bicicleta tengo que pesar poco y, aunque se haga cuesta arriba, lo tienes que hacer”, reconoce Azparren, que ve cómo de la mano de la nutricionista ha conseguido perder el peso deseado y mantenerse y eso se ha reflejado en sus resultados sobre las dos ruedas. “Llegar fino a las carreras compensa”, subraya Azparren, que muestra la tabla de su dieta, en la que en nada se refleja que llega la Navidad.

Otro deportista, Iraitz Arrospide, está en este momento algo más relajado con la dieta, ya que no está en época de competición. Este gran atleta, que el pasado día 2 de diciembre finalizó el maratón de Valencia en dos horas, 13 minutos y 23 segundos, siendo el primer clasificado a nivel estatal, no estará tan atado a las exigencias de la tabla de alimentos que también le marca un experto, pero no por ello se podrá lanzar a la bandeja de los turrones. “Claro que tendré que controlarme, pero no volverme loco, ya que no me pillan cerca competiciones importantes”, añade Arrospide.

“El objetivo es no coger más peso del debido y comeré parecido al resto de la familia”, explica el atleta que reside en Sheffield. “Como no tengo que competir, en estas fechas, lo que tengo que controlar son las cantidades que como, no tanto el nivel de grasas o de alimentos procesados”. Cuando se vayan aproximando esas competiciones, “unos dos meses antes”, será otra cosa. Las comidas tienen que ser “muy limpias”, con todos muy medido y regulado y “baja en grasas”. “Tengo marcado el peso de 62 kilos para estar muy en forma” añade Arrospide.

De todas formas, aunque sin excesos y con pocas alegrías culinarias, Iraitz, Conchi, Xabier Mikel y Kontxi tienen claro que pondrán por su parte todo lo posible para disfrutar a lo grande en fechas tan especiales.