lo similar cura lo similar. Ese es el axioma de la homeopatía, un tipo de medicina alternativa que Wikipedia define como pseudociencia y que a nivel académico cada vez encuentra más detractores, como el médico y científico alemán Edzard Ernst. Antiguo fan de estas prácticas, durante años las usó con sus pacientes e incluso enseñó a otros a utilizarlas, pero cuando fue escogido para ocupar la primera cátedra del mundo en medicina alternativa y la ciencia se topó en su camino todo cambió. Los datos y sus resultados no avalaban la homeopatía, sino todo lo contrario: la evidencia científica indicaba que los remedios homeopáticos son puros placebos. Y así es como se convirtió en Un científico en el País de las Maravillas, tal y como reza el titular de su libro; una experiencia personal y unos resultados que le llevaron incluso a enfrentarse al príncipe de Gales y que ayer compartió con los asistentes a Naukas Bilbao 2018, el mayor evento de divulgación del Estado español que se enmarca dentro de las dos semanas del festival Bizkaia Zientzia Plaza.

“Hay mucha gente que jura que le sirve y sería estúpido negar eso; pero si comparamos su eficacia con la de cualquier placebo, la respuesta es claramente no, no funciona”, sentencia rotundamente Ernst. Por eso insiste en que es importante atender a las pruebas clínicas y a la “buena ciencia”. “De 5.000 pruebas siempre hay alguna que mejora por casualidad, pero la evidencia fiable indica que los remedios homeopáticos son puros placebos”.

En su caso, Ernst asegura que no le resultó difícil tomar la decisión de criticar abiertamente aquello que en el pasado él mismo había defendido. “Cuando te das cuenta de que tu trabajo es hacer buena ciencia, si los resultados avalan algo lo dices, pero si lo niegan también lo dices, porque la alternativa es mentir; en mi caso, me he limitado a seguir la evidencia científica de las pruebas clínicas”. Sin embargo, esta postura crítica no le ha granjeado amistades precisamente. “Mis investigaciones generaron mucha tensión desde el principio e incluso tuve un conflicto con el príncipe Carlos; conflicto que no busqué, pero que sí peleé cuando se dio”. Aunque eso sí: confiesa que no fue fácil.

Sin embargo, considera sumamente importante investigar este tipo de medicinas alternativas. “Principalmente, porque mucha gente las usa. En porcentaje varía, pero en Alemania, por ejemplo, el 70% de la población utiliza uno u otro tipo de medicina alternativa”. Por eso, opina necesario “saber la verdad” sobre ellas, para conocer tanto sus riesgos como sus virtudes. ¿Pero por qué son tan populares?

Ernst indica que la respuesta no es sencilla, dado que confluyen muchos factores. Por un lado, la desinformación existente. “Los medios de comunicación y, sobre todo, las páginas web, publican un montón de artículos a favor de las virtudes de este tipo de medicinas. Si googleas encontrarás cinco millones de sitios web sobre la homeopatía y el 99,9999% son una completa basura”. Por otro, explica que la gente también recurre a este tipo de prácticas porque buscan cosas que la medicina tradicional no les da: tiempo, empatía, compasión, atención. “El paciente se siente incomprendido, no se siente cuidado, y esta sensación cambia completamente cuando vas a una sesión de homeopatía”.

Natural Además, el hecho de que la homeopatía se etiquete como un remedio “natural” también influye. “Hoy todo tiene que ser natural para venderse mejor, desde el champú hasta la medicina”. ¿Pero qué tiene de natural la homeopatía?, se pregunta Ernst. “La gente cree que el tratamiento está exclusivamente basado en plantas, pero no es así”. Y lo mismo sucede con otros tratamientos como la acupuntura. “¿Qué hay de natural en clavarte agujas en el cuerpo?”.

Aun así, Ernst asegura que este tipo de prácticas también tienen algo que enseñar a la medicina tradicional: “Más cuidado, más empatía, más tiempo y más compasión”. A día de hoy, afirma que en la mayoría de los países los médicos trabajan en condiciones muy por debajo de lo óptimo y que esto redunda en beneficio de estos tratamientos alternativos de dudosa eficacia. “Una consulta de diez minutos no da para ser empático”.

Ser honesto respecto a la evidencia, “tanto si afirma un hecho como si lo niega”. Ese es uno de los componentes principales de la “buena ciencia” para Edzard Ernst. “Mucha gente cree que mi trabajo era promover las medicinas alternativas, pero cuando me hice catedrático dejé de promover la medicina alternativa para promover la buena ciencia y eso significa hacer caso a los datos fiables. Cuando investigas hay que ser muy crítico”.