bilbao- Las vacaciones son necesarias. Parar a descansar es tan vital como detenerse a comer, respirar o beber. “De modo que si no se descansa, nuestro vacacionar no terminará con una vuelta agradable a la rutina, sino con más cansancio acumulado”, explica la psicóloga y profesora de filosofía de la UPV-EHU, Amaia Castaños. “Y esto sucede porque muchos interpretan las vacaciones como un periodo de actividad mucho más frenética que la laboral en lugar de tomarse un periodo libre de horario y sin obligaciones marcados por el jefe o el reloj. De hecho son mu-chas las personas que están deseando volver al trabajo”, subraya la psicóloga bilbaina con más de 18 años de experiencia.

Llega septiembre y, a la mayoría de los mortales, nos toca decir adiós a los relajantes días de vacaciones. ¿Cómo superar la vuelta al trabajo?

-Para empezar diría que la apatía y tristeza provocada por los cambios de horario y de hábitos es una idea un poco sesgada. A nada que nos pongamos a observar en nuestro entorno nos toparemos con un gran número de personas que tienen muchas ganas de volver al trabajo porque se aburre de vacaciones y, otras muchas, porque adoran su actividad más que otras facetas de su vida y que también están deseando acabar las vacaciones.

¿Existe el síndrome postvacacional? ¿Cuál es el secreto para no padecer estrés ni sufrirlo?

-Hay gente que está sufriéndolo o lo sufrirá al reincorporarse al trabajo tras el verano. Algunas personas padecerán depresión, una parte importante de ellas sí tendrá un cuadro de fatiga o estrés que no llegará a considerarse depresión postvacacional; estará directamente vinculado a la incorrecta adaptación al orden y la rutina tras los días en los que apenas se tienen responsabilidades. Pero, paradójicamente, el síndrome no está relacionado con el gusto o el disgusto de volver a la rutina.

Entonces ¿la apatía, la tristeza... de volver con qué están relacionadas?

-Con que hay mucha gente que fisiológicamente hablando necesita tener la vida muy estructurada y cuando salen de esa organización y tienen que volver a ella sufren el síndrome postvacacional. Además, vivimos en una sociedad en la que todo el mundo va corriendo todo el rato; no hay tiempo de parar para pensar. y para pensar hace falta parar.

¿Qué sucede en las vacaciones?

-Que mucha gente para y, aunque no quieran, piensan y a pesar de que eviten determinados pensamientos, porque nuestra cabeza tiene la capacidad de evitar lo que piensas, más tarde salen a la luz. El síndrome postvacacional está relacionado con esto. De repente creas una conciencia que has tapado durante las vacaciones, algo que no te gusta de tu vida.

¿Qué recomendaría a la gente desganada ante la nueva etapa: ejercicio, buena alimentación....?

-Creo que el “error”, porque cada persona usa su libertad como bien puede, es tener en la vida algo y, de repente, en las vacaciones cambiar radicalmente de costumbres. Si durante todo el año haces deporte, llevas una vida saludable, aunque ciertos hábitos pueden ser modificables, en las vacaciones se tienen que mantener. Las personas que más dificultades tienen a la vuelta son las que durante el año no hacen deporte porque les gusta, sino que viven un poco bajo la obligación de cuidarse; en verano se descuidan, se desatan y a la hora de retomar a lo que se supone les gusta menos, tienen problemas.

¿Cómo les animaría?

-Les diría que se basen en su propia mirada y experiencia y que busquen en su día a día algo que les motive y les haga sentir bien. No quejarse y mirar siempre las cosas desde otra perspectiva puede ayudarles a llevar la semana con otra cara. Además les recomendaría que vivan el presente y disfruten de cada día. Y que su vida mejore para que en vacaciones no tengan que hacer ese corte tan radical.

¿Habría que incorporar hábitos de las vacaciones a nuestra rutina?

-Ayudaría a hacer la vuelta más agradable. Por ejemplo, desayunar tranquilamente sentado, dedicar un rato a la lectura, al ejercicio, pasear, etc. Lo mejor para enfrentarnos a este cambio tan drástico es mantener una vida ordenada y equilibrada y dormir al menos 8 horas diarias.

¿Cómo volver contenta a la rutina laboral si estás trabajando en algo que se ha convertido en un suplicio, que está mal remunerado y encima los/as jefes te tienen enfilada?

-En la sociedad occidental tenemos muy agudizado el sesgo de la negatividad; deberíamos adquirir el hábito de dar paso a lo positivo. Por eso, aunque todo lo que enumeras sea cierto y no te guste mucho tu trabajo, para qué quieres amargarte si tienes que pasar en él tropecientas mil horas al año. A esas personas les diría que intenten psicológicamente trabajarse el hecho de no añadir más amargura a su curro en el que no están contentas. Si por lo menos le suman alegría, cogerán otro matiz de color. Hay que hacer un poco de psicología positiva también en el trabajo.

¿Y cómo hacernos con el sesgo de la positividad e incorporarlo a nuestra vida diaria?

-Siempre suelo decir que antes de dormir tendríamos que reflexionar sobre algo bueno que nos ha ocurrido ese día, en lugar de centrarnos en los malos rollos que hemos podido tener. Conozco a mucha gente que se acuesta pensando en lo que se le ha olvidado hacer, en todo lo que tiene pendiente. ¿Por qué? porque tenemos reforzada nuestra parte negativa. Las personas tendemos mucho a culpar al exterior de nuestras tristezas y no sabemos que tenemos un poder interior que es el que maneja nuestras alegrías.

¿Dígame, ‘porfa’ qué tengo que hacer para motivarme?

-Saber que la capacidad del ser humano consigo mismo es aplastante y que puedes tener una vida maja y un buen vivir, al margen de que el trabajo te guste más o menos.