BILBAO. El acusado de matar a su exmujer en agosto de 2015 en Bilbao ha asegurado hoy en el juicio, entre sollozos, que su muerte fue "accidental", durante una discusión en el domicilio de la víctima, y que decidió atropellarla posteriormente porque pensó que nadie le iba a creer.
Jorge Mateos Prado, que solo ha respondido a preguntas de su abogado, ha reconocido su participación en la muerte de su exmujer durante el juicio con jurado que se ha iniciado hoy en la sección primera de la Audiencia de Bizkaia.
Según ha declarado, durante la discusión en el domicilio de la víctima, ella le agarró, él la empujó y se golpeó contra la encimera de la cocina, por lo que la acompañó para que se limpiara la sangre en el baño, donde ella le pidió que abandonara la casa e intentó cerrar la puerta del aseo.
Ha asegurado que, al intentar abrir de nuevo la puerta, ella cayó hacia atrás y se golpeó la cabeza con un escalón del baño y, al creerla muerta y pensar que nadie le iba a creer, entró en pánico y decidió arrollarla con el coche simulando un atropello.
El acusado, que ha llorado durante su declaración, ha comparecido en una silla de ruedas, que debe utilizar desde que intentó suicidarse arrojándose a las vías del tren tras atropellar a su exesposa.
Según el relato de la Fiscalía, que pide 23 años de cárcel por un delito de asesinato con alevosía, el acusado, de manera "sorpresiva y sin posibilidad de defensa", llevó a la mujer al baño y la golpeó en la cabeza con el escalón de la bañera al menos en seis ocasiones.
A continuación, la llevó inconsciente al pasillo de la casa y, tras limpiar el baño, la trasladó en brazos hasta su vehículo y la introdujo en el maletero, para llevarla después hasta una carretera del barrio bilbaíno de La Peña, donde la arrolló hasta causarle "de esta manera definitivamente la muerte".
LOS HECHOS
El cadáver de la mujer, de 34 años y madre de dos hijos pequeños, se localizó a primera hora de la mañana del 8 de agosto de 2015 en una carretera del barrio de La Peña y, en un principio, se consideró que la víctima había sido atropellada de forma accidental y el conductor del vehículo se había dado a la fuga.
El 18 de agosto se citó al exmarido para hacer una inspección de su vehículo, pero no compareció. Posteriormente, apareció herido grave tras tirarse a las vías del tren y ser arrollado por una unidad de mercancías. Este presentaba diversos cortes en las muñecas y en el lugar se localizó un cuchillo con restos de sangre con el que se habría infligido las heridas.
Las acusaciones relatan que, en la noche del 7 de agosto de 2015, el procesado, que no había llegado a aceptar la ruptura de su matrimonio, se dirigió al domicilio de su exmujer con la excusa de hablar de los dos hijos de ambos, aunque su intención era acabar con su vida.
Una vez en la vivienda de la víctima, le tapó la boca para evitar que gritara y, sin que ésta pudiera defenderse, la golpeó reiteradamente con la cabeza en el escalón de la bañera, como mínimo seis veces. Tras limpiar el baño, trasladó a la mujer, que todavía no estaba muerta, sino inconsciente, al coche que tenía aparcado junto al portal y la metió al maletero. Después, la llevó al barrio de Buya, la colocó en la carretera y la arrolló, pasándole por encima a baja velocidad varias veces para terminar definitivamente con su vida.