Amparo Tomé es una de las referentes en temas de coeducación en el Estado. Profesora de Sociología de la Educación en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), su actividad investigadora se ha centrado en temas de Género y Educación.

¿Qué es la coeducación?

-Es llevar el feminismo al sistema educativo. Concreta y específicamente es buscar un mundo igualitario, justo, sin discriminaciones y corregir las desigualdades sociales. A través de la coeducación vemos cómo aparecen las discriminaciones y cómo aparecen todos los estereotipos. Yo digo últimamente el sexismo es como el facebook que se actualiza todos los días.

¿En qué forma aparece el sexismo hoy en día?

-Aparece en unos aspectos muy visibles como la violencia. Violencia entre hombres, violencia de hombres para mujeres y violencia entre mujeres, que se da también. No de forma física, pero en las escuelas hay competitividad, muchas niñas siguen pensando que las otras niñas son sus enemigas, porque son más guapas o porque atraen a más chicos, no se acaban de creer que las mujeres estamos para echarnos una mano, porque el mundo sigue siendo masculino y patriarcal. Esta violencia es muy visible, pero los estereotipos siguen siendo invisibles. Los valores siguen siendo totalmente estereotipados.

¿Dónde hay que intervenir?

-En todo. La organización escolar, los espacios, el uso de los espacios escolares, el currículum que no sirve para nada, las relaciones del profesorado entre sí, qué relación tiene que tener el profesorado con las familias, la relación entre niños, la relación entre niños y niñas, qué pasa en los patios, los juegos, los cuentos, todo.

¿Está desfasada la escuela?

-Está desfasada totalmente, estamos viviendo con un pie en el siglo XIX, XX y con el otro poniéndonos en el XXI. Los niños y las niñas se aburren en la escuela. Yo digo, no enseñéis a los niños y a las niñas a leer y a escribir hasta los seis años por favor, todo lo demás es estar interrumpiendo su crecimiento y lo digo de verdad. La neurociencia nos está dando la razón en esto. Los niños y las niñas tienen que aprender a partir del juego, a partir de la plástica, del teatro, de la expresión, del cuerpo, la música, el ballet... eso es lo que ayuda para que luego el cerebro se desarrolle bien. Lo que ha hecho el Gobierno central, suprimir la música del sistema educativo, es un crimen, es un atraso que lo pagarán muchas generaciones. Estás taponando vías de expresión, vías de conocimiento, vías de adaptación, vías de socialización.

¿Estamos coartando la creatividad de los niños y niñas?

-La innovación, la creatividad, el sueño, la fantasía. La transmisión de las películas de Walt Dinsey es lo más sexista que hay en el mundo. Y las películas modernas siguen transmitiendo ese sexismo pero en moderno, si vemos Blancanieves y una película actual es lo mismo, solo que las chicas tienen las tetas más grandes y visten de otra forma. Los niños y las niñas necesitan estar en la calle, necesitan aventuras en las que puedan crear. Es bueno que se aburran.

Sin embargo, no les dejamos, ahí están los móviles, las tabletas...

-Para que automáticamente estén entretenidos y que un aparato esté mandando órdenes a su cerebro. El aburrimiento fomenta la creatividad. También hay que darles autonomía para que sean responsables, si no les das autonomía no aprenden responsabilidad. En la escuela pasa igual. La autonomía lleva aparejada la responsabilidad, una persona que no es autónoma no es responsable, es obediente, no responsable.

¿Cuáles son los estereotipos modernos?

-Desgraciadamente no han cambiado mucho. Un sexismo totalmente actual es creer que lo que hacemos lo hacemos con libertad. Muchas chicas jóvenes dicen: yo tengo sexo indiscriminadamente con hombres porque me lo dice el cuerpo. Antes estábamos reprimidas por la iglesia, por la norma familiar; en estos momentos, la represión viene dada por la seducción. Y la seducción es muy difícil de contrarrestar en un mundo donde la figura femenina sigue siendo tal modelo o tal actriz. Princelandia que es una empresa en la que se enseña a las niñas a pintarse las uñas, vestirse de princesas y desfilar, eso es volver a convertir a las niñas en objeto sexual. Estamos en sociedades donde no vendemos a las niñas todavía, pero las ponemos a disposición de... Ese sexismo ha aparecido de una forma tremenda, antes era represivo, ahora es seductivo. Hoy en día, el cuerpo sirve simplemente como exhibición y ahí los hombres han entrado al mismo nivel, a ser modelos de una vida que es pantalla.

Y ahí están los selfies y las redes sociales...

-Es algo increíble. Vamos por la vida como modelos. El hecho de que el Instituto de la Mujer de Madrid, que era un hervidero, esté ahora muerto es un síntoma. El espejismo de igualdad ha debilitado al movimiento y me da mucho miedo. La otra pata son los recursos, cuando empiezas a quitar recursos de aquello que no valoras lo estás dejando morir.