La historia se ha portado muy mal con Elcano. Si ya de por sí muchos historiadores han obviado durante años la proeza del marino de Getaria, incluso el cronista de la expedición que dio como resultado la primera circunnavegación a la tierra Antonio Pigafetta apenas le menciona en su relato, los incendios de 1597 y 1836 en Getaria eliminaron todo registro sobre su existencia. El hallazgo hace dos años, en el palacio de Laurgain en Aia, de ocho cartas escritas por el navegante permiten conocer un poco más la persona y no el personaje histórico.
“Se le ha presentado casi como un muñeco. Alguien que montó en un barco, regresó y murió. Poco más se sabe de él”, explicó Borja Aguinagalde, responsable del Patrimonio Documental del Archivo Histórico de Euskadi, este miércoles en el museo San Telmo. El historiador, quien encontró los documentos que se pueden consultar en la página web del Archivo, abrió una serie de conferencias con motivo de la celebración en 2019 de los 500 años de la primera vuelta al mundo.
Juan Sebastián Elcano nació en 1476 en Getaria y, aunque su madre residió allí incluso tras la muerte del marino, apenas dejó rastro en el municipio, hasta tal punto de que su familia directa desapareció a finales del siglo XVI. “Elcano vivía en y por el mar”, indicó Aguinagalde sobre ello.
Hasta la aparición de las cartas, los únicos registros que se tenían de Elcano eran los del Archivo General de Indias y su testamento redactado pocos días antes de morir en el Pacífico. Escaso material para conocer a la persona. No obstante, analizando los textos escritos por la propia mano del getariarra, Aguinagalde saca a relucir una serie de percepciones.
Sobre todo a través de uno de ellos. Una carta escrita al rey Carlos I nada más llegar a Sanlúcar de Barrameda tras su agotador viaje dando la vuelta al globo. “Me lo imagino cansado, con todas las vivencias que tendría que haber pasado harto de todo, y en vez de pedir alguna nimiedad que desde hacía tres años no tenía, como una ducha, decide escribirle a su emperador”, contó Aguinagalde.
El historiador pensó en un comienzo que la carta era falsa por el tono y la forma del texto. “Elcano tutea al rey, una locura para la época, y encima las frases parecen mal escritas, como si estuvieran traducidas del euskera”, contó.
Aguinagalde cree que Elcano, rodeado de otros marineros vascos durante el viaje, probablemente utilizaría el euskera para comunicarse. Nada más llegar a tierra, después de una travesía tan dura de la que solo sobrevivieron 18 tripulantes, es lógico que redactara algo así. Para el director del archivo el tuteo también avala esta hipótesis, ya que en el euskera no existe el usted.
Además de la forma, para Aguinagalde el contenido de la carta muestra la personalidad del marinero. Consciente de la proeza que acababa de realizar, Elcano pide una serie de reconocimientos como la Capitanía Mayor de la Armada y el hábito de caballero de la Orden de Santiago, el mismo que tenía Magallanes. “Muestra sus intereses consciente de que Magallanes ya no está”, indicó Aguinagalde al respecto.
El secretario de Carlos I, Francisco de los Cobos, responde a la carta pidiendo que acuda inmediatamente a Valladolid para contar su travesía y “diciendo no a la capitanía, no a la orden y no a todo lo que Elcano pedía”.
Esta contestación fue devuelta al marinero junto a la carta original y por este motivo no se encontraba en el Archivo de Sevilla.
“aportan mucho y poco” El resto de las cartas encontradas son puramente administrativas. En una de ellas, y después de recibir a Elcano, el rey le concede una renta anual de 500 ducados de oro de por vida en agradecimiento. Un dineral en la época, que ni Elcano ni su familia jamás recibirían, ya que el marino moriría poco después de la concesión.
Otros dos documentos responden a nuevas peticiones que sí le son entregadas. Por un lado, Elcano solicita que se le indulte por haber vendido uno de sus barcos a unos camboyanos años atrás, algo prohibido en aquel momento, y por otro, que se le otorgue licencia de armas. “Elcano habla de personas que le quieren mal, como si hubiera hecho enemigos durante su viaje, lo que seguro que ayuda a alimentar las habladurías sobre un posible complot de Elcano y su allegados para acabar con Maganelles durante la expedición”, explicó Aguinagalde.
Una de las cartas también tiene cierto misterio y puede dar pie a nuevas investigaciones. “Carlos I le hace llamar a Pamplona para que le hable de un viaje que ha hecho a un lugar que se desconoce y que a mí me parece interesante tratar de descubrir”, indicó.
Para Aguinagalde, las ocho cartas aportan “mucho y poco” a la historia del navegante. “Son documentos que históricamente pueden aportar poco, pero que sirven para conocer cómo y quién era Elcano”, añadió.
“Muchas veces ha estado tapado por Magallanes en los libros de historia. Ya en su época, todos los textos que hablaban de la primera circunnavegación no lo mencionaban. Él tenía que ser consciente de ello, pero jamás protestó. No tenía ninguna preocupación por que se le conociera. Su objetivo en el mar era prosperar, no explorar y descubrir nuevos lugares”, opinó el director.
Las ocho cartas son para Aguinagalde la última documentación que quedaba por encontrar sobre él. “Quizás mañana salga algo, pero no lo creo. En Sevilla seguro que todavía hay registros del viaje para conocer cómo fue, pero no sobre su forma de ser”, concluyó.