MADRID. Es una recomendación que ofrecen los otorrinos días antes de la Nochevieja, ya que la uva, por sus cualidades en cuanto a su forma y textura, puede provocar una obstrucción en las vías respiratorias y, si no se actúa de forma rápida, "puede llegar a provocar la muerte".

Por ello, recomiendan no dar a los niños, sobre todo a los menores de cinco años, las tradicionales doce uvas para dar la bienvenida al nuevo año o, en su defecto, modificar su forma.

Es decir, cortarlas en varios trozos, quitarle la piel y las pepitas para de esta forma evitar un episodio de aspiración.

Y es que las uvas tienen un tamaño similar al de la glotis: "Son frutas ovaladas, relativamente moldeables y con una piel suave y resbaladiza, por lo que puede deslizarse en la boca del niño de forma involuntaria, sin ser masticada, y actuar como tapón en las vías aéreas, impidiendo la respiración", según detalla el doctor.

En un reciente estudio publicado en la revista Nurs Child Young se aseguraba que las uvas consumidas enteras, con la piel y las pepitas, son la tercera causa de asfixia relacionada con la comida en menores de cinco años.

La mayor parte de los atragantamientos infantiles se producen en niños menores de dos años porque, según el experto, en esta franja de edad aún no tienen los dientes desarrollados, el sistema deglutorio del niño es inmaduro y la posibilidad de que una parte de un alimento o cuerpo extraño pase a la vía respiratoria es más alta.

Cuando esto ocurre, la tos originada por la aspiración puede ser efectiva y conseguir expulsar lo que la provoca, sin embargo, no siempre sucede así y se puede producir un deterioro del estado respiratorio que, en ocasiones, puede desencadenar en neumonía, enfisema pulmonar, algunas infecciones "o incluso la muerte", según el especialista.

Pero, además, hay otros responsables de los atragantamientos, como los frutos secos, los juguetes o los globos, todos ellos muy presentes en estas fechas, de ahí que los médicos recomienden no dar a los niños menores de tres años cualquier tipo de fruto seco sin moler. Aconsejan hacerlo a partir de los cinco o seis años por el alto riesgo que existe de atragantamiento y asfixia.