madrid - Diecisiete años después de que Christian Barnard realizara con éxito el primer trasplante de corazón, del que ayer se conmemoraba el 50 aniversario, un médico español contemplaba emocionado, pero también confiado, cómo un corazón de donante latía en el cuerpo de Juan Alarcón, un hombre de 29 años que hasta entonces tenía pocas posibilidades de vivir. Fue en la madrugada del 8 al 9 de mayo de 1984 en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona) y Josep María Caralps, artífice de este hito de la sanidad española junto a Josep Oriol Bonín, recuerda perfectamente que la operación para suturar el corazón donado duró exactamente 58 minutos.
“Estábamos muy concienciados y teníamos todo el sentimiento de que iba a funcionar”, recuerda Caralps, quien señala que el equipo se preparó “mucho y a conciencia” para esa intervención. “Cuando el corazón empezó a latir, sencillamente era lo que estábamos esperando”, reconoce. No era la primera vez que Caralps veía latir un corazón fuera de su cuerpo. Años antes había practicado en el Maimonides Medical Center de Nueva York, pero en ese caso, se trataba de cachorros de perro. “Realizábamos dos trasplantes de corazón al día, de lunes a viernes”, recuerda.
Caralps ha participado esta semana en el homenaje al médico sudafricano Christian Barnard, persona clave en la historia de la medicina, al protagonizar el 3 de diciembre de 1967 lo que entonces se consideró una odisea científica: trasplantar con éxito el primer corazón a un paciente de 53 años. El paciente falleció 18 días después a causa de una neumonía.
Cincuenta años después de ese acontecimiento, el trasplante de corazón se considera una actividad rutinaria que el año pasado salvó la vida a más de 7.000 pacientes en todo el mundo, según los datos del Registro Mundial de Trasplantes que gestiona la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). Su directora, Beatriz Domínguez-Gil, destaca que ha habido muchos avances en la medicina para que ese evento extraordinario se transformara en el tratamiento que es a día de hoy, “una terapia habitual, pero no por ello menos milagrosa”.
“La técnica para hacer un trasplante es una de las más sencillas que hay en cirugía cardiaca”, afirma Caralps, que subraya que lo complicado es contar con un equipo de gente que sea capaz de evitar todos los problemas que esta intervención conlleva, especialmente la infección. Esa fue la causa de la muerte de la gran mayoría de los primeros 100 trasplantes que se hicieron en el mundo. “Al cabo de un año sólo quedaban seis trasplantados”, señala el doctor, que explica que este hecho originó una portada de la revista norteamericana Life, que publicó un editorial que criticaba el trasplante cardiaco.
A partir de entonces, sólo quedaron cuatro centros en todo el mundo que continuaron con estas intervenciones; Sudáfrica, Stanford, Virginia y París. Cuatro centros con cuatro cirujanos que trabajaron y se formaron conjuntamente en la Universidad de Minesota en cirugía cardiovascular. Uno de ellos era el sudafricano Christian Barnard, quien se convirtió en un personaje clave en la historia de la medicina al protagonizar lo que entonces se consideró una odisea científica: trasplantar con éxito el corazón de una joven que había muerto en un accidente de tráfico a Louis Washkansky, de 54 años, quien fallecería 18 días más tarde a causa de una neumonía.
En España, durante la década de los años setenta, en diferentes países europeos se intentaron experiencias similares pero con pésimos resultados. En 1968 Cristóbal Martínez Bordiú trató de realizar en el hospital La Paz el primer trasplante cardiaco en nuestro país, sin éxito. El paciente apenas sobrevivió unas horas.
El mejor conocimiento del proceso de rechazo y la introducción de la ciclosporina, primer fármaco realmente eficaz contra el mismo a finales de los 70, consiguieron mejorar los resultados. Así, el doctor Diego Figuera realizó en 1984 el primer trasplante cardiaco infantil en el hospital Puerta de Hierro de Madrid a una niña de 11 años que ha recibido ya como adulta, un segundo trasplante. A día de hoy, la paciente vive. Se trata de María Dolores Ortega que, con 44 años, asegura que lleva una vida totalmente normal. “Yo era una niña de 8 años que no tenía vida, que mi vida se podía ir en un segundo”, y ahora estoy viva y estoy bien. Lola es una de las más de 8.000 personas que se han beneficiado de esta técnica en España, entre ellas 427 niños. El trasplante cardiaco alcanzó su máximo histórico en el año 2000, con 353 intervenciones. El número de trasplantes en la actualidad está estabilizado en 250-300 anuales.