vitoria - La población vasca empieza a asomarse a un serio precipicio demográfico. Los nacimientos encadenan sucesivas caídas y los fallecimientos sucesivos ascensos. Con una dinámica demográfica claramente regresiva, muchos municipios de Euskadi llevan varios años asistiendo a más entierros que alumbramientos. Tal y como corroboran los datos, durante el primer trimestre del año, los fallecimientos aumentaron en el País Vasco un 9,6% respecto al mismo periodo de 2016, sobre todo entre las mujeres. Por otro lado, la natalidad sigue acumulando mínimos históricos y en el mismo periodo se ha hundido más de once puntos.

El Instituto Vasco de Estadística (Eustat) informó ayer de que en el primer trimestre de este año murieron 6.249 vascos, un 9,6% más que en el mismo periodo del año anterior, lo que equipara las cifras de fallecimientos a las de 2015, un annus horribilis. En este sentido, destaca la gran diferencia de fallecimientos por sexos, ya que hubo 2.964 defunciones de hombres (un 3,3% más que un año antes) y 3.285 de mujeres, un 15,9% más. Por territorios, en Araba fallecieron 801 personas, 3.367 en Bizkaia y 2.081 en Gipuzkoa.

El Eustat también indica que entre las defunciones ocurridas en el primer trimestre, cuatro correspondieron a menores de un año, una niña y tres niños.

Descenso vertiginoso Curiosamente, hace solo siete días el mismo organismo informaba de que la tasa de nacimientos en Euskadi disminuyó un 11,1% en ese mismo periodo. Ningún territorio se libra de la caída de la natalidad. En Bizkaia, el descenso fue vertiginoso, hasta un 15,3% menos de recién nacidos (en total 1.972); en Araba, el descenso fue del 8,6% (713), y Gipuzkoa atenuó la caída en un 5,9% y 1.365 nacimientos.

Con estas cifras caminamos hacia un desierto demográfico y un escenario poblacional en números rojos ya que el saldo vegetativo en 2016, la diferencia entre las personas que nacen y las que mueren, también fue negativo en Euskadi, al perder 2.977 habitantes. Y solo en Araba, el número de defunciones fue inferior al de nacimientos. Eso no quiere decir que en el cómputo global la CAV arrojara un balance negativo el año pasado porque fue una en una de las once comunidades que tuvo un crecimiento poblacional gracias a la llegada de inmigrantes.

Una entrada que, sin embargo, no consigue frenar la caída galopante de nacimientos. Otro apartado donde el panorama se tiñe de gris. La tasa de natalidad en la CAV se encuentra entre las más bajas de la Unión Europea, con 8,7 nacimientos por cada 1.000 habitantes, por debajo de los diez de media de la UE. De acuerdo con las estadísticas del Eustat y Eurostat, correspondientes a 2015, solo Grecia, Portugal e Italia tienen una tasa de natalidad inferior a la de Euskadi, mientras que la media del Estado español en 2015 fue de 9 nacimientos.

En 2010 la tasa de nacimientos en Euskadi se situaba en el 9,7, por lo que desde entonces la pérdida porcentual ha sido de un punto. Un aspecto que “llama la atención” del Eustat que califica de una disminución “drástica”.

Pérdida de habitantes Las prospecciones demográficas abundan en los datos adversos. Y es que según un estudio del INE, Euskadi perdería 79.451 habitantes en los próximos quince años de mantenerse las tendencias demográficas actuales. En concreto, pasaría de los 2.162.626 habitantes residentes a los 2.083.176 en la misma fecha de 2031, lo que supone un descenso del 3,7%.

Los dígitos de este estudio de proyección ponen de manifiesto que el País Vasco tendrá un saldo vegetativo negativo en estos tres quinquenios. En 2020 este saldo negativo será de 6.123 personas, mientras que en 2025 se elevará hasta las 8.085 y en 2030 hasta los 8.349.

El hecho de que mueran más personas de las que nacen refleja el problema que tiene el País Vasco con su pirámide poblacional. La demografía se ha convertido en uno de los mayores desafíos que tiene que afrontar la sociedad vasca durante las próximas décadas ya que tiene repercusiones a todos los niveles. Gasto sanitario, prestaciones por desempleo, ahorro, consumo? muchos son los hándicaps que van aparejados al envejecimiento de la población. Tanto que la demografía se ha convertido en un serio problema. De hecho, los expertos afirman que de cara al futuro “una fuerza laboral menguante puede ser un problema para la sostenibilidad del estado del bienestar”.