Bilbao- Tras la presidenta del Consejo Escolar de Euskadi, Nélida Zaitegi, las ikastolas toman la palabra hoy en la serie de entrevistas organizada por DNA para tratar de explicar las claves del trascendental debate acerca del pacto Educativo sobre el que se pretende asentar los cambios que necesita la escuela vasca para adaptarse a las necesidades de este siglo. La consejera de Educación, Cristina Uriarte, mantendrá hoy la primera reunión con los todos los agentes del sector para informarles sobre la metodología que guiará el que sin duda es uno de los procesos de reflexión más importantes que se han producido desde la aprobación de la Ley de la Escuela Pública Vasca de 1993. Una ley que dio lugar al sistema educativo que hoy conocemos, con la división entre centros públicos y concertados y el sistema de modelos lingüísticos (A,B,D). Pero hoy también resuenan los fantasmas del pacto Educativo de 1992 que supuso la renuncia del proyecto de aquel primer Gobierno Vasco, con Pedro Miguel Etxenike como consejero, que en plena efervescencia de la Transición trató de construir la Escuela Pública Vasca a partir de la unificación de las escuelas estatales transferidas y las ikastolas. Aquella idea no prosperó y supuso la ruptura del movimiento de ikastolas. Veinticinco años después, las ikastolas que no decidieron publificarse entonces reivindican hoy que el nuevo pacto Educativo reconozca expresamente el servicio público que desempeñan los centros concertados. Eso y una apuesta clara por el euskera. Pero según el presidente de Ikastolen Elkartea, ninguna de estas dos reivindicaciones constituyen una línea roja en el proceso de negociación al que acuden con “voluntad de llegar a acuerdos”.

¿Cómo se presenta el nuevo curso?

- En el plano interno, nuestras apuestas son seguir desarrollando Euskal Curriculuma y llevarlo a las aulas a través del programa EKI. Hay una apuesta muy seria por la educación por competencias, la digitalización y el proyecto antibullying KiVa. También estamos afrontando una revolución en el diseño de los espacios para adecuarlos a los nuevos paradigmas de la educación. Y en el ámbito externo, evidentemente, las prioridades pasan por el pacto Educativo y la Ley Vasca de Educación. Hemos hecho una apuesta seria por colaborar con el Gobierno y con el resto de los agentes para que salga adelante porque es una prioridad para este país.

¿Qué opina del Plan Lector para corregir los malos resultados del informe PISA?

-El Plan Lector es un proyecto limitado, interesante, pero limitado. Nosotros creemos que lo que realmente tiene que cambiar de raíz es el sistema educativo y para eso es necesario el pacto y la ley. La mejora de la calidad educativa solo vendrá de la mano de medidas combinadas en ámbitos distintos; una medida parcial puede ayudar pero no es la solución si no logramos cambiar el paradigma educativo vasco.

¿El Informe PISA debe ser un termómetro de la calidad de la enseñanza al punto de condicionar las políticas de un país?

-Un termómetro sí, pero no el termómetro. Al fin y al cabo PISA te da la posición en la que estás como país de manera comparativa. Es evidente que no aborda todos los factores que deben ser evaluados y también es cierto que algunos países están preparando a sus estudiantes específicamente para hacer esta prueba de forma que no ofrece una imagen real. Más allá de la posición en el ranking, lo interesante que aporta PISA es que señala lo que se está haciendo bien en unos países y lo que se está haciendo mal en otros. Pero repito, creo que PISA es un termómetro igual de importante que otros termómetros como las evaluaciones de diagnóstico, las clasificaciones, el número de titulados superiores, el abandono escolar....

Las ikastolas son pioneras en la lucha contra el bullying con la implantación del KiVa finlandés. ¿Se ven ya los resultados?

-KiVa se comenzó a implementar en enero en 52 ikastolas. Es un periodo muy corto para tener unos resultados exhaustivos sobre todo porque es un programa a medio plazo, como poco. En cualquier caso, los expertos de la Universidad finlandesa de Turku han dicho que va por muy buen camino, que se está detectando un cambio en cuanto a la sensibilización del alumnado contra el bullying y este curso se extenderá a otras 10 ikastolas.

La consejera Cristina Uriarte se ha marcado el reto lograr un “acuerdo por la educación” este curso. Por partes, ¿por qué es necesaria una Ley Vasca de Educación?

-La Ley Vasca de Educación es necesaria e imprescindible. En los últimos años, la educación vasca nos hemos instalado en una situación de confort, convenciéndonos de que íbamos muy bien hasta que de repente distintos termómetros nos demuestran que esa no es la realidad. Lo cierto es que seguimos con el sistema que establecimos en 1993, que solo regula la enseñanza pública. Incluso aunque nosotros no estuviésemos planteando una ley que regule el conjunto del sistema y no solo la pública, creemos que hay que acordar una nueva ley porque han pasado 25 años desde la última y los paradigmas sociales y educativos han cambiado radicalmente.

¿En qué sentido?

-En el sentido de que elementos como la inmigración, las nuevas tecnologías, la globalización, los nuevos modelos de familia no existían hace 25 años.

Pero el éxito o fracaso del pacto pasará por si se reconoce el servicio público de la red concertada, ¿no es así?

-Un punto importante de la ley es que debe regular el conjunto del sistema. La idea es cambiar el concepto de que lo público esté unido a la titularidad sino al servicio que presta un centro. Creemos que esta es una apuesta de país, igual que la normalización del euskera y Curriculum Vasco. Es decir, hay muchos temas que requieren de una solución sistémica. No estamos en tiempos de acuerdos pequeños, de hoy Plan Lector, mañana Plan de Educación Inclusiva, otro día evaluación... Necesitamos un gran pacto que redefina el sistema de manera trasversal y eso debe pasar primero por el pacto Educativo y luego por la ley.

Reclamáis que se reconozca a las ikastolas como servicio público. Supongo que esto está ligado a una pretensión económica.

-Lo importante es el concepto. Creemos que la inversión tiene que mejorar para el conjunto del sistema, incluidos los centros concertados. Cuando hacemos este planteamiento no estamos pensando en que de seguido nos mejoren la financiación, no. En nuestro planteamiento quedaría en manos de la Administración las grandes competencias de planificación, control y evaluación. Y cada centro, con independencia de su titularidad, tendría capacidad para gestionar, definir su proyecto educativo, desarrollo, determinar que inversiones quiere hacer.

Pero en la concertada ya lo estáis haciendo así desde hace 25 años.

Sí, pero lo que sucede es que no hay un reconocimiento legal de lo que estamos haciendo. La Ley de la Escuela Pública Vasca de 1993 no regula los centros concertados. Nosotros por ósmosis tenemos que navegar por ese entorno. Los conciertos son conciertos, pero necesitan de un aval sistémico. Quiero decir que nos encontramos con cambios de un día para otro que no controlamos. Lo que planteamos es que el gasto básico que tiene un centro sea público o concertado provenga de la Administración.

Insisto, quieren mejorar su financiación.

-Los centros de titularidad pública tienen que tener una mayor inversión porque son del Gobierno, pero le pedimos que cubra los gastos de funcionamiento ordinario. Y nosotros en contrapartida estaremos bajo la planificación, control, evaluación del Gobierno, admisión de alumnado; además, con un serio compromiso de dar cuenta de nuestras inversiones y de nuestros gastos. Es cierto que la situación actual no está muy lejos de esto, pero necesita un aval sistémico y definir los requisitos necesarios para entrar en ese Servicio Público Vasco de la Educación.

Si los centros concertados pasan a este sistema público y no se quiere quitar recursos a la red pública eso requiere un incremento del presupuesto en educación.

-Sin duda alguna.

¿De cuánto dinero hablamos?

-No estamos hablando de mucho dinero. Ese cálculo está hecho.

En 2008 las ikastolas y Kristau Eskola cifraron el incremento de su financiación en el 25%. ¿Sigue siendo válida esta cifra?

-Más o menos. Y en dinero estaríamos hablando de 125-130 millones de euros. Pero ojo, para nosotros la prioridad es el cambio del paradigma en el sistema de gestión del sistema educativo vasco. ¿Que luego hay fondos? Bien. ¿Que no los hay? También, ya hemos sobrevivido en épocas mucho más duras. Pero insisto en que somos conscientes de que la educación pública necesita más fondos,si lo que queremos es que el sistema en su conjunto mejore.

Por tanto, la financiación no es una línea roja para las ikastolas.

-No, la prioridad es el que se recoja el concepto en la ley. Luego ya hablaremos del calendario de financiación. En ese sentido no tenemos una prisa loca.

Con la que está cayendo en la pública, con cinco huelgas antes de navidades, supongo que es consciente de que este planteamiento no es que sea muy popular ya que ustedes, la concertada, cobran unas cuotas a las familias.

-La mejora de la financiación no es la prioridad para las ikastolas sino el cambio de paradigma. No planteamos que nos den más dinero a nosotros para quitárselo a la pública. ¿Cuál sería la situación ideal? Que nuestro país mejore la recaudación y haya más dinero para mejorar las situaciones que reivindican los sindicatos en la pública y para mejorar la situación de la concertada.

Hasta ahora la consejera Uriarte no se ha referido abiertamente a la cuestión del Servicio Público Vasco de la Educación que quiere la concertada. ¿Es un desliz o la consejera obvia públicamente esta cuestión para no ‘calentar’ aún más a la red pública?

-Sí que nos llama mucho la atención la falta de algún grupo de trabajo que tenga que ver con el Currículum Vasco o el servicio público de la educación. Y creo que eso en algún momento, de alguna manera, se tiene que hablar, se tiene que negociar y se tiene que tomar una determinación porque no se entendería un pacto Educativo sin hablar de esta cuestión. Creo que eso estará sobre la mesa, sea en el formato de trabajo que plantea la consejera o en otro. Esta es la cuestión central y seguir atrasando el debate sobre ello es engañarse, es hacerse trampas al solitario, porque ya toca.

¿Cuál sería su ley ideal?

-Usando el término catalán, lo que necesitamos es una ley de desconexión del Estado en el ámbito educativo. ¿Por qué? Con la Lomce quizá lo hemos visto de forma más agresiva, pero no hay ningún paraíso educativo al que volver. Ni la LOE, ni la LOGSE eran paraísos educativos, nuestro sistema ha estado muy constreñido por las leyes orgánicas del Estado español. Debemos negociar una ley sobre cómo queremos que sea nuestro sistema educativo sin pensar en que ese marco nos va a constreñir. Porque si a las dificultades que he citado añadimos que no podemos saltarnos las normas del Estado nos llevaría a hacer una muy mala norma.

Pues siguiendo con el símil catalán, creo que si no se conjuga ese concepto de servicio público con la idea de que la pública debe ser el eje vertebrador del sistema que defiende la izquierda esto puede acabar en un choque de trenes de manual.

-Si nosotros planteamos un nuevo paradigma de lo público, perfecto, que lo público sea el eje vertebrador del sistema. Porque para nosotros lo público a partir de la ley será otra cosa, como lo es en muchas partes de Europa. Creamé, aquí no estamos inventando la luna.

¿Cuáles son las líneas rojas de las ikastolas? Si es que las tienen, claro.

-Una parte muy amplia del sector educativo no vería una ley que no recogiese el planteamiento del sistema público vasco de la educación. Pero nosotros no ponemos una línea roja, decimos, introduzcamos ese sistema y luego veremos con qué intensidad se hace. No solo somos nosotros, creo que Kristau Eskola también está en esa línea y somos la mitad del sistema. Otro de los pilares en la negociación es la normalización del euskera. No veríamos una ley si no apuesta de forma clara en la línea que todos los agentes educativos llevamos al Consejo Escolar de Euskadi, en el sentido de que la ley debe definir el perfil de salida del alumno usando como referencia el Marco Europeo Común de las Lenguas con unos determinados niveles a partir de los proyectos lingüísticos de cada centro. Lo que se necesita es tener un elemento evaluador claro. Para nosotros este es un elemento tan o más importante que el Servicio Público Vasco de Educación.

Uff, pues no pide nada porque ningún gobierno se ha atrevido a abrir ese melón.

-Claro pero es importante que se haga. Esos son, en nuestra opinión, los tres elementos fundamentales que debería abordar la Ley Vasca de Educación: el Servicio Público Vasco Educativo, euskera y Currículum Vasco.

Con honestidad, ¿confía en que se pueda alcanzar el pacto?

-La clave para que se pueda alcanzar un pacto es que de verdad exista una voluntad por parte de los agentes educativos y los partidos políticos de afrontar este debate sin prejuicios iniciales. Si no somos capaces de conseguirlo va a ser muy, muy complicado. Y a partir de ahí tengo el convencimiento de que, habiendo planteamientos en algunos ámbitos tan alejados, es imprescindible nadie acuda a la negociación con unas líneas rojas muy radicales. Hay que ser conscientes de que algunos de los planeamientos de partida que cada uno tenemos no se van a conseguir, ni los de las ikastolas, ni los de nadie.