Bilbao - Los datos sobre valorización energética corresponden a 2015 pero son los últimos de que dispone Eurostat. En todo caso, son elocuentes de la evolución que ha tenido este método de tratamiento de deshechos que no han podido ser reciclados de ningún modo en fases previas: desde el año 2004 su tasa de incidencia ha pasado del 19 al 27%. Un comportamiento positivo que es más evidente en las economías desarrolladas e implicadas en la estrategia ambiental.

Además, subrayaba recientemente Anabel Rodríguez (directora ejecutiva de la Fundación para la Economía Circular) este método es un eslabón esencial dentro del movimiento mundial que promueve un uso eficiente de los recursos. “Sería un despilfarro -ilustraba en un seminario de los Cursos de Verano de la UPV/EHU- que aquel material que se pueda aprovechar de algún modo acabara en el vertedero; no solo por el coste económico que genera sino también por las emisiones de gases de efecto invernadero”.

Y es que, la valorización energética [popularmente conocida como incineración] no sustituye al proceso de reciclado. De hecho, es un proceso de tratamiento de residuos complementario y posterior ya que únicamente se recurre al mismo para dar un valor a esos rechazos. De ahí la frase que tantas veces han repetido los expertos en la materia: No importa cómo recoges sino cuánto aprovechas. En el caso vasco, por ejemplo, la única instalación certificada [Zabalgarbi] se localiza en Bizkaia, que se encuentra al nivel de los países europeos más avanzados en la gestión de residuos ya que en 2016 “fue valorizada aproximadamente el 35% de la basura generada en el territorio”.

Tal y como insistían fuentes de esta planta de tratamiento, “la valorización energética de residuos no es una alternativa al reciclaje. En Zabalgarbi no se valoriza un solo kilo de basura que el ciudadano haya depositado de forma separada. La valorización solo es un sustitutivo del vertedero, que es la peor solución ambiental de todas”. Así, los residuos que llegan pertenecen a la denominada fracción resto no reciclable: “un 29% provienen del rechazo de sistemas de gestión específica, un 5% de asimilables -centros comerciales, etc.- y el 66% restante de la recogida municipal”.

Producir energía renovable Cada día se reciben alrededor de 720 toneladas de estos residuos de más de un centenar de municipios de Bizkaia. “Al año -remarcaban- venimos a tratar aproximadamente unas 230.000 toneladas de residuos urbanos y con ellos somos capaces de producir hasta 650 GWh [de electricidad] al año. Es decir, aproximadamente el 40% de la energía que se consume en los hogares vizcainos”. Por eso, como insistía la directora ejecutiva de la Fundación Economía Circular, para que el despegue de esta estrategia sea una realidad es necesario cambiar el chip a todos los niveles (social, empresarial y político) “y dejar de hablar de residuos para referirse a ellos como recursos”.

De este modo, apostillaba, “el término residuo se limitaría a aquello que no se puede aprovechar, reciclar material y energéticamente más”. Y es que, tal y como subrayaba, “sería un despilfarro que al final, aquel material que se pueda aprovechar de algún modo acabara en el vertedero; no sólo por el coste económico que genera sino también por las emisiones de gases de efecto invernadero”. Ante esta realidad, a su entender, la solución pasa precisamente por la valorización energética: “Cuando no se puede hacer nada material lo siguiente es la valorización energética. No puede ser que en un territorio no se esté haciendo valorización energética y se esté dando prioridad al vertedero”.

La falta de infraestructuras, sin embargo, dificulta el camino hacia la sostenibilidad. No obstante, aclaraba Rodríguez, “hay muchas formas de valorización energética y no sólo la incineración”. Por eso mismo insistió en que todo aquello que pueda sea reciclable, reutilizable o revalorizable energéticamente no puede acabar sin un tratamiento previo en el vertedero. Para evitar el “despilfarro” que supone arrojar esos “recursos” a un basurero, Rodríguez defendió una nueva reglamentación que, por ejemplo, incluya restricciones a los vertederos o incentivos económicos. Incluso apostó porque aquellas personas “que lo hagan mejor en materia de reciclaje o más colaboren paguen menos tasas”.

Ejemplos ‘circulares’ El Ministerio de Medio Ambiente tiene previsto aprobar próximamente su estrategia de economía circular, si bien Rodríguez se mostró desconfiada sus recelos sobre su contenido. “No sé qué saldrá al final”, apuntó. No obstante, distintas voces expertas manifestaron durante las ponencias del seminario que se hace necesario reforzar los mensajes entre las administraciones (a todos los niveles), la ciudadanía y entre las pequeñas y medianas empresas. En Euskadi hace ya un tiempo que se viene trabajando este concepto en el tejido empresarial. En marzo, por ejemplo, fueron publicados los 36 proyectos de economía circular concebidos en la convocatoria 2014-2016 de ayudas del Gobierno vasco.

Dentro de ese catálogo de iniciativas hay algunas como la valorización de residuos del reciclado de vidrio de lunas de vehículos fuera de uso, la fabricación de moquetas para automóviles con textil reciclado al cien por cien, el diseño y elaboración de calzado reciclado a partir de residuos made in Euskadi, el reciclado de las redes de pesca para transformarlos en ropa de montaña; y otras más específicas al sector de la transformación de materiales, metal, equipos eléctricos y maquinarias, construcciones y obra, cauchos, biorresiduos,?

En resumen, explicaban desde Ihobe (sociedad pública vasca de gestión ambiental) a día de hoy se generan anualmente en la CAV unos 5,5 millones de toneladas de residuos en su mayoría de origen industrial, “con un índice de reciclaje y valorización del 48%. Estas cifras por sí solas ocultan una importante información. Los materiales que hoy se envían a vertedero superan en valor económico los 44 millones anuales de euros. Para aprovechar estos recursos será necesario desarrollar soluciones innovadoras que a su vez pueden facilitar a nuestras empresas el acceso a un mercado global del reciclaje que presenta unas tasas de crecimiento anual del 11%”.

Cuando los residuos no se puedan evitar ni reciclar, es preferible, tanto en términos medioambientales como económicos, recuperar su contenido energético en lugar de eliminarlos en vertederos.

175%

En 2016 fueron tratadas 224.194 toneladas de residuos no reciclables que de otra forma hubieran sido depositados en el vertedero. Con ello se ha evitado que esos residuos generaran un 175% más de emisiones de gases de efecto invernadero.