Tras 20 años de travesía por el espacio, la sonda Cassini vivió ayer sus últimos instantes de existencia al adentrarse en la atmósfera de Saturno, donde acabó por desintegrarse convertida en un fulgurante meteorito, tal y como tenía programado la Agencia Espacial estadounidense (NASA). “Transmitió sus últimos datos desde la atmósfera de Saturno y después se convirtió en parte del planeta”, confirmó Mike Watkins, director del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA. Lanzada el 15 de septiembre de 1997 junto con la sonda Huygens, que acabaría convirtiéndose en la primera nave en posarse en la luna de otro planeta, durante sus dos décadas de viaje por el espacio la Cassini ha superado todas las expectativas puestas en una misión que fue concebida a finales de los años 80.

“La misión Cassini-Huygens no solo alcanzó todos sus objetivos principales, sino que sobrepasó cada uno de ellos”, comentó Luis Morales, ingeniero de sistemas de operaciones de la misión Cassini-Huygens. En un principio, la Cassini tenía como objetivo el recopilar información de la atmósfera, los anillos y la magnetosfera de Saturno, así como el estudio de la superficie de Titán, una de las principales lunas del planeta, y de los satélites helados presentes en la zona.

Sin embargo, sus hallazgos fueron mucho más allá al descubrir, entre otras cosas, cuatro nuevos anillos, numerosos satélites y, sobre todo, la posible habitabilidad de las lunas Encélado y Titán.

“Descubrió que Titán es un mundo muy parecido a nuestro planeta Tierra, con mares, lagos, ríos secos, montañas, dunas y nubes; y que la luna Encélado tiene un océano global interno, que presenta las condiciones básicas para poder albergar vida microbiótica”, apuntó Morales. Precisamente, estos hallazgos sobre ambos satélites serían los que acabarían sellando su destino. Ante el inevitable consumo del combustible de la nave, los directores del proyecto valoraron las distintas opciones con las que poner fin a la misión: dejar a la sonda orbitando alrededor de Saturno o buscar la manera de destruirla.

Un último servicio Finalmente, se optó por esta segunda posibilidad por dos motivos: por un lado, para evitar que una posible colisión de la sonda con una de las lunas pudiera contaminar futuras investigaciones y, por el otro, permitir que la Cassini realizará un último servicio a la investigación espacial.

Así, el pasado mes de abril comenzó una nueva fase que la NASA bautizó con el evocador nombre de Grand Finale, consistente en que tras cinco meses más orbitando alrededor de Saturno la nave acabase dejándose caer en dirección a su atmósfera, donde podría obtener una serie de datos que sería imposible recolectar de otra manera.

“Los últimos segundos de la misión Cassini fueron una primera degustación de la atmósfera de Saturno y se convertirán en una leyenda”, predijo ayer un emocionado Watkins.

Durante estos últimos cinco meses, la Cassini ha enviado semanalmente nuevos datos sobre un planeta que se encontraba cada día un poco más cerca, sin embargo, son los datos obtenidos ayer viernes los que más expectación generan entre la comunidad científica.

“La exploración de las entrañas de Saturno podría resultar en medidas más exactas sobre su campo de gravedad, lo que serviría para calcular el tamaño de su centro rocoso”, consideró Morales, quien lleva vinculado al proyecto desde 1991, cuando este aún se encontraba en su fase de gestación.