Bruselas - La crisis de los huevos contaminados con fipronil, que este fin de semana llegó hasta Euskadi con la detección de una partida contaminada, ha puesto de manifiesto las grietas del sistema alimentario europeo, que en la última década ya ha generado dudas a los consumidores con episodios como el de la gripe aviar, la carne de caballo o el E.Coli.
Si en los últimos meses Bruselas presumía de su estricto sistema de control y miraba con recelo a Brasil por un fraude en la venta de carne en mal estado, ahora la Unión Europea (UE) tiene que analizar sus fallos y devolver la confianza a los consumidores. El escándalo de los huevos con fipronil recuerda al de la carne de caballo detectado en 2013, que afectó a más de 20 países. Los expertos aseguraron entonces que las trazas de carne equina no implicaban un riesgo sanitario, pero el asunto dañó la confianza de los consumidores europeos e hizo dudar de la efectividad de los controles en la cadena alimentaria. El Ejecutivo comunitario respondió con una serie de propuestas para reforzar los controles, que contemplaba aumentarlos sin aviso previo, la cooperación entre países y endurecer las sanciones.
El fraude de la carne equina volvió el pasado abril con la denominada operación Gazel, que desmanteló una red ilegal de venta de carne equina y se saldó con más de una veintena de detenidos en España, algunos de los cuales ingresaron en prisión imputados por delitos contra la salud pública, blanqueo, falsedad y pertenencia a organización criminal. El tema afectó también a Francia, Italia, Bélgica y Portugal y saltó, según dijo entonces la Comisión Europea (CE) gracias a los nuevos puntos de control establecidos a raíz del escándalo de 2013.
La crisis actual El nuevo fraude, esta vez en partidas de huevos contaminadas con un insecticida de uso ilegal en la cadena alimentaria, ha recordado a Bruselas la necesidad de seguir trabajando en el asunto. La CE ha evitado tratar el tema con la palabra “crisis”, dado que técnicamente, según los niveles detectados hasta ahora, no hay un riesgo potencial para el consumo, aunque la Organización Mundial de la Salud califica el producto como “moderadamente tóxico” y los umbrales “máximos” establecidos a nivel europeo han sido superados en algunas partidas.
El fipronil no ha causado ninguna intoxicación mortal, contrariamente al brote del E.coli en 2011, que afectó sobre todo a los productores de pepino en España porque erróneamente desde Alemania se señaló a esa hortaliza como el origen del brote infeccioso. Murieron entonces 15 personas en Alemania y una en Suecia, aunque la CE solo confirmó tres fallecimientos, y hubo 347 infectados en Alemania, 30 en Suecia, 13 en Dinamarca, 6 en Francia, 7 en Holanda, uno en Suiza y 6 en Estados Unidos, y dos casos de españoles que habían viajado a Alemania.
La UE revive también los fantasmas de la crisis de las vacas locas, que estalló en 1996 y causó cientos de muertes en una decena de países.
El sistema de control alimentario europeo se rige por una herramienta de alerta rápida (RASFF) creada en 1979 con la que los países envían notificaciones urgentes cuando detectan algo anormal en sus alimentos. Según el último informe del RASFF, las alertas pasaron de 523, en 2012, a 821 en 2016.
El escándalo del fipronil ha puesto en duda que los países utilicen correctamente este sistema, dado que, si bien Bélgica había detectado la sustancia en huevos en junio, no lo comunicó hasta el 20 de julio.
La CE tiene que analizar su papel como supervisor y la eficiencia de las normas, para lo que ha convocado una reunión el próximo 26 de septiembre.
Países. La crisis de los huevos contaminados por el insecticida fipronil, prohibido en la Unión Europea para producción alimentaria, afecta a 16 países europeos, según el sistema de alerta rápida de alimentos y piensos de la Comisión Europea (RASFF).
Importación. Según los datos del Centro Internacional de Comercio, el Estado español importó en 2016 más de 4.500 toneladas de huevos desde Holanda; en esa cifra, se incluyen todos los huevos de ave con o sin cáscara, yemas de huevo, frescos, secos, conservados o cocidos.
El escándalo de los huevos con fipronil comenzó en las granjas de Holanda y Bélgica, ambos países importantes exportadores de huevos al resto de socios europeos. Bélgica detectó la presencia de fipronil en varias partidas de huevos para el consumo provenientes de granjas en su territorio a principios de junio, pero no informó a los demás países hasta el 20 de julio. El 2 de agosto Holanda advirtió de que había encontrado fipronil en varias partidas de huevos.
La sospecha recae en la empresa holandesa Chickfriend, que supuestamente comercializó como “bio” un tratamiento para las gallinas con este insecticida, que estaría en el origen del fraude. Sus dos administradores fueron detenidos acusados de poner presuntamente en peligro la salud pública.