beirut - ¿Cuál es la situación de los refugiados palestinos en Líbano?
-Muy mala. Son los únicos refugiados del mundo que no tienen derechos. Se les reconoce el derecho al retorno, pero no el derecho a la Educación, a la Sanidad o al resto de derechos fundamentales.
¿Cómo se traduce esto en el día a día de los refugiados palestinos?
-La situación es dramática. Líbano cuenta con doce campos de refugiados oficiales y otros 42 asentamientos informales. Estos últimos no reciben los servicios de la ONU o de las instituciones libanesas, lo que se traduce en una ausencia total de asistencia. Además, pese a que muchos llegaron aquí en 1948, no se les otorga la nacionalidad libanesa, ni siquiera a los palestinos nacidos aquí, no tienen derecho al voto ni a la representación política. En muchos casos tampoco se les permite trabajar.
¿Qué dificultades tienen para encontrar empleo?
-Los palestinos que trabajan lo hacen de una forma muy precaria, sin un contrato, sin coberturas sanitarias. Trabajan de manera no oficial, en pequeños trabajos diarios casi siempre vinculados a la construcción. Esto provoca que haya muchos niños y adolescentes obligados a buscarse la vida y que estén siendo explotados en el mundo laboral en un país que no tiene ningún tipo de legislación que regule la edad mínima para acceder al mercado laboral. Simplemente, nadie lo controla.
¿Cómo afecta esto a los más pequeños?
-Muchos de los niños se han visto obligados a huir de sus casas y nunca han ido a la escuela. De hecho, cuatro de cada cinco niños no están escolarizados y cuanta menor es la formación, mayor es la explotación.
¿Cómo trabaja el PARD para escolarizar a estos niños?
-Desde 2012 se viene trabajando en un Kinder Garden (parvulario) para que los niños que vivían en la calle se escolarizaran. Tenemos capacidad para cien niños, aunque las solicitudes son mucho mayores, llegando hasta las 300. El objetivo es que todos ellos puedan acceder a los seis años al sistema educativo público libanés. Es muy importante que estos niños estén con otros niños de su edad, que se formen, que jueguen, pero también que se liberen de los traumas que han vivido. La educación es muy importante para tener una comunidad desarrollada y para proteger a los niños de cualquier tipología de explotación
¿Cuáles son los principales escollos para conseguirlo?
-El Gobierno del Líbano se justifica diciendo que no están preparados. A los seis años, a los niños se les somete a un examen de inglés, matemáticas y aritmética que deben superar para acceder al sistema educativo público, pero muchos de los niños, por ejemplo, nunca han estudiado inglés. Tratamos de formarles en estas materias para que puedan acceder al currículum libanés. Por ahora la experiencia ha sido muy exitosa y todos los niños que hemos formado han podido acceder al sistema educativo
Si la demanda es mucho mayor que su capacidad para atenderla, ¿cómo seleccionan a los menores que participan en este programa?
-Es muy difícil. Conocemos a sus familias porque las visitamos mensualmente. Tratamos de elegir aquellas con mayores dificultades como aquellos hijos de madres viudas o de padres con discapacidad, familias sin ningún ingreso o con un solo ingreso pero muchos menores a su cargo, niños con discapacidad... Pero muchas veces también la intuición y tus propias percepciones son importantes. Pero además, estamos extendiendo el proyecto a lo largo del país. En 2016 pudimos abrir un nuevo proyecto de preescolar en la localidad de Saida, con capacidad para 75 niños que el próximo curso se ampliará a cien. Además, gracias a la ayuda que nos llegó desde Euskadi se pudieron poner en marcha otras cinco clases para un total de cien niños en Tyro, que tendrá veinte nuevos graduados este mes de julio.
Además de la educación en la etapa preescolar, ¿qué otros proyectos de formación llevan a cabo?
-También trabajamos con adolescentes que se han visto obligados a dejar la escuela por su difícil situación económica. Para ellos tenemos una serie de programas de educación vocacional que consisten en cursos intensivos de seis meses, cada uno en distintas actividades económicas como peluquería o barbería, mantenimiento de móviles, fotografía y Photoshop, enfermería, secretariado y uno nuevo que hemos sacado para la gestión de hoteles y restaurantes. Tras seis meses, estos jóvenes tienen un diploma firmado por el ministro de Educación que les permite un más fácil acceso al mercado de trabajo. Son programas que no cuentan con el apoyo de la ONU y, que aunque funcionan muy bien, son claramente insuficientes. - I. Astarloa