Bilbao- “Nosotros, como compañía, lo vemos como una amenaza”. Manuel Pascual, director de Brittany Ferries en España, no oculta su preocupación por el aumento de inmigrantes que tratan de embarcar ilegalmente en el ferri para cubrir el trayecto desde Bilbao a Reino Unido. Un problema que les afecta de lleno no solo por los daños que ocasionan en las mercancías, con las consiguientes molestias a sus clientes, sino también por los gastos que generan a la propia compañía y que pueden ascender a más de 7.400 euros por polizón. “Si la interceptación es en Inglaterra, nos hacen responsables a nosotros de que se haya colado. Además de imponernos una sanción, que es recurrible en algunos casos, nos tenemos que hacer cargo de la deportación, de que vuelva a Bilbao en algún otro barco de pasajeros acompañado por un par de escoltas”, explica Pascual.

Según detalla Fabrice Turquet, director comercial del flete España-Portugal de Brittany Ferries, el Gobierno británico les multa con “2.000 libras por cada ilegal que toca suelo inglés”. Tienen que sufragar asimismo su regreso, bajo vigilancia, al Estado. “El precio medio es de 4.500 libras e incluye el coste de los servicios de escolta -dos por cada polizón que se transporte-, más la manutención y el viaje de avión de vuelta a Reino Unido”, precisa. La factura total alcanza las 6.500 libras, más de 7.400 euros por cada inmigrante irregular que logra embarcar. “La mayor parte son interceptados antes de subir al ferri, pero algunos casos se dan”, admite el director de la naviera en España.

Tal y como relata este responsable, los inmigrantes suelen esconderse entre las mercancías sin acompañar. “Normalmente buscan remolques que un portuario carga en el barco y otro saca en el destino, en Inglaterra. Para entrar cortan el toldo o lo abren y pisan algún palé. Crean una serie de problemas porque el cliente te ha dejado el remolque y se va a estropear”, denuncia Pascual, quien aclara, sin embargo, que no suelen ser “grandes daños” y que, dado que se producen “en una mercancía depositada, en un terreno de nadie, se arregla entre seguros”.

Aunque no puede concretar las pérdidas que les ocasiona el embarque de polizones en el Puerto de Bilbao -“tenemos puertos en Francia con el mismo problema y no hay cálculos segmentados”-, Pascual destaca la merma que podría ocasionar en su cartera de clientes. “Lo vemos como una amenaza porque gente a la que le ha pasado una vez y le pasa dos y tres ya te dice que no quiere dejar su remolque aquí, ni viajar con nosotros y que prefiere ir por carretera. La mercancía la llevan a la fábrica, en Inglaterra, y allí dicen que no la aceptan porque viene dañada. Empiezan los problemas y a nadie le gustan. Lo que queremos todos es trabajar y vivir”, defiende el director de la compañía en España, quien aclara que, aunque “hay gente que está un poco defraudada por cómo van las cosas, de momento no hemos perdido clientes”.

Algunos, rubrica por su parte el director comercial, “han sufrido de forma puntual desperfectos en las mercancías transportadas, pero nunca ha sido motivo para romper nuestra relación comercial”. Alega, en este sentido, que el mal está extendido. “Nuestros clientes son conscientes de que la inmigración ilegal hacia el Reino Unido es un problema que afecta en mayor o menor medida a todos los actores que participan en el transporte de productos hacia Inglaterra, ya sea una naviera o un transportista”, argumenta Fabrice Turquet.

Desde que se cerró el campamento de refugiados de Calais, en Francia, dice Pascual, “la cuestión se ha disparado”. “Toda aquella gente se ha distribuido y ha intentado encontrar otras salidas. No sé exactamente si los que han llegado a Bilbao son los mismos, pero hay un aumento”, constata y apunta hacia arriba cuando se le pregunta por el drama humanitario. “Nosotros como compañía no nos podemos hacer cargo del drama humanitario, eso es para los gobiernos”, señala.

La mayoría de los inmigrantes que tratan de embarcar ilegalmente en el ferri son localizados en el Puerto de Bilbao, pero algunos también son detectados durante el viaje por las cámaras instaladas en las bodegas del ferri. “Algunas veces se ve que hay movimientos, el que ha accedido a un remolque busca otro que esté más escondido... En ese caso se avisa a la Policía británica de que hemos visto algo en el barco, sobre todo, para poder decir luego, a la hora de la multa, que nosotros hemos hecho una declaración”, explica el responsable de la naviera.

Aunque los polizones logren pasar desapercibidos durante el trayecto, les queda otra barrera muy difícil de franquear. “En Inglaterra hay un control exhaustivo, remolque tras remolque, y ahí es donde habitualmente los cogen”, relata Pascual, quien reconoce, por razones obvias, que hay quienes logran su objetivo. “Me imagino que si siguen intentándolo es porque alguno lo consigue, pero es gente muy desesperada, sirios o iraníes que vienen del conflicto, o albaneses atraídos por las mafias que trabajan en Inglaterra. Hay un poco de todo. Yo creo que lo intentan por todos los lados y algunos pasan, otros no y seguirán intentándolo con nuevos inventos que se les vayan ocurriendo”, augura.

“Fijación con Reino Unido” El destino que tratan de alcanzar contra viento y marea, Reino Unido, no lo cambian fácilmente por otro. “La fijación que tienen es de tal magnitud que no piensan en otra cosa. Es más, tampoco piden ningún tipo de ayuda. Cuando los compañeros les dicen: ¿Le busco un albergue donde poder pernoctar, tiene familiares...?, dicen que no necesitan nada ni a nivel sanitario, ni de intérprete, ni asistencial. Lo tienen todo muy claro”, corrobora el presidente de CEAR-Euskadi, Javier Galparsoro.

Uno de los atractivos de Reino Unido, apunta Elsa Expósito, portavoz de la Guardia Civil del País Vasco, es que “las ayudas sociales que presta son de las mejores de Europa”. Pero no es el único. “Es un país muy querido por todos ellos, en primer lugar, porque no tienen ni DNI y, una vez que entras, es muy difícil que te localicen. Normalmente la Policía no pide documentación por la calle si no has hecho nada y el pasaporte tampoco es obligatorio. Entonces, te escondes muy bien y eso es muy cómodo”, explica el director de Brittany Ferries en España. Además, añade, “desde los años de la Commonwealth hay unas comunidades enormes de este tipo de inmigrantes establecidas allí y la gente va buscando familia, amigos, relaciones, gente que les ayude a conseguir un trabajo. Es difícil encontrar un trabajo si no declaras quién eres, pero al final vivir, viven”.