Donostia - La filósofa y catedrática de Ética Adela Cortina se encuentra en Donostia para participar esta tarde en el ciclo Encuentros de ética, humanismo y ciencia junto a Miguel Ángel Von Wichmann, médico adjunto del Servicio de Enfermedades Infecciosas del OSI Donostialdea. La conversación de ambos girará en torno a un asunto de plena actualidad que obliga a los poderes públicos y a la sociedad en su conjunto a estar permanentemente alerta: las fobias sociales y los discursos del odio (Hotel de Londres, 19.30 horas). Los que quieran asistir a la cita deben inscribirse en la web www.ciclodiálogos.com o llamar al 943 007 359. Uno de los grupos más vulnerables a sufrir en sus carnes las expresiones de odio, tanto verbales como físicas, son los pobres, una condición a la que Cortina ha dedicado su último libro Aporafobia, el rechazo al pobre: un desafío para la democracia. Galardonada con innumerables premios y distinciones, Cortina es especialista desde el punto de vista de la ética y la filosofía de asuntos como ciudadanía, democracia o cosmopolitismo.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de fobia social?

-Al rechazo que sufren grupos sociales vulnerables por parte de quienes se sienten superiores a ellos.

¿Por qué surgen en la sociedad este tipo de expresiones? ¿Es algo espontáneo o inducido? Y si es inducido, ¿qué factores desencadenan este tipo de conductas?

-Hay tendencias biológicas hacia las fobias, pero se cultivan socialmente. El cerebro humano es muy plástico y se pueden potenciar unas tendencias u otras.

¿Hay colectivos especialmente proclives a sufrir delitos de odio? ¿Comparten alguna característica para sufrir este tipo de ataques contra su dignidad o es aleatorio?

-Los colectivos proclives a sufrir estas agresiones son los que se encuentran más desamparados en cada uno de los lugares sociales. Pueden ser los económicamente pobres, los mendigos, las personas sin hogar, pero también los que pertenecen a razas o etnias minoritarias, a la religión que no profesa la mayoría, a la orientación sexual que no se tiene por normal.

¿El Código Penal protege específicamente a algún grupo o colectivo, o cualquier colectivo es susceptible de sufrir un delito de odio?

-Cualquier colectivo que no cuenta con apoyo social puede sufrir el daño, y el Derecho cada vez se está ocupando más de castigar y prevenir estos delitos desde el Derecho Penal, el Administrativo y el Antidiscriminatorio.

No hace ni 70 años de la destrucción de los judíos europeos, el ejemplo más acabado de adónde conduce el discurso del odio. Y sin embargo, aquí seguimos a vueltas con ello. ¿Es innato al ser humano?

-Las fobias existen, y una de ellas es el antisemitismo, que sigue presente en muchos países. Pero existen otras fobias como la misoginia, la aporofobia, que es el rechazo al pobre, la islamofobia o la cristianofobia. Percatarse de que existen es esencial para combatirlas.

La reiteración de los delitos demuestra que el castigo no es suficiente. ¿Qué más se puede hacer desde los poderes públicos para proteger a los colectivos o sensibilizar a la ciudadanía para prevenir estas conductas?

-Educar en valores éticos como el respeto activo a todas las personas, porque todas tienen dignidad, y no un simple precio.

¿Dónde acaba la libertad de expresión y empieza el delito de odio? ¿Es posible establecer una línea?

-Es imposible trazar una línea. Por eso, el Derecho ha de buscar criterios para intentar detectar cuándo hay delito, pero no basta. Cultivar una ética que induzca a no dañar es la clave.

¿Internet ha venido para multiplicar los delitos de odio y las expresiones de fobia social? ¿Es su aparente anonimato una fuente para multiplicar este tipo de conductas?

-Sin duda. Precisamente por eso es necesario tomar medidas jurídicas preventivas y punitivas, y sobre todo formar personas que manejen las redes con responsabilidad, intentando no dañar.

Si en foros y chats no hay delito de odio, desde luego hay odio a raudales. ¿Cree que este tipo de expresiones están en aumento o ahora somos más sensibles a detectar los delitos de odio?

-Somos más sensibles a detectarlos, porque hay una conciencia moral social de que esos discursos dañan por sí mismos y por las consecuencias que conllevan. Pero también están en aumento porque hay más medios para difundirlos.

¿Cree que la clase política es consciente del efecto que sus discursos pueden tener para alimentar las fobias sociales?

-No existe “la clase política”. Existen políticos con nombres y apellidos. Algunos están encantados de alimentar algunas fobias sociales; otros, no.

¿Ve semillas de odio en la política del Estado o por ahora es una frontera que no se ha cruzado?

-No, no las veo.

¿Por los tuits y comentarios que ha hecho públicos desde que es presidente, se podría juzgar a Donald Trump por delito de odio?

-Un juez debería contestar a esa pregunta. Yo puedo decir que sus discursos contra los mexicanos son discursos de odio.

¿Y los medios? ¿Cuál es su responsabilidad?

-Muchísima. Deberían dar noticia de esos discursos lo indispensable para atender al derecho de información, pero no darles más publicidad, que es precisamente lo que desean quienes los pronuncian.

¿Qué opina de las caricaturas de la revista ‘Charlie Hebdó’?

-Que la revista es libre de publicarlas, pero yo no lo hubiera hecho, porque es mejor no dañar la sensibilidad.

¿Y del autobús homófobo? ¿Compartió la decisión de detener su recorrido?

-Siempre que se detuviera también el otro autobús, que dañaba a personas concretas sin más.

Hay quien se queja del lenguaje políticamente correcto, como si tuviera que existir el derecho a la ofensa. ¿Somos tolerantes con reírse a costa de herir a terceros?

-La cuestión no es tanto de tolerancia con quien se ríe hiriendo a terceros, sino de fomentar el respeto a los demás.

Acaba de publicar el libro ‘Aporafobia, el rechazo al pobre: un desafío para la democracia’. ¿En qué sentido es un desafío para la democracia?

-Porque la aporafobia causa exclusión y una democracia hoy debe ser incluyente. Nadie puede quedar fuera, menos aún los vulnerables.

¿Por qué nos causan rechazo los pobres?

-Esto es justamente lo que se cuenta en el libro, así como las propuestas para superar ese rechazo.

Tras la crisis, en Europa ha aumentado, si no la pobreza, sí la desigualdad y, desde luego, la precariedad. ¿Pone en riesgo el proyecto de la Unión Europea?

-Por supuesto. Porque atenta contra los valores que son el núcleo de la Unión.

A lomos del discurso neoliberal y el adelgazamiento del estado de bienestar, comienza a deslizarse la idea de que el pobre es dueño de su suerte. ¿Qué puede hacer el pobre para escapar a su situación?

-Exigir lo que por derecho le corresponde.

En Euskadi hay un fuerte debate a cuenta de las ayudas a los colectivos más desfavorecidos, ayudas que se plasman en una Renta de Garantía de Ingresos, que tiene la virtud de mantener a flote a sus perceptores y evitar el aumento de la pobreza. ¿Qué opina de este tipo de recursos?

-Que son un mínimo de justicia en una sociedad que valora a las personas.