Pamplona - La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha elaborado un minucioso informe sobre las posibles afecciones al proyecto hidráulico de Yesa, al embalse, presa y laderas de dicho enclave, que podría tener el proyecto minero que la firma Geoalcali quiere realizar en las inmediaciones del territorio. En dicho informe salta a la vista una veta curiosa como las referencias a los estudios de sismicidad que para la CHE debe elaborar Geoalcali para poder conocer las características del terreno y el impacto que el proyecto de la mina podría tener en el mismo.

El especial cuidado que la CHE pone en este aspecto, exigiendo a la empresa todos los datos rigurosos y completos, sería de aplaudir de no ser porque la Confederación vende consejos que para sí no tiene. De otra manera, no se podría comprender que la CHE lleva evitando elaborar un informe de sismicidad sobre Yesa desde 1993, cuando un ingeniero propio, José Luis Uceda, ya propuso un estudio del impacto sísmico en la zona de Yesa antes de que se aprobara el proyecto de recrecimiento del embalse. Sin embargo, en el proceso de información pública del proyecto de Yesa no se incluyó ningún tipo de estudio geológico ni tampoco el informe del Área de Tecnología y Control de Estructuras del propio Ministerio que advertía de los riesgos sísmicos.

Asimismo, en el juicio en la Audiencia Provincial de Madrid en el que se sentaron en el banquillo los responsables del recrecimiento, ya se exponía el “alto riesgo” de deslizamiento ligados al recrecimiento y se hace alusión a que es “ineludible” un estudio, “lo suficientemente exhaustivo y cualificado, para certificar con rotundidad que el riesgo sísmico queda por debajo del umbral admitido”. Como queda dicho, ese estudio, aunque fuera incluso exigido en una sentencia judicial firme, nunca se ha elaborado.

A modo de lavatina de rostro, la CHE publicó en el año 2013, posterior a los últimos deslizamientos, un informe sobre la estabilidad de la ladera derecha de Yesa que encargó a la empresa Typsa. En el documento elaborado por la firma, que desmenuza todos los aspectos del recrecimiento a lo largo de 500 páginas, se alude en dos párrafos a la sismicidad. Según dicho estudio, que como se puede observar resulta apenas un detalle dentro de un conglomerado y alud de cifras y análisis, Typsa elaboró para la CHE los cálculos pertinentes a la sismicidad basándose en “las recomendaciones de la dirección de obra”. Según los datos aportados, lo que resulta relevante como ponen de relevancia varios expertos geólogos como Antonio Aretxabala, que ha estudiado la sismicidad histórica de Yesa al detalle, es que en 2013 Typsa consideró que la aceleración básica de la gravedad del terreno a tener en cuenta en Yesa era de 0,04 g (siendo g la aceleración de la gravedad).

Sin embargo, la normativa de construcciones sismorresistente española ya había actualizado en 2012 ese cálculo, a raíz de los últimos acontecimientos sísmicos conocidos, y esa cifra se había elevado a una recomendación de más del doble del factor considerado por Typsa, en total a 0,09 g. En un estudio elaborado por la Universidad de Navarra para el Ayuntamiento de Sangüesa ya se advertía de los valores bajos que se habían tenido en cuenta para realizar dichas mediciones. Conviene entender que en caso de tomar como referencia estas últimas mediciones, el factor de seguridad para construir obras como la del recrecimiento de Yesa hubiera disminuido ostensiblemente y, por tanto, hubiera hecho aguas ya desde años anteriores y, de esta forma, hubiera obligado a un cambio de planteamiento de la dirección de obra. Obra que por entonces dirigía como ingeniero jefe Raimundo Lafuente, presidente de la CHE.

A nivel de expertos ya se debate, a raíz del último acontecimiento sísmico de Pamplona, que arrojó un valor de aceleración básica del terreno a 0,16 g, que cuadruplica las expectativas de la norma, que se hace necesario revisar los cálculos para estructuras sensibles como la presa de Yesa.