Vitoria - La sociedad vasca no percibe la presencia de inmigrantes como un problema -a pesar de que cree que el número de extranjeros es superior al que realmente hay- y muestra una actitud de tolerancia hacia ellos que mejora en la misma medida que la situación económica y laboral. Sin embargo, los vascos son menos abiertos cuando se trata de convivir o relacionarse con las personas inmigrantes, hasta el punto de que el Barómetro 2016 sobre percepciones y actitudes de la población vasca hacia la población de origen extranjero, elaborado por Ikuspegi, evidencia un retroceso respecto a años anteriores en la aceptación de inmigrantes en la zona en la que residen o se relacionan los autóctonos.

Según el Barómetro de Ikuspegi, el Índice de Tolerancia, para el conjunto de la sociedad vasca, alcanzó el año pasado un valor de 59,04 puntos (en una escala de 0 a 100), que es un punto más alto que el obtenido en 2015 y se enmarca dentro de la tendencia de recuperación iniciada en 2012. No obstante, cuando se trata de pasar de la teoría a la práctica -de opinar sobre los inmigrantes a convivir con ellos, por ejemplo- la población autóctona de Euskadi se muestra menos favorable a compartir espacios como los barrios o el modelo social. “En los últimos años no apreciamos mejoría en las posiciones de la sociedad vasca relacionadas con los modelos de convivencia, que siguen manteniendo niveles de tolerancia bajos. En cuanto a los espacios de relación (mayor o menor tolerancia a la fisonomía de los barrios y la presencia de personas de origen extranjero, a su visibilización comercial, a la muestra pública de sus indumentarias de origen, prácticas culturales y religiosas, etc.), hemos observado este año 2016 un fuerte retroceso en este ámbito”, destaca Ikuspegi. Así, la mayor parte de la población vasca (el 72%), prefiere vivir en un barrio donde la mayoría de las personas sean de su misma raza o grupo étnico; una de cada cinco (el 20,5%) prefiere un lugar en el que nadie sea de una raza o grupo étnico distinto al de la mayoría de la población vasca, y una minoría (5,8%) preferiría vivir en un lugar en el que muchas personas fueran de una raza o grupo étnico distinto. Sólo a un tercio de la población vasca le parece bien que los inmigrantes vistan sus propias vestimentas (32,2%), tengan sus propios centros de enseñanza (27,5%) o construyan templos para sus religiones (39,7%), mientras que hay más aceptación del hecho de que hablen entre sí su propio idioma (al 52,3% le parece bien) y, ocupen plazas o espacios públicos (43,8%).

“El Índice de Tolerancia -señala el informe difundido ayer por Ikuspegi- está íntimamente relacionado con el clima de confianza o desconfianza, de optimismo o incertidumbre ante el futuro. Lo estamos viendo los últimos años (2013-16) y lo vimos al comienzo de la crisis (2009-2012): perdimos posiciones tolerantes a medida que nos adentrábamos en la crisis y las estamos ganando en la misma medida que estamos saliendo de ella. Nuestra hipótesis es que si se despeja nuestro horizonte, podremos adoptar posturas, discursos, actitudes y comportamientos más tolerantes pero habrá que ver cómo afectan a nuestras posturas, creencias y comportamientos la permisividad y apertura de espacios de impunidad que se están produciendo en países que prescriben opinión (EE.UU., Francia, Gran Bretaña?)”.

Cuando se pregunta a la ciudadanía vasca sobre si la llegada de más personas extranjeras puede afectar a su bienestar, en cuestiones como el acceso a las ayudas sociales, la calidad de la enseñanza, la vivienda, la atención sanitaria o la búsqueda de empleo, se observa que, en general, la preocupación de la población autóctona es menor que en años anteriores y hay una mayoría que opina que la inmigración no afecta a su bienestar. No obstante, entre la población autóctona existe una preocupación sobre el efecto negativo de la inmigración en el acceso a las ayudas sociales (el 46% cree que le puede afectar negativamente) y en la espera para ser atendidos en los hospitales (43,5%).

En este sentido, los autores del informe indican que “un año más, cuando analizamos la percepción que existe en la sociedad vasca acerca de los efectos de la inmigración, la preocupación se sigue centrando en aspectos relacionados con la economía, el empleo y algunos aspectos del sistema de bienestar. Mientras que para aquellos temas relacionados con la identidad, el euskera o el nacionalismo no existe tal grado de percepción negativa”.

Respecto a los efectos sobre la economía, el Barómetro de 2016 muestra que la percepción sobre los aspectos positivos de la inmigración respecto a la economía continúa mejorando, mientras que las posturas sobre los efectos negativos descienden, de forma que son más los que están de acuerdo con la idea de que los inmigrantes permiten que la economía funcione mejor.

Población. A 1 de enero de 2016 en la CAV había empadronadas 188.596 personas nacidas en el extranjero, el 8,6% de la población. Hace diez años había 108.094, lo que significa que en una década la presencia de extranjeros se ha incrementado en un 74,5%, pasando de una tasa del 2,2% en 2006, a un 8,6% en la actualidad.

Territorios. Bizkaia continúa siendo el territorio con mayor volumen de población empadronada extranjera con 91.685 personas, seguido de Gipuzkoa (63.017) y Araba (33.894).

Aportación. Desde 1998 hasta 2016, la población autóctona se ha reducido en 71.356 personas y la población total ha aumentado en 90.906, un crecimiento demográfico posibilitado por la llegada de 162.262 personas de origen extranjero.

Incremento. Entre 2015 y 2016 la CAV es la comunidad autónoma del Estado con un incremento mayor de población extranjera (2,4%).

Las personas de origen latinoamericano representan el 45,8% siendo el colectivo mayoritario entre la población nacida en el extranjero en la CAV. La de origen africano supone el 21,8% y el colectivo mayoritario es el magrebí (14,1%). La población de origen asiático representa el 7,3%.