Bilbao - Norma Vázquez, psicóloga especialista en violencia de género que conoce a fondo el problema de las agresiones sexuales -participó en la elaboración de un estudio cualitativo sobre este tema para el Gobierno Vasco-, señala que en los chicos jóvenes persiste la dualidad de condenar las conductas más graves -“las más salvajes”- y normalizar otros comportamientos, que no consideran agresiones y que ven como “parte de la fiesta”.
Hoy hablamos de una nueva agresión sexual en Euskadi, ¿significa eso que la labor de educación y concienciación de los jóvenes no funciona?
-Creo que no hay tanta concienciación como se piensa. Se habla del tema pero la prevención de esas conductas no se aborda mucho en los centros educativos ni se le dedica mucho tiempo.
Entonces, ¿están fallando la educación y la prevención?
-No tenemos que pensar que lo estamos haciendo todo mal sino más bien revisar qué se está haciendo en el terreno de la prevención, que realmente es muy poco. Sin embargo, sí hemos avanzado en la sensibilidad hacia algunas conductas. Hasta hace nada, solamente se consideraban agresiones sexuales las graves y se normalizaban muchísimas otras conductas agresivas o contra la libertad sexual que se dan en el marco de las fiestas o del tiempo de ocio, durante los fines de semana. Las chicas y el entorno están más sensibilizados y se conocen más agresiones, pero no son nada nuevo, lo que pasa es que antes se vivían en silencio. Ahora las chicas no consideran que una agresión sexual sea algo normal y no se callan.
¿Ahora está claro el concepto de agresión sexual?
-Creo que ha cambiado la idea de que una agresión sexual solamente es cuando te dejan medio muerta y que se sabe que es cuando te hacen algo contra tu voluntad, cuando no respetan que has dicho ‘no’. Pienso que es bueno que las chicas empiecen a denunciar.
Pero esa concienciación no se observa en los chicos.
-Yo diría que ni se ha empezado la tarea de erradicar esa creencia que tienen los chicos de que ‘hala!, nos vamos a divertir, vamos a desfasar’, como dicen ellos, y de que en fiestas todo vale, vale beber hasta caer inconsciente, vale agredir y vale meter mano a las chicas y no hacerles caso. Esa tarea de prevención se ha abordado muy poco.
¿En su estudio sobre agresiones sexuales en Euskadi detectaron una tipología de agresor?
-No, nosotros no creemos que haya una tipología. Para el informe hicimos grupos de discusión con chicos jóvenes, hasta los veintipocos, y con chicos un poco más mayores, treintañeros, y lo que vimos es que los más jóvenes normalizaban mucho una interacción con las chicas en la que ellos debían tomar la iniciativa y decían que si no lo hacían así no se comían un rosco. Normalizaban formas de relación agresivas que no consideraban agresivas. En cambio los chicos de 30 años reconocían que a los 20 eran bastante intrusivos y agresivos. Observamos ese cambio: entre los 18 y los 25 años no había conciencia de lo que es una agresión, les parecía muy mal y muy condenable la violación, pero consideraban normal el ligoteo y criticaban que luego las chicas que andaban coqueteando les dijeran que no; el otro grupo, el de los treintañeros, decía que viéndolo en perspectiva y habiendo aprendido más, se daban cuenta de sus conductas incorrectas... Yo estoy segura de que a pesar de esto, los treintañeros no tenían conciencia de todo lo que seguían haciendo mal.
¿Esa falta de conciencia de que muchas conductas son agresiones es habitual?
-Comprobamos que los jóvenes condenan la agresión más salvaje, por llamarle de alguna manera, pero luego a todo lo demás no lo consideran agresión, les parece que es parte de la fiesta, que puede que la chica diga que no, pero le insistes y en realidad sí quiere... Muchas veces lo que no hay es conciencia de un no es un no, te lo diga gritando o te lo diga bajito.
¿Cree que el hecho de que muchos jóvenes crezcan consiguiendo todo lo que quieren también puede ser un factor?
-Muchos chicos no están acostumbrados a que se les rechace y, además, consideran que por qué se les va a rechazar si son tan guapos y tan monos. Y si la chica no quiere piensan que el problema lo tiene ella. Probablemente esa educación no es la que reciben en casa, ni en la escuela, pero es lo que flota en el ambiente, en la interacción cotidiana de los chicos. Ellos piensan que conseguir lo que les apetece no está mal, lo que está mal es que en los últimos años las chicas se han vuelto un poco exageradas.
También llama la atención que a veces se responsabilice a las mujeres de su propia protección.
-No está mal dar a las chicas unas recomendaciones para evitar agresiones, aunque la prevención no debería quedarse ahí. Mientras esto no se elimine las chicas deben tener medidas de autoprotección y de autodefensa para que no se sientan culpables si algo les sucede. Se puede ver que la Policía y los medios de comunicación están más sensibles con la cuestión de quién es responsable, pero sales a la calle y compruebas que la gente sigue pensando ‘a saber qué andaba haciendo una chica a esas horas por la calle’.
¿Ha cambiado el discurso pero no la mentalidad?
-Lo que se dice es políticamente correcto y es bueno que en cuanto alguien dice algo incorrecto salten todas las furias, pero lo que estamos logrando es que no se manifieste, no que no se piense.