donostia - Nadie va a mirar hacia el otro lado a la vuelta de las vacaciones de Navidad. Jamás se había diseñado un plan de choque contra el acoso escolar como el que está a punto de estrenarse entre 15.664 alumnos de un total de 52 ikastolas de la CAV y Navarra. En el bullying hay víctimas, acosadores, escolares que jalean a los agresores, instigadores y, ante todo, gran desconcierto de los centros, que cada vez invierten más tiempo en resolver estos conflictos, aunque no siempre con el resultado deseado. La asociación Ikastolen Elkartea se lo ha tomado muy en serio y va a poner en práctica a partir del 9 de enero un programa que, importado de Finlandia, aborda el problema en toda su dimensión.

El plan ofrece una doble vertiente singular: se centra en el conflicto surgido entre acosadores y víctimas, pero a su vez implica a toda la clase en un trabajo preventivo para que no vuelva a ocurrir.

La tesis de partida es la siguiente: el calvario que vaya a sufrir la víctima, la intensidad del acoso escolar, va a depender en buena medida del grupo de alumnos, porque ellos son los que imprimen mayor fuerza o, por el contrario, desbaratan el plan urdido por el líder de turno cuando no se ve respaldado por el grupo.

De este modo, a cada alumno se le hará ver el papel que juega. Si es de los que toman parte, de los que dan la espalda... El objetivo del plan es que asuman la responsabilidad que pueden llegar a tener para revertir esa situación y echar una mano a la persona que está sufriendo. “Es un punto de vista interesantísimo, porque de ellos va a depender que el acosador se eche atrás por falta de apoyo”, razona Agueda Laraudogoitia, responsable del proyecto KiVa, que está a punto de aplicarse en un total de 712 aulas de primero a sexto de Primaria.

Cada ikastola ha designado a tres profesores que serán la referencia a partir de ahora ante cualquier caso de bullying. Se trata de un método tan sencillo como eficaz. Más allá del trabajo preventivo, cada vez que estalle el conflicto los docentes hablarán con la víctima y tomarán muy en serio su relato. El plan de actuación deja bien claro que hay que dedicarle todo el tiempo que necesite para que se sienta escuchada y respaldada. El centro escolar le brindará todo el apoyo que sea preciso.

charlas de diez minutos Acto seguido, los formadores se dirigirán al acosador o acosadores, uno a uno. En estos encuentros, en cambio, el tiempo está tasado y las charlas no sobrepasarán de los diez minutos. Nada de terapias. A los alumnos agresores se les preguntará, tras lo ocurrido, qué piensan hacer en adelante para enmendar el rumbo. “No se les deja desviarse del tema, que suele ser la respuesta más habitual. No hay excusas que valgan ante este tipo de abusos. Cada uno tiene derecho a ser como es, y nada justifica ser objeto de mofa”, zanja la experimentada docente.

Estos días se están celebrando reuniones con padres y madres para facilitarles una guía sobre cómo tienen que actuar sea su hijo acosador, víctima o de los que miran hacia otro lado. A partir de ahí los padres deberán hablar con la ikastola, “y depositar toda su confianza en el profesorado”. Una vez realizadas las entrevistas personales con las personas implicadas en los hechos, se llamará a los acosadores, que deberán leer en la clase el compromiso que han adoptado. Se hará un seguimiento pormenorizado del caso, y se fijará una nueva cita a la que tienen que acudir todos los acosadores para dar cuenta de su compromiso. Desde Ikastolen Elkartea subrayan que se celebrarán tantas reuniones como sea preciso.

Entretanto, los formadores preguntarán a la víctima los nombres de los compañeros y compañeras que, cree, le pueden ayudar a salir del mal trago que está viviendo. La tutora hablará con esos alumnos para que le brinden su apoyo y le ofrezcan compañía de modo que no se sienta sola.

Se realizará un nuevo seguimiento con todos los implicados. “Todo este trabajo nos permite abordar el problema desde una doble vertiente: la de los acosadores y la víctima, por un lado, y la de todo el grupo de la clase. Es un sistema que funciona. En más de un 90% de los casos, la víctima reconoce que la situación ha mejorado”, asegura la coordinadora del plan.

Esta veterana docente, con tres décadas de experiencia como profesora de Primaria y Secundaria, insiste en que el objetivo principal es la educación. “Hay que hacerles cambiar, pero no con el castigo, porque no educa. Si es necesario se aplicará, pero nuestra principal misión es la educación”.

incremento de delitos Las ikastolas afrontan así el nuevo año con el reto de contrarrestar una realidad que no ha dejado de estar presente en la agenda de los centros escolares, doce años después del suicidio de Jokin Ceberio, que se quitó la vida lanzándose al vacío desde la muralla de Hondarribia, cansado del acoso escolar y moral que sufrió. Aquello marcó un antes y un después.

Pasado el tiempo, los modos han cambiado, que no el objetivo. Según una encuesta publicada esta semana, el 12% de los niños de nueve a 16 años dice haber sufrido acoso de sus compañeros a través de Internet o el teléfono móvil. Este porcentaje de casos dobla el recogido en otro informe similar de 2010.

La Fiscalía de Gipuzkoa también constata el incremento de delitos cometidos a través de las nuevas tecnologías -íntimamente ligados al acoso escolar- con un registro de 25 casos el año pasado, por encima de los 18 computados en 2013 y los 24 de 2014. El principal motivo fueron insultos cometidos a través de WhatsApp o Instagram, así como la divulgación no consentida de fotos en las que la víctima aparecía desnuda. “Estas infracciones nos descubren a una juventud que ha perdido completamente la inocencia”, señala el Ministerio Fiscal.

Pero más allá de la percepción del llamado ciberbullying, el mayor acoso sigue siendo “cara a cara”, según destaca la profesora de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) Maialen Garmendia, coautora del trabajo que se ha presentado esta semana. En ese sentido, el año pasado fueron 16 los casos que llegaron a manos del Ministerio fiscal -denuncias por insultos, amenazas y vejaciones leves- seis de ellos archivados porque los acosadores tenían menos de catorce años.

Estos datos ofrecen la verdadera dimensión del problema. Las viejas recetas de maestro ya no valen para abordar esta realidad compleja. Con este fin , son siete los profesores que se han desplazado a Finlandia para conocer de primera mano el modo de atajar estos conflictos en la escuela.

Los formadores han trasladado sus conocimientos a los docentes de las ikastolas que van a aplicar el programa. Al margen del abordaje de los episodios conflictivos, el trabajo preventivo incluye dos sesiones de cuarenta y cinco minutos al mes, en las que los alumnos deberán consensuar las normas a cumplir. Laraudogoitia explica que “se les hace firmar un contrato simbólico, de manera que se comprometan a respetar esas normas: “no voy a aceptar el bullying”; “nunca voy a formar parte de bullying”; “en mi clase todos somos importantes...”.