El 20% de los aitites y amamas vascos de hoy se ocupan más de 5 horas y media al día de sus nietos, ¿qué sería de esta sociedad acomodada en la que vivimos sin ellos y ellas?
El último estudio presentado por el Gobierno Vasco nos enseña cómo la sociedad vasca, hoy en día, se apoya sin complejos en sus mayores para atender a los niños y niñas de, posiblemente, el momento de mayor bienestar y riqueza que estas tierras han vivido nunca.
Sí, nos es muy difícil asumir que jamás en Euskadi se ha vivido con estos actuales ratios de bienestar y que jamás ha habido tan poca gente necesitada de lo básico para vivir. Nunca jamás hemos tenido unos niveles de protección social y sanitaria semejante y aunque siempre, por nuestra solidaridad humana, nos volquemos con aquellas personas que lo están pasando mal, que por desgracia las hay, la Euskadi de principios de este siglo hubiera sido envidiada por cualquier generación vasca anterior, otra cosa es que seamos más felices que nuestros antepasados?
Es muy posible que este modelo de sociedad nos esté empujando a un egoísmo personal y un querer mantener un estatus, cambiando los juegos y las risas con los hijos por grandes viajes y disfrute de la vida; es posible que estemos cambiando el valor de la familia como futuro por el valor de la individualidad como presente y que en definitiva nos estemos volcando a buscar la libertad personal más que la solidaridad colectiva.
Euskadi ha dejado de tener hijos, y los que los tenemos no llegamos a los niveles suficientes para cubrir las estadísticas de aquellos que han decidido no tenerlos, de tal manera que desde hace ya 20 años estamos en los ratios de nacimiento por habitante más bajos de Europa. Encima, y como el principal dato de hoy indica, la ayuda de nuestros mayores es definitiva para el cuidado de nuestros niños. Algo realmente grave nos está ocurriendo haciendo dramática esta situación, que al igual que el cambio climático tiene ya consecuencias en nuestra sociedad y en un futuro inmediatísimo.
Todos queremos tener el derecho a trabajar, todos queremos ganar más, tener más vacaciones, tener más tiempo libre para nuestro ocio, nadie quiere responsabilidades (sólo hace falta ver cuánta gente se postula para presidente de su comunidad); todos queremos ser libres sin darnos cuenta de que nos estamos volviendo esclavos de la libertad individual y ajenos de la básica solidaridadcolectiva de tener hijos.
Es lo que hay y así somos hoy, ni mejores ni peores que nuestros antepasados, lo que no sé, y repito, es si somos más felices. Este tema de la natalidad no se arreglará en unos pocos años, ya es tarde y los que nos acerquemos a estas líneas viviremos siempre en una sociedad envejecida, pero todo tiene solución si realmente nuestras instituciones, asumen el reto de comenzar a trabajar en serio esta problemática, sobre todo, vasca.
Un millón de eskerrikasko a nuestros mayores, ellos son los verdaderos héroes de este siglo, sufrieron como nadie ahora ha sufrido y son, en este momento, el gran apoyo familiar de nuestra prole. Ellos y ellas, nuestros aitites y amamas, sí que se merecen un venerable monumento en cada uno de nuestros municipios.