Madrid - Pediatras y neurólogos no saben aún con exactitud el porcentaje de microcefalia asociado al Zika, ni las secuelas que sufrirán los bebés nacidos de madres con el virus, aunque sí afirman con rotundidad que es determinante en su desarrollo el momento en el que la embarazada resulta infectada. A juicio de la doctora Milagros García López Hortelano, de la Unidad de Pediatría Tropical del Hospital Carlos III-La Paz, e Ignacio Pascual, jefe de la Sección Pediátrica del mismo centro, la microcefalia -cuando los niños nacen con la cabeza más pequeña y el cerebro también más reducido-, se puede producir por distintas causas. “Además de virus como el Zika o el citomegalovirus, esta alteración puede tener también un origen genético o a la ingestión de tóxicos durante el embarazo como alcohol y drogas”, aseguran.

Si su origen es el Zika, el grado de la microcefalia no sólo va a depender de la capacidad de infectar de este virus, que según los expertos es alta, sino también del momento en que se produzca esa infección: “Cuanto más temprano -señala Pascual-, más se altera la función de un órgano como el cerebro que se está formando y la trascendencia es mucho mayor”.

“Lo que es importante es en qué momento del embarazo se ha afectado ese niño. Si es en el primer o segundo trimestre tiene más afectación”, según la doctora, que abre un abanico de posibles alteraciones (oculares, auditivas o neurológicas, entre otras), además de la evidente del tamaño de la cabeza. Si el virus afecta a la mujer en los primeros tres o cuatro meses de embarazo, cuando se produce la fase de multiplicación de las células neuronales, según el doctor Pascual, el niño tendrá menos neuronas de los cien mil millones que tenemos todas las personas sanas.

El tener menos neuronas afecta también a las conexiones neuronales: “esto al final es el sustrato de la inteligencia y del resto de funciones que dependen de las neuronas”, opina el experto Ignacio Pascual. En este caso, el recién nacido tendrá retraso mental y otras alteraciones motoras que van desde la parálisis cerebral a simplemente sufrir torpezas en los movimientos. Si además la infección del virus afecta a la conexión de las neuronas se puede producir una “actividad eléctrica excesiva” de éstas, que da lugar a crisis epilépticas. - Efe