bilbao - Salieron de Baiona en 1757 con destino a una isla cercana a Terranova y nunca llegaron a las manos de quienes las esperaban. Ahora, 300 años después, el esfuerzo de tres investigadores -unido al siempre necesario factor suerte- las ha devuelto al puerto labortano para demostrar algo sociolingüísticamente importante: en el siglo XVIII el euskera se utilizaba como lengua de comunicación habitual con expresiones y formas muy naturales que contrastan con los acartonados documentos de los que se disponía hasta ahora más ligados a escritos oficiales o eclesiásticos. Dos investigadores de la UPV (Xabier Lamikiz y Manuel Padilla) junto a Xarles Bidegain, de la Universidad de Pau, acaban de presentar una edición crítica de las 50 cartas que han encontrado en los archivos del Almiraztango Británico. Son los textos que les remitían sus familiares a marineros y comerciantes vascos afincados en una pequeña isla cercana a Terranova, Louisbourg, que en tiempos de paz era un puerto para bacaladeros y en tiempos de guerra, una estratégica fortaleza francesa en plena ruta de los navíos británicos.
Y en 1757 más bien sonaban tambores de guerra ya que un año antes se había iniciado el conflicto que precisamente se acabó llamando la Guerra de los Siete Años en el que Francia e Inglaterra, entre otras potencias, se jugaban el control del mar y de las colonias americanas y asiáticas. El buque La Dauphin partió de Baiona rumbó a Canadá el 4 de abril y a los tres día fue apresado por tres barcos de guerra ingleses. Toda su mercancía fue incautada y entre ella, un caja con 50 cartas, que vendrían a ser lo que hoy es la correspondencia electrónica de los emigrantes de cualquier país con sus familias. Según explica Lamikiz, el principal contenido de las misivas se refiere a cuestiones muy comunes como el deseo de que volvieran, detalles sobre las penurias que estaban pasando en Francia en tiempos de guerra, la fuga de los jóvenes como corsarios, etc... “Por aquel entonces, la colonia vasca en esa pequeña isla era numerosa, de varios cientos de personas entre comerciantes, pescadores... Y esto es lo más valioso de la documentación encontrada, que nos permite conocer por primera vez cómo era la comunicación escrita entre personas de una clase social media o baja ya que hasta ahora los documentos encontrados eran mucho más formales, del ámbito legal, eclesial...”, dice. El hallazgo se produjo por casualidad en 2003, cuando, mientras preparaba su tesis doctoral en los archivos del High Court Admiralty de Londres, encontró estas cartas sobre las que profundizó en 2007 para asegurarse que no hubiera otros ejemplares. Después se configuró un equipo multidisciplinar que ahora acaba de presentar en Baiona una publicación con estos manuscritos desconocidos.