Bilbao - Escoger los estudios adecuados no siempre es fácil. Si no media una fuerte vocación, muchas veces se elige de oídas o directamente a ciegas. ¿Me gustará la carrera? ¿Esta titulación me abrirá la puerta a la profesión de mis sueños? ¿Tendrá salida laboral?... Todas estas preguntas siguen a la primera gran incógnita que toda persona aspira a despejar en algún momento de su vida: ¿qué quiero ser de mayor?

Hay chavales que se encojen de hombros sin saber qué decir. Otros se debatirán entre distintas opciones. Y muchos otros lo tendrán claro. El curso pasado, la tasa de abandono en los ciclos formativos fue del 14%. El 17% de los universitarios vascos abandonaron el primer año de carrera y casi el 10% cambiaron de grado. Nadie está vacunado contra una elección equivocada. El Departamento de Educación se ha propuesto reducir el número de alumnos que, una vez iniciados, dejan o cambian de estudios superiores. Este curso ha puesto en marcha, junto a la Fundación Novia Salcedo, Lanaldi, un programa por el que los primeros 1.000 estudiantes de 4º de la ESO y 1º de Bachillerato pueden conocer in situ empresas que se dedican a la actividad profesional directamente relacionada con los estudios de su interés. Otros países como Suiza, Reino Unido o Noruega ya desarrollan esta idea de siga a un profesional por un día. Y a la vista de la opinión de los estudiantes vascos que ya han participado en la experiencia “es muy útil”, afirma Xabier Hermoso, que cursa 1º de Bachillerato en el Instituto Fray Juan de Zumarraga de Durango.

Le pillamos junto a tres profesoras rodeado de niños de muy corta edad en la guardería Haurbide (Algorta). Algunos apenas son bebés. Andan a trompicones por la sala de juego libre de la guarde bajo la atenta mirada de un dragón y una bruja en su coche volador. Es la hora de la galleta. Y los enanos se quedan alucinados con el trajín de objetivos y flashes que carga el fotógrafo. Todas las familias han dado su permiso para reproducir las caritas de sus hijos e hijas en este artículo. Paso número uno, al tratarse de menores de edad. Y cuando nos disponemos a empezar, Xabier interviene. “Aquí está mi permiso”, extendiendo un papel con su consentimiento paterno.

Claro, Xabier solo tiene 17 años. También es menor de edad. Un menor de edad jugando con otros niños y aprendiendo los entresijos de la labor que desempeña el equipo de la psicóloga infanto-juvenil Patricia Aguirre en su guardería. “Sé desde Primaria que quiero trabajar con niños”, afirma Xabier, porque “me gustan mucho, nunca te aburres con ellos. Ellos aprenden de ti y tú aprendes de ellos”. En su caso, no buscaba orientación profesional antes de la elección de sus estudios superiores, pero sí saberlo todo acerca de la puericultura. En su visita se mostró muy activo con los niños y sometió a Patricia a un tercer grado. “¿Por qué decidió montar una guardería? ¿Cómo es el sistema educativo que emplea? ¿Cómo se llega a los niños? ¿Ante qué estímulos reaccionan? ¿Qué se hace a lo largo del día?” Preguntas a las que Patricia respondió sin perder nunca la sonrisa. Esta psicopedagoga es veterana como mentora voluntaria ya que ha acompañado a otros estudiantes.

“El objetivo del programa es que los chavales puedan ver cómo es la realidad del trabajo antes de elegir sus optativas”, dice Patricia. “Vienen muy motivados e interesados porque la mayoría de los chavales llegan sin haber pisado antes una guardería”. La filosofía de este centro integral “es lo que más sorprende a los estudiantes”, dice Aguirre. En Haurbide trabajan con pocos niños, agrupados por su edad madurativa, no cronológica, con el fin de que desarrollen sus capacidades al máximo de la forma más natural posible. “Nosotras -explica- les estimulamos, trabajamos con ellos, pero intentamos que sean autodidactas y aprendan por sus medios del entorno y de los otros niños”.

Según Patricia, esta dinámica con actividades no dirigidas “llama mucho la atención a los estudiantes que vienen y les gusta mucho porque se ven con más libertad para trabajar con los niños”. Desde su punto de vista, la idea de que chicos y chicas tan jóvenes puedan ver la realidad, aunque sea un solo día, “es fenomenal” para ayudarles a la hora de elegir las optativas y poner el foco en el mundo laboral. “Me parece muy bien, porque igual pasan un día aquí y no les gusta esto de tener que cambiar un pañal, ven que los niños están llorando o llenos de mocos y cambian de opinión. O todo lo contrario y les motiva aún más para estudiar con más estímulo”.

Según el Departamento de Educación, a medida que va finalizando Secundaria el alumnado debe empezar a tomar decisiones personales “que tendrán repercusión en su futuro personal, académico y profesional”. Antes de acabar 4º de ESO, deberá decidir entre Bachillerato (en sus diversas modalidades), Formación Profesional de Grado Medio (entre las numerosas familias profesionales) o las diferentes enseñanzas artísticas y deportivas. Y ya en Bachillerato, deberá optar por alguna carrera universitaria o un grado superior de FP. Sin embargo, aseguran, “estas decisiones se toman, en muchos casos, sin tener ningún contacto previo con la realidad profesional a la que se van a enfrentar”.

Lanaldi permite acortar la distancia que hay entre el pupitre y el mundo laboral. Y a veces esa distancia es un abismo. Tanto, como el que separa el instituto Fray Juan de Zumarraga y el Cluster de la Industria Química de Euskadi (Kimika). Luis Blanco es el secretario general del cluster y Naiara una estudiante de 1º de Bachillerato que no tiene muy claro qué quiere hacer. Le gustaría trabajar en un laboratorio, pero mira de reojo a la ingeniería. El plan del día incluye la asistencia a un seminario sobre chimeneas, cita en la sede de Confebask con este diario y acudir a una reunión sobre seguridad en una industria química . “No es la visita que solemos hacer a fábrica, pero está invitada cuando quiera”, dice Blanco. Este abogado de profesión está absolutamente volcado con el proyecto ya que uno de sus objetivos fundamentales es que “se mantenga la cantera” de la industria química. El cluster ha trabajado históricamente con la Fundación Novia Salcedo en programas de becas, prácticas en empresas y cursos formativos para licenciados e ingenieros “para facilitar el tránsito a la empresa ya que estoy muy concienciado con la dificultad que ello entraña”.

Blanco ve su tarea de cicerone como una inversión de su tiempo. Y es que, según comenta, “una de mis funciones es generar nuevas ideas y la verdad es que tanto los recién licenciados como ahora los chicos y chicas más jóvenes aportan siempre algo. Nunca dejas de aprender de ellos y todo eso me viene muy bien”. La única preocupación que alberga es “la posibilidad de abrumarles con temas tan técnicos”. Y el consejo que siempre ofrece a los estudiantes es el mismo. “A la hora de elegir carrera, suelo decirles que lo más importante es que les guste lo que quieren estudiar porque lo más importante en la vida es ser feliz. Y a partir de ahí, la inspiración y la suerte te tienen que pillar trabajando, desde luego”. Y de Picasso a Naiara, que no estaba abrumada tras el seminario de chimeneas. A sus 17 años no es ajena a los efectos de la crisis. De hecho llevaba una pregunta preparada para Blanco: “Ahora se habla de que los que estudian un grado superior tienen más salida que los que estudian una carrera, ¿qué debería hacer?”. Una cuestión a la que el secretario general del cluster de la Industria química volvió a responder: “Tienes que estudiar lo que te guste. Cuanto más estudies más responsabilidad tendrás pero tu trabajo en el laboratorio o donde estés será mucho más estimulante”. Y de consejo a consejo, mil adolescentes podrán aclararar sus dudas gracias a Lanaldi.