Estambul - La crisis de los refugiados sigue enquistada y los líderes europeos continúan sin hallar soluciones para los miles de asilados que se hacinan en campos de refugiados y que han visto roto su sueño de una vida mejor en Europa.

Mientras, la actuación de Turquía, quien tiene el papel de guardián del flanco suroriental de Europa, es valorada de distinta forma si quien se pronuncia sobre ella es la Unión Europea o Amnistía Internacional. Bruselas asegura que el trato que da Ankara a los asilados es “ejemplar”; sin embargo, el movimiento global denuncia que no se respetan ni sus derechos más elementales.

La canciller alemana, Angela Merkel, visitó ayer un campamento de refugiados sirios en la provincia meridional turca de Gaziantep. Oficialmente el objetivo de la visita era conocer de primera mano la situación en el país, en el marco del acuerdo de deportación de emigrantes desde Europa, aunque más bien fue un gesto para dar un espaldarazo a esta labor de Turquía.

Merkel, acompañada por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, llegó sobre las 16.00 hora peninsular española al aeropuerto de Gaziantep, donde fue recibida por el primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu. La comitiva se desplazó en un autobús a Nizip, una ciudad de unos 100.000 habitantes situada unos 30 kilómetros al este, en cuyas inmediaciones se hallan dos campamentos de refugiados sirios.

Merkel y sus acompañantes fueron recibidos fuera del campamento por niños sirios y cuatro jóvenes vestidas de blanco que les entregaron ramos de flores, en una ceremonia transmitida en directo por numerosas cadenas de televisión turca.

Acto seguido, los altos cargos visitaron el campamento, un recinto con 938 casas prefabricadas cerca del río Éufrates, que alberga actualmente a unos 4.800 refugiados sirios, en gran parte familias. Concluido el paseo, la comitiva regresó a la ciudad de Gaziantep para inaugurar un centro destinado a niños y familias de refugiados y construido gracias a fondos europeos. Según el pacto, Turquía acepta la deportación de todos los inmigrantes y refugiados que llegaron a las islas griegas desde el 20 de marzo pasado y envía un número equivalente a los países europeos, además de recibir la exención del visado para sus ciudadanos en la UE.

Tusk manifestó ayer que se están comenzando a ver “los primeros resultados” del acuerdo sobre inmigración firmado en marzo entre la UE y Turquía, un país que, según sus palabras, está demostrando un trato “ejemplar” hacia los refugiados que acoge.

recibidos con disparos Esta versión, sin embargo, no coincide con la del director de Amnistía Internacional (AI) España, Esteban Beltrán, quien afirmó ayer que en Turquía no se respetan los Derechos Humanos (DDHH) de los propios turcos, y aún menos, de los refugiados, a los que se recibe con disparos, se les encierra en campos o se les devuelve a Siria. “Nuestros peores temores se están confirmando”, aseguró Beltrán en una entrevista, en la que también denunció que, además, Turquía “impide” que la ONU y organizaciones internacionales, como la propia AI, vigilen lo que hacen con los refugiados.

Beltrán resaltó que se trata de la mayor crisis humanitaria desde la II Guerra Mundial, en la que 60 millones de personas abandonaron sus casas y países, y de ellas casi 1.300.000 pidieron protección internacional a la UE, que respondió de forma “miserable y vergonzosa”. Criticó la visita de los líderes europeos para “hacerse fotos protocolarias”, en vez de hablar de Derechos Humanos y dejar claro que ese país “no es un lugar seguro para los refugiados”.

A la situación en Turquía hay que sumar las 48.000 personas que se encuentran ahora en Grecia “en el barro de los campamentos que se han convertido en centros de detención” y que viven en condiciones “lamentables e indignas”. “Es urgente que esas personas dejen de vivir así y sean distribuidas entre los países europeos”, resaltó, y aseguró que el problema radica en que Europa “no se organiza, porque no quiere recibirles”.

La UE, según dijo, debería construir “vías legales y seguras” para que los refugiados, casi 5 millones solo los procedentes de Siria, puedan venir “de forma ordenada” y que no tengan que jugarse la vida dos veces: una para salir de su país y otra en el mar. Además, también deben cambiar las actitudes de los diferentes gobiernos europeos, entre los que citó al Ejecutivo español, que se comprometió a acoger a más de 15.000 refugiados de los que están actualmente en Grecia e Italia, y únicamente ha recibido a 18. - Efe/E.P.